La reforma de este refugio detrás de las montañas trae al presente lo mejor de una época de calma e irresistible belleza rural.
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En el bullicio del centro de Palma hay un pasadizo: la estación que anuncia Ferrocarril de Soller. Una vez a bordo, tras un breve tramo urbano, el paisaje se llena de campo, de almendros y olivos, casitas de piedra y portentosas masías. Trece túneles penetran la montaña; al salir del último, el Valle de Soller aparece radiante y frondoso.
Allí se encuentra esta casa, levantada en los albores del pueblo, y reformada por el diseñador Oro del Negro y el arquitecto Manuel Villanueva, la dupla de Moredesign que le sumó todas las comodidades de la vida actual a su evidente encanto tradicional.
Ca’n (casa) Busquera es una típica finca mallorquina construida con la piedra característica de la isla.
Refugio de calma
Bien provisto de calefacción y abrigados rincones para disfrutar todo el año, el interior ofrece una paleta de marrones y terrosos realzados con blancos prístinos, combinación infalible para transmitir calma y elegancia.
Muros de piedra, techos envigados y ventanas con postigos, las señas particulares de la casa original marcaron el rumbo del interiorismo.
Un terreno escarpado
El comedor diario con la cocina se ubicó cinco peldaños por debajo del estar. Bajando un poco más está la antigua bodega de almacenamiento y hacia arriba, la escalera revestida con cerámicos típicos mallorquines.
Destellos rosados iluminan la mesada de piedra texturada (Juan Camposol). Completan muebles de madera blanqueada y un tronco como terminación del volumen que contiene el extractor de aire.
Modo slow
La suite refleja el estilo mallorquín espacioso, luminoso y compuesto por los recursos propios de la isla: la madera, en postigos y vigas al natural, y la piedra gastada del piso original.
"Nuestra primera opción siempre es trabajar con recursos locales y materiales disponibles"
Oro del Negro y Manuel Villanueva, de Moredesign
Ser huésped en el paraíso
Aprovechando una antigua construcción exterior, la habitación para invitados se une a la piscina por un sendero de cemento colado que adquiere una atractiva apariencia marmórea cuando se moja.
Uno a uno se colocaron estos guijarros de río (la mínima expresión de nuestro canto rodado) para salpicar el piso del cuarto para visitas.
Desde el abrigo del último sol hasta la textura del piso de piedras que masajean los pies descalzos, aquí el diseño se vive con los cincos sentidos
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