En tan sólo cuatro años, el local de la Costanera logró instalarse como uno de los lugares preferidos por los famosos.
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“Cuando se enteró que venía la topadora para demoler Ski Ranch, Diego Maradona me llamó para venir a defender el lugar e impedirlo. Le dije que le agradecía, pero que ya estaba perdido, que no se expusiera. Ocurrente como era, me contestó que cuando visitaba Ski Ranch se sentía como en su casa con Doña Tota y don Diego incluidos, un genio”, cuenta Liz Fassi Lavalle, la ideóloga y anfitriona del restó-disco que funcionaba en Costanera Norte, impuso en los ’90 la moda de cenar y luego ponerse a bailar, y en tiempo récord se convirtió en suceso y atracción para el mundo de la farándula.
La inauguración tiene fecha cierta: finales de 1993. De inmediato generó un boom de convocatoria. Comenzaron a desfilar por allí figuras nacionales e internacionales tales como Diego Maradona, Thalía, Luis Miguel, Susana Giménez, Moria Casan, Valeria Mazza, Chayanne, Pappo, Charly García, Enrique Iglesias, Ricardo Darín, Natalia Oreiro, Pablo Echarri, Diego Torres, Beatriz Salomón, David Lebón, Gerardo Sofovich, Alejandro Lerner, y siguen las firmas…
El final del boliche fue entre sorprendente, trágico e inesperado, porque el entonces gobierno de la ciudad con Fernando de la Rúa a la cabeza terminó tirándolo abajo, topadoras mediante, un 25 de abril de 1997.
Era considerado un “templo menemista”, y eso trajo consecuencias severas al matrimonio conformado por Liz y Omar Fassi Lavalle, quien fuera secretario de turismo del presidente Carlos Menem cuando asumió en 1989. La pareja venía trabajando con éxito con un local similar en Bariloche y decidió abrir una sucursal frente al Aeroparque.
Ambos estaban siendo investigados bajo los cargos de asociación ilícita y evasión impositiva por estar al frente de Ski Ranch. Omar fue detenido en 1998 y permaneció dos años en la cárcel de Caseros sin sentencia. A Liz también se la involucró, pasó una noche en la Alcaldía de Tribunales y luego fue liberada. Recién en 2004 la justicia absolvió al matrimonio del delito de asociación ilícita.
Liz explica a LA NACION que cuando ocurrió todo este escándalo, tanto Fassi Lavalle, su ex marido, como ella, admitieron que debían impuestos y quisieron pagarlos a través de una moratoria, pero la respuesta fue negativa: “¿Sabés qué pasó. Querían pasarle factura al gobierno de Menem y encontraron en Omar el chivo expiatorio más fácil. Él estuvo sólo un año al frente de la Secretaría de Turismo. Querían detenernos para mostrar no sé qué. Además hablaban de deudas de millones y millones y no era así. El gobierno de De la Rúa se colgó la medalla de la demolición, pero con eso lo único que logró es dejar casi cien personas más sin trabajo”, explica.
A poco que debutó…
Diego Maradona era el más mimado en Ski Ranch. Cuando llegaba, cinco hombres de seguridad lo cuidaban, no porque él quisiera ocultarse. Lo que sucedía era que si no no podía cenar. Y a ‘El 10′ le gustaba comer tranquilo para después arrancar con todo a divertirse. Sabía que era la atracción máxima y procedía en consecuencia, pero siempre respetuoso, amigo leal de sus amigos que le respondían como a nadie. En esos años era muy compinche de Luciano Castro, quien todavía no había conocido las mieles de la fama, pero disfrutaba de la amistad del astro. Liz recuerda que una noche Diego la pasó tan pero tan bien, que quiso agradecerle a la camarera con una buena propina pero no tenía pesos. Entonces sacó del bolsillo de su pantalón un billete de cien dólares y con su particular histrionismo lo partió por la mitad y le dijo: “te lo merecés, decíle que quiero que me atiendas mañana también y te doy la otra parte”.
Marcelo Mazzini, hermano de Liz, era el encargado del lugar junto a Leo Sucar, y recuerda: “Llegaba y se sentía como en su casa. Se divertía tanto bailando que transpiraba, pedía una remera de Ski Ranch, se cambiaba y nos regalaba la ropa que se sacaba. Tengo una campera de Versace de él como recuerdo imborrable. Era así, te decía ‘te la regalo’ y no había vuelta atrás. Y si no se la aceptabas se ofendía. Un grande. Yo me ocupaba de reservar las mesas, y sabía que él siempre me llamaba sobre la hora para venir, por eso por las dudas, su mesa siempre estaba preparada. Y te puedo asegurar que nunca falló”.
Infinidad de stars desfilaron por el mítico restó-disco. Uno más que particular era Pappo. Cuenta Mazzini que se comunicaba con él y le decía: “Voy pero si me vas dar bola, si no me rajo a otro lado”. A el Carpo le gustaba conversar con él porque le prestaba atención y así se hicieron muy amigos “Un tipazo, noble como pocos –detalla Marcelo, y agrega-: Era un Dios. Una noche terminó tocando con David Lebón y Alejandro Lerner, los tres juntos se pusieron a zapear. La gente estaba bailando se sentó a escucharlos durante más de una hora. Cuando termina todo, Pappo me comenta: ‘si esto lo querés armar garpándonos, no te sale. Si me llamás para contratarme para que haga algo parecido, no lo hago ni en pedo’”.
Sobre las ruedas de la fama
Las camareras de Ski Ranch fueron parte fundamental de la clave del éxito del lugar. Todas, de la primera a la última, atendían siempre con una sonrisa y una premisa fundamental: para el cliente todo tenía solución y no había plato ni trago imposible. El reconocido Bichi Fuertes, que supo triunfar en el fútbol Argentino y en Europa, se enamoró de una de ellas cuando jugaba en Platense y terminó siendo su esposa.
Una tarde noche pasó una joven junto a una amiga andando en rollers por la puerta de Ski Ranch. Mazzini la vio y se le ocurrió que sería una buena forma de servir cerveza mientras patinaban recorriendo el local. Les propuso trabajar allí y aceptaron. La rubia era María Eugenia Ritó. La conoció Tito Mariani , se la presentó a Gerardo Sofovich, otro habitué que iba siempre porque le fascinaba el lugar, pero también porque allí solía estar Sofía Oleksak (porque su hermano trabajaba en el lugar), de quien luego se enamoró y terminó convirtiéndose en su mujer. A partir de allí, María Eugenia comenzó su carrera.
Otra que logró hacerse conocida por ser habitué de Ski Ranch fue Flor de la V. “Me la presentó Cris Miró –cuenta Liz-. Vino a cenar y Teto Medina que trabajaba con Lucho Avilés como cronista de Indiscreciones le hizo una nota porque le resultó impactante. Allí la vio Sofovich y la llamó para que comenzara a trabajar con él”.
Por aquellos años Indiscreciones era el clásico programa de espectáculos y Lucho festejó las mil emisiones allí. Esa noche lo cerraron exclusivamente para eso. Los invitados llegaban en limousine y eran recibidos en la alfombra roja que se había tendido desde la calle.
Los famosos adoraban el lugar. Era el punto de encuentro para cenar y divertirse hasta que las velas no ardieran. Muchos jugadores de fútbol de la época eran infaltables, en especial de Boca y Vélez, además de directores técnicos como Coco Basile y Carlos Bianchi, quien festejó junto a su plantel y Jorge Guinzburg y Daniel Comba, reconocidos velezanos, los títulos obtenidos. De la selección argentina iban casi todos: Verón, Ortega, Crespo, el representante Gustavo Mascardi.
Cuentan que una madrugada la mujer de un talentosísimo player llegó de sorpresa porque sospechaba que estaba allí y lo terminó confirmando con sus propios ojos. Y que Mariana Nannis sin Claudio Caniggia se acercó en una oportunidad en limousine, quería que le enviaran la comida, y recibió como respuesta que no era Mac Donalds, que se dirigiera al Automac.
A ritmo de celebrities
Una noche llegó Thalía de sorpresa con un grupo de personas. Liz a pedido de los presentes le consultó si podía cantar y aceptó encantada. Lo mismo pasó cuando fue Enrique Iglesias. La gente empezaba con el ‘que cante, que cante’ cuando los veía y ninguno se negó.
Luis Miguel fue otro que los visitó de incógnito. Le cerraron un vip para él y cenó con un nutrido grupo de modelos.
Charly también se subió al escenario, igual que Chayanne. Maradona tenía la costumbre de sumarse al cantante cuya música le gustaba, como por ejemplo Diego Torres, Ariel Puchetta de Ráfaga, Roberto Edgar de Volcán, y El Bahiano. Le encantaba hacer dúo con Ricardo Darín. “Pablo Echarri era otro habitué. En ese momento estaba de novio con Natalia Oreiro y venía porque se sentía cómodo”, cuenta Marcelo Mazzini, responsable de tantas exitosas veladas.
Aunque cueste creerlo, Rodrigo era un cliente más y como todavía no había saltado a la fama, se quedaba a un costado mirando y ni siquiera se sumaba a cantar. Allí Miguel del Sel hizo el lanzamiento como cantante de salsa. Y Ricky Maravilla era muy recordado por su insistencia para bailar en el cásico trencito que aburría a las camareras. La banda que siempre estaba y animaba la movida era Babydoll, con Marcelo Ruscitti como intérprete, que invitaba con cordialidad a todos sus colegas famosos cuando asistían a sumarse a cantar.
Divas como Moria, Susana y Alfano también eran grandes animadoras de noches muy recordadas. Igual que Valeria Mazza con Alejandro Gravier, Yuyito González, Gustavo Guillén, Marixa Balli, Pata Villanueva en pareja con David Lebón, y sus hijos Bernardita y Robertino, Beatriz Salomón, Analía Maiorana con Martín Terra, su pareja de entonces que era cocinero, Alejandra Pradón, Carolina Peleritti, Pancho Dotto… “A la gente le gustaba venir porque se mezclaba con celebrities en un clima de cordialidad donde nadie se sentía discriminado, todos se divertían con todos”, destaca Marcelo Mazzini.
La fiesta inaugural la organizó el recordado PR Javier Lúquez con dos mil invitados. El mural de la calle lo había hecho Pablo Chiappori, decorador star. Ski Ranch por entonces competía con boliches de la talla de El Cielo de Poli Armentano y Pachá, además de Buenos Aires News y Coyote.
El restó además era refugio de banqueros y empresarios como Richard Handley, Franco y Mauricio Macri, Joe Lewis, quien abrió el primer Hard Rock Café de Argentina, y Luciano Benetton.
Marcelo Mazzini insiste con que lo de la demolición fue una locura: “Porque la concesión no era de Liz y Omar, sino de dueños anteriores que tuvieron otro restaurant llamado L’aqua. No les iba bien y entonces ellos lo subalquilaron. Cuando el gobierno de la ciudad comienza con el juicio de desalojo no se lo inicia a mi hermana y su marido, sino a los dueños. Igual salía publicado que era a Liz y Omar. Se hablaba de una evasión fiscal de 20 millones de dólares, una mentira inmensa. Pedimos Hablar con De la Rúa para que no lo demoliera porque dejaba a mucha gente sin trabajo. Nos dijo que lo iba a pensar, pero no le importó. Y un día apareció con las topadoras”.
Liz agrega que le dolió por la gente que trabajaba. “Eran tan unidos y buena gente que hoy mantienen un grupo de Facebook que se llama “yo fui parte de Ski Ranch costanera”. En esa época yo trabajaba igual que ahora, organizando eventos y lugares. Me costó reponerme porque cuando quisieron detenerme casi me suicido. Hoy sigo insistiendo en el sector gastronómico, uno de los que más sufrió por la pandemia, con Mr Pollo en Palermo, restó-delivery de comida peruana”.
El día que cerró Ski Ranch, la gente que había concurrido bailó con los empleados que hicieron una sentada simbólica a modo de protesta pacífica y de un día para otro pasaron a ser desocupados. En el lugar que ocupaba el restó se hizo la Plaza Puerto Argentino y luego se trasladó el Monumento a Cristóbal Colón.
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