Snowboard
Es un deporte fácil de aprender, que deriva del surf y del skate. Nació en Estados Unidos a mediados de los 60, tuvo su boom en Europa a fines de los 80 y ya hechó raíces en la Argentina
Chapelco, San Martín de los Andes.- "Es un estilo de vida", repiten a coro. Esa es su definición del snowboard, algo que tienen en común además del nombre, la edad y el lugar donde viven.
Facundo Huarriz y Facundo Vial Sotomayor, de 15 años, son dos de las más de 5000 personas que se deslizan sobre la nieve argentina sin bastones y con las dos piernas fijas a una tabla.
Ambos crecieron entre las montañas que protegen el semillero de snowboarders más importante del país. Ellos suben al cerro todos los fines de semana para practicar freestyle (estilo libre), la especialidad más difundida. Sus tablas y sus botas, más blandas que las del snowboard alpino, les permiten volar a cuatro metros de altura para hacer giros o vueltas mortales en el aire.
"Es casi lo mismo que el skate. Te vestís con ropa amplia, hacés pruebas parecidas y escuchás casi la misma música: hip-hop, marcha, rave, tecno... Lo sentís igual. Cuando vemos que cayó una nevada hermosa y tenemos que ir a la escuela, nos queremos morir", dice Huarriz.
Conocido por haber actuado junto a Gustavo Bermúdez en la novela Alén, luz de luna, él tiene una familia numerosa y todos -salvo su abuela- practican este deporte.
Es que la facilidad para aprenderlo es uno de los principales atractivos del snowboard: en tres o cuatro días, después de haber sobrevivido a los primeros golpes, un principiante hábil puede bajar casi todas las pistas.
"Está bueno porque te vas superando día a día. Yo nunca pude doblar tanto con los esquíes", asegura Huarriz, que tres años atrás competía en esquí alpino.
Despegar de la nieve y caer de pie, sin embargo, requiere un poco más de experiencia. "Hay mucha gente que recién empieza a andar y se lastima porque quiere hacer las mortales que vio en videos", explica Vial Sotomayor, que tiene el apoyo de varios sponsors.
Para perfeccionar los saltos y preparar las tablas, desde el año último tienen a su disposición un snowcamp, en la base del cerro, que cuenta con una cama elástica para encontrar equilibrio en el aire; y un half-pipe, una enorme media luna similar a la que usan los skaters.
Esta temporada también pueden hacer sus piruetas en la pista, sin peligro de caer sobre la cabeza de algún turista distraído. Con ese fin se construyó un snowpark: un parque de diversiones cerrado, con distintas pruebas y saltos, que tiene cuidadores de pista exclusivos.
Lo que más disfrutan es hacer free riding (andar fuera de pista) y quedarse a dormir en el cerro. "Una noche nos llevaron hasta arriba -recuerda Vial Sotomayor-. Había luna llena y nos cruzamos con un ciervo. Fue una de las cosas más lindas que me pasó en la vida."
Los Facundos, como los llaman, sueñan con entrenarse durante los veranos en España y dedicarse a este deporte en forma profesional. Por ahora llegaron a los primeros puestos del Boarder Cross, que cada año la marca Reef organiza en Bariloche.
Se trata de una carrera similar al motocross: los competidores largan de a cuatro y clasifican dos, y así se van eliminando. Hay obstáculos y gana el que llega más rápido, salvando esos obstáculos.
Según Pablo Bori, el instructor que los entrenó durante dos años, el nivel de los chicos que practican snowboard en la Argentina es muy bueno. Desde junio, él integra la nueva comisión directiva de la Asociación Argentina de Snowboard (AAS).
El principal objetivo de esta institución, fundada por uno de los primeros snowboarders argentinos, Pablo Zamani, es obtener recursos mediante sponsors para becar a los snowboarders, como se hace en otros países, para que los chicos puedan viajar al exterior y entrenarse en nuestra temporada de verano.
"Nuestras principales dificultades son conseguir el apoyo de sponsors y disponer de la infraestructura que se necesita para entrenarse", dice Agustín Tincho Palomeque, un argentino de 27 años que empezó a practicar en Chapelco en 1993 y llegó a hacer realidad el sueño del pibe: cuenta con la ayuda de cuatro marcas, que le financian sus dobles temporadas en Europa o los Estados Unidos.
En San Martín de los Andes hay tres instituciones que se dedican a enseñar este deporte a quienes tienen entre 8 y 18 años: el Club Lácar, que comenzó hace tres temporadas y el año último tuvo 30 alumnos; la Escuela de Esquí Chapelco, que en 1999 abrió su escuela de snowboard junior, y el Club Casma.
Pese a que en Bariloche también hay buen nivel de inferiores -la escuela de snowboard del Club Andino está a cargo de Mariano López, que en 1998 representó a la Argentina con esta disciplina en los Juegos Olímpicos de Invierno de Nagano, Japón-, hay pocas carreras en las que los más chicos puedan participar, ya que las marcas que promocionan las carreras suelen ser de tabaco o alcohol. Esa situación se está revirtiendo en Europa, donde las bebidas gaseosas están amenazando con desplazar a las alcohólicas de las pistas de esquí.
"En España las competencias son abiertas y tuvimos problemas a causa de un corredor de 8 años, que estaba saltando con un chaleco de whisky Ballantine´s. Y en la publicidad no puedes mostrar una marca de alcohol con un niño", explica Carlos Moreno, un español de 25 años que dirige una escuela de snowboard en Sierra Nevada.
Según la versión de Burton, una de las marcas más importantes de artículos de snowboard, este deporte nació una mañana de Navidad de 1965 en Michigan, Estados Unidos, cuando a Sherman Poppen se le ocurrió surfear la nieve junto con sus hijas.
Sólo en 1988 comenzó el boom de este deporte en Europa, porque le costó ser aceptado en los centros de esquí.
Maxi Cataldi, uno de los mejores snowboarders del país, observa que las dificultades iniciales surgieron por dos motivos: "Porque era algo nuevo y el montañés es muy cerrado; y porque el snowboard nació de gente de la playa, que no tenía cultura de montaña y rompía las diez normas de seguridad de la Federación Internacional de Ski (FIS), sin saber los riesgos que corrían en caso de avalanchas o por falta de nieve".
A la Argentina llegó en 1983, y en 1990 se realizaron las primeras competencias. "Los que habíamos aprendido snowboard en Europa nos juntamos en 1992 para armar la técnica argentina y dictar cursos", recuerda Tomás Eiletz, miembro de una de las primeras comisiones dedicadas a este deporte dentro de la Asociación Argentina de Instructores de Esquí (Aadide).
Con los años mejoró la relación entre snowboarders y esquiadores. Incluso hay quienes practican ambos deportes, o esquían con un nuevo modelo de tablas que permite girar con la misma facilidad que con el snowboard: los carvin.
"La gente encuentra en el carvin la sensación diferente que hizo que el snowboard tuviera tanto éxito", opina Angel de la Canal, director de la Escuela de Esquí Chapelco.
El snowboard se está afianzando, como el surf y el skate -dice Nicolás Nervi, realizador del programa televisivo Gravedad Zero-. Son deportes que sentaron raíces, que tienen credibilidad y fundamento, porque representan un estilo de vida", comenta.
En su programa, que durante cinco años se emitió por cable y acaba de mudarse a la TV abierta, se muestran los viajes de un equipo de argentinos expertos -Juan Beveraggi, Jorge Belardi y Rodrigo Amadeo- que viajó a otros países en busca de la nieve perfecta: recién caída, que da la sensación de ir flotando sobre el agua en una tabla de surf.
Este año, el equipo de Gravedad Zero estuvo en Canadá, donde cumplió el sueño de todo snowboarder: buscar con un helicóptero la mejor montaña, surfear la nieve virgen y volver a retomar el vuelo hacia otras pendientes.
Eso también se podrá hacer esta temporada en Chapelco, según el instructor Kiwi Malnati. Por medio de su empresa, Black Diamond´s, promete trasladar a tres personas y un guía hasta cualquier cerro del Cordón Chapelco.
Tal vez con el crecimiento de la enseñanza en las escuelas, el snowboard deje de verse sólo como un capricho de juventud. Así lo cree el instructor Federico Abeijón: "Para mí el snowboard va a tener el mismo efecto de los jeans. James Dean era un rebelde que usaba jeans, cuando todo el mundo usaba pantalones pinzados. Después se establecieron y pasaron a ser un clásico".
El snowboard en números
- 5000 personas practican snowboard en la Argentina
- 1500 tablas de snowboard se venden por año en Buenos Aires
- 500.000 son las tablas que Rossignol está fabricando para el año próximo; el doble de las que fabricó para el actual
- 700 a 1400 pesos es lo que cuesta un buen equipo nuevo (botas, tablas y fijaciones)
- 300 a 900 pesos cuesta un equipo usado
- 15 a 20 pesos cuesta el alquiler de un equipo por día
- 18% es el porcentaje de la gente que practicó snowboard durante la temporada 99 en Chapelco, en relación con la que practicó esquí
- 10 instructores de snowboard hay en la Escuela de Esquí Chapelco
- 115 pesos cuesta una clase grupal de 3 días en la Escuela de snowboard de Chapelco (*)
- 50 pesos cuesta una hora de clase particular para un snowboarder en la Escuela de snowboard de Chapelco (*)
- 77 pesos cuesta un día de clases para chicos de 6 a 15 años en la Escuela Junior de Snowboard de Chapelco (**)
(*) Precio válido para temporadas media y alta
(**) Incluye 4 horas diarias de clases, almuerzo y preceptor permanente. El precio es válido para temporadas media y alta