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Sociedad de artistas
El talento, como todo, crece gracias al estímulo. Y en este caso, la plata no puede suplir la experiencia personal. El certamen Aguante Buenos Aires se propone generar una estructura donde jóvenes músicos, cineastas, dibujantes y escritores se desarrollen en un ámbito de intercambio y desafío
Que las crisis producen cosas buenas suena a consuelo de tontos. Pero desde hace un tiempo, Buenos Aires se está poblando de expresiones artísticas que resurgen con fuerza gracias a que las megaproducciones que sacudieron la década del 90 hoy resultan económicamente impensables. Y allí donde no hay plata, comienzan a desarrollarse recursos que bucean más en la imaginación y la experimentación que en los fuegos fatuos de los dólares quemados en vestuarios, luces y grandes estrellas. Algo de eso se vio, por ejemplo, en las presentaciones del show acústico de Divididos, en el Gran Rex. Un espíritu que retozaba y jugaba alegremente con la música y la experimentación, el cruce de géneros y de artistas de distinto palo. Unos shows que dejaron la tranquila sensación de haber sido acariciado suavemente en el alma. Nada de la excitación con la que supimos salir de aquellas presentaciones de los Rolling Stones en River, por ejemplo. Una cosa no quita la otra, pero lo que ocurre ahora fue lo habitual en la Argentina durante décadas, y así crecieron los mejores, desde Los Redondos hasta Sumo, desde Ana Itelman a Renata Schussheim, de Jaime Cogan a cineastas como Kohon. De las limitaciones nació la Organización Negra, de allí Villa Villa, que ahora triunfa con menos arte y más marketing en Nueva York. Antes, Gasalla y Percialvalle, Nacha Guevara, el gordo Pinti. También las Gambas al Ajillo, que ahora son actrices consagradas, Los Melli, todo. Y si se quiere, ese lugar hay que buscarlo mucho antes, en el famoso Di Tella. Pero esto es historia. Ahora se trata de develar algo que es sabido pero suele olvidarse bajo el peso de ocho mil wats de sonido y cuatro mil luces en una parrilla computadorizada. El arte no es plata.
Y ese lugar de creación, de cruce, de experimentación, de absorción, de recreación, puede ser que empiece a contar con un ámbito institucional donde ampararse. Es la idea de esta final que propone para el próximo fin de semana el Aguante Buenos Aires, que copará tres días seguidos el Centro Cultural San Martín con la presentación de los seleccionados, las semifinales y las finales en cada disciplina, más un poderoso tándem de actividades con artistas y creadores de fuste en cada rubro (ver recuadro).
"Recuerdo lo importante que fue para mí participar hace quince años en la Bienal de Arte Joven, encontrarme con los escritores que admiraba, poder hablar con otros y sentir ese lugar de cruce de cosas, de ideas, de gente que está produciendo, pensando, haciendo, experimentando. Fue una experiencia que me marcó y me impulsó a seguir adelante. Eso es lo que me parece interesante de este encuentro, la posibilidad de que alguien que participa con un corto llegue al centro y se encuentre tocando un conjunto de cámara, o la lectura de las crónicas urbanas, o con el trabajo de los humoristas gráficos o los fotógrafos. Ese cruce de experiencias, de gente en un espacio común, es lo que me parece más fascinante y productivo", dice Fernanda Rotondaro, consejera del jurado que evalúa los trabajos presentados en el certamen en el rubro Cortos de Ficción.
Algo que destacan durante la charla, de un modo o de otro, los jurados reunidos con Vía libre. Son Rodolfo García y Alfredo Rosso (rock); Mateo Niro (periodismo y literatura), Liniers y Pablo Sapia (humor gráfico e historieta), y Claudio Espector, director de la Orquesta Lugano y del Conservatorio Manuel de Falla, que también participarán con distintas propuestas en el cierre del certamen (ver recuadro). A ellos se suma el inspirador del certamen, Rodolfo Di Lorenzo.
-¿Hasta qué punto incide en la actividad de los artistas la posibilidad de participar en un certamen como el Aguante?
Rosso: -El Aguante proporciona a las nuevas bandas una posibilidad de exposición pública casi inmediata y el acceso a espacios de presentación que de otro modo no tienen. Para poder tocar, las bandas tienen que ocuparse de conseguir un boliche, vender las entradas, y muchas veces las condiciones en que se presentan son muy malas. Sólo falta que entre tema y tema los músicos tengan que lavar los platos.
García: -Para las bandas lo importante es que se concretan los espacios y los premios ofrecidos. Para las finales del Aguante del año pasado ya estaban los discos de los ganadores del primer año, y para las finales de éste, ya están los discos de las bandas de 2002; además, aún los no ganadores actúan en las mejores condiciones de luz, de sonido, de respeto. Muchos participaron del ciclo de verano que se hizo en Casa Joven, todos incentivos para que sigan haciendo música.
Roberto Di Lorenzo: -Estas experiencias con el rock fueron las que nos impulsaron a extender el Aguante a otras disciplinas. Ahí tomamos dos cosas: por un lado, chequear cuál es la producción real que existe en la ciudad en estas disciplinas, no en un sentido tradicional, sino en un sentido cultural más amplio, y tratar de aportar en el tema de la formación y la producción, poniendo a disposición la infraestructura que cuenta la ciudad y la oferta de otras instituciones en cuanto a ampliar las posibilidades de formación de los artistas. Eso varía según la disciplina. En algunos casos, como contaba Rodolfo (García), tenés la posibilidad de grabar un disco, en otros la necesidad es tener ámbitos donde tocar, como en el caso de la música culta. Por eso integrar distintas áreas de la secretaría como el ciclo del Colón por 2 pesos es un estímulo importante. Buscamos aprovechar todos los recursos con los que ya cuenta la ciudad, como Ciudad Abierta para publicar, el Colón, el laboratorio de electroacústica para esa disciplina; las instancias del Festival Internacional de Cine, que ya tiene un enorme prestigio y que contará con un ciclo en el que se exhibirán los trabajos ganadores. A lo que se suma la colaboración de escuelas e instituciones dedicadas a la formación, que están cediendo espacios, becas, docentes de primer nivel, etcétera.
Liniers: -Con la desaparición de las editoriales dedicadas al humor gráfico y a la historieta durante la fiesta menemista, cualquier espacio que se genere para los dibujantes es fundamental. Porque hoy los que están trabajando en esto no tienen posibilidad de integrarse a una empresa, donde tradicionalmente uno se formaba con otros profesionales y aprendía el oficio. Empezabas haciendo los fondos, llenando los cuadritos que faltaban. Hoy todo lo que hay son publicaciones independientes.
Niro: -En el área de literatura o periodismo, es muy importante lo que se produce y hay gran cantidad de producción, pero no existen canales de difusión. Hay diez escritores por cada lector, y ésa es una ecuación que podríamos revertir en la medida que existan mayores canales de difusión y mayor intercambio de esa producción. Un espacio donde escribir, presentar y ser leído ofrece una mayor recepción, aparte del estímulo que genera el certamen en sí mismo, que obliga a los jóvenes escritores a terminar y pulir sus escritos. Además, todo esto nos sirve como fotografía de esta generación de escritores, nos permite conocer los temas y las problemáticas de este momento.
En el ámbito de la música culta ya existen numerosos concursos y becas, ¿el Aguante ofrece alguna variante interesante?
Espector: Desde el nombre mismo el certamen tiene una connotación joven, y cuando se habla de música joven en el imaginario colectivo aparece el rock. Pero los músicos que se presentan en música de cámara composición electroacústica también son jóvenes. Es importante salir del gueto, que se genere un diálogo entre músicos de distintos géneros y artistas jóvenes de otras disciplinas.
Con estas ideas dando vuelta y muchas otras que quedan en el tintero, en las charlas informales de despedida aparece reiteradamente el sueño de llegar al año próximo en condiciones de reeditar las míticas bienales, de modo que el cierre del certamen resulte así un espacio más amplio, capaz de proyectarse también a otras disciplinas (artes visuales, diseño, etcétera) y fundar un ámbito en donde procrear artistas más allá de los embates o los cambios de humor del mercado. Ojalá.