Sobre el sacacorchos
En el siglo XVII se generalizó el uso del corcho como medio para proteger al vino. Originariamente, para su extracción se utilizaban tenazas de metal. Años más tarde Inglaterra fue precursor de los primeros modelos de tirabuzones. El ideal contiene una pequeña navaja que permite en dos movimientos cortar y extraer la cápsula en el segundo cuello de la botella; el tirabuzón es de acero preferentemente teflonado para que se introduzca con mayor facilidad, tiene un largo de 6 vueltas en espiral para evitar que el corcho se perfore; su palanca abatible consta de dos puntos de apoyo, lo que permite dividir el movimiento y sacar el tapón con delicadeza. Si bien es el más utilizado entre los profesionales, el mercado ofrece variables muy modernas y en algunos casos hasta llamativos diseños.
Se puede mencionar al de aire comprimido, que inyecta aire con una bomba que atraviesa el tapón con una aguja, y logra que el corcho se eleve.
Los hay de palanca, que tienen un espiral con una punta y forma tan precisa que logran un deslizamiento a través del corcho sin dañarlo, además permiten abrir botellas sin esfuerzos y en segundos.
El más utilizado en los hogares es el modelo conocido como mariposa, por contar con dos alas que se elevan al introducir la barrena, y al bajarlas el corcho sube; sin embargo, de acuerdo con su calidad y conservación, pueden oxidarse. También se encuentran los de pared, que funcionan mediante una palanca y resultan además muy decorativos. Existen las tenazas adaptadas para abrir vinos espumosos que se utilizan cuando se dificulta la apertura con la mano.
En el caso de vinos de guarda prolongada, es importante contar con los sacacorchos de dos láminas laterales, que permiten extraer los corchos intactos. Esta práctica requiere cierta destreza y elegancia.
lanacionar