Pep Bernadas cuenta sobre sus viajes, su manera de concebir el turismo y sobre la librería Altaïr, famosa por sus estantes colmados de literatura viajera
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“Altaïr es una apuesta extraña que hice. Soy antropólogo, y fue frustrante encontrarme con compañeros con los que no puedes hablar de nada. Yo viajaba mucho porque estaba haciendo una tesis en el Sahara central, que fue un gran descubrimiento en muchos sentidos”, cuenta Pep Bernadas en diálogo con LA NACION desde su hogar en Barcelona. Fue en ese entonces cuando “descubrió” que las historias contadas a fondo y el contacto con pobladores seducen a quienes pasan por ciertos lugares y terminan modificando su visión de las cosas a partir de esos encuentros. Y pensó entonces en montar un espacio vinculado a los viajes que permita ofrecer una visión del mundo basada en la antropología, sociología, geografía, filosofía.
El mundo en mil historias
“Es como una gran máquina de hacerse preguntas. De a poquito, te haces opinión propia de cada lugar, siempre en relación con quien te lo cuenta, no con lo que imaginas. Tú estás de paso. La gente que nació y creció ahí, que mira el mundo desde ahí, es capaz de contarte su mundo, sus frustraciones y expectativas, su entorno. Y eso es riquísimo, porque acabas dándote cuenta de un montón de cosas de otro país. El viaje es un aula abierta”.
Altaïr es un concepto, una mirada particular sobre la cultura viajera. Y Pep es, por supuesto, un experimentado viajero. Aquel viaje al Sahara, al sur de Argelia, norte de Mali y norte Níger, fue una suerte de travesía iniciática, que lo marcó para siempre. Volvió tantas veces, que ya perdió la cuenta. “Esto cambió mi vida completamente, porque tuve la gran suerte de tener encaje en esa sociedad, de vivir a un ritmo más lento que el que me tocaba en Barcelona, y sobre todo participar de modos de pensar distintos al mío, que te hacen crecer muchísimo y te obligan a pensar muchas cosas. La gente que ahí encontré son como mis hermanos”, dice acerca de las tribus Tuaregs del desierto. Con ellos compartió travesías de varios días, mudanzas de campamentos en los que llegó a conocer profundamente la idiosincrasia de estos pueblos nómadas. “De vez en cuando toca echar un vistazo, darnos un abrazote, pasar unos días con ellos”. Aunque ahora, con la movilidad reducida por un accidente que sufrió en el año 2001, le cuesta más volver.
“Cualquier lugar del mundo te ofrece esta capacidad de profundizar, relacionar, intentar comprender personas que encuentras, y estar ahí fue lo que me permitió montar Altaïr, pensando que el viaje era una herramienta interesante para contar el mundo o para que cada uno se cuente el mundo”.
Libros y café: un punto de encuentro para arreglar el mundo
La librería Altaïr nació en 1979 y pasó por tres sucursales. La que ocupa hoy, en la Gran Vía de les Corts Catalanes, es un gran espacio donde los libros se ordenan geográficamente. Cada país tiene un espacio en el que hay información general que incluye ensayos, literatura autóctona e información general, guías y mapas. “Para mi la literatura es fundamental. Es importante sumar todo lo que aporte una visión del lugar. Cuando leí El Interior, de Martín Caparrós, me abrió un montón de ventanitas. Cuando viajo, si tengo un referente soy capaz de mirar, si no, no se que mirar. Hay diálogos, escenarios, maneras de pensar, de decir, todo esto va sumando y acabas creándote un marco de referencia que te ayuda muchísimo a ubicarte en los lugares”.
En Altaïr, además, hay un pequeño café, un punto de encuentro “para arreglar el mundo”, como le gusta decir a Bernadas. Por ahora se mantiene cerrado por la pandemia. También hay un fórum para sesenta personas que mantiene sus actividades con el aforo reducido a la mitad.
"El viaje es un hilo conductor que te cuenta una historia y la historia es un escenario cada día. Buscamos la manera de conocer un territorio a fondo"
Pep Bernadas
En 1984 nació la agencia de viajes. Pep y su socio tenían contactos en países que no eran muy visitados, y facilitaban información a quienes querían viajar a esos destinos. “Entonces montamos la agencia con la expectativa de invitar a viajar por cuenta propia, proponer viajes con gran contenido cultural. El viaje es un hilo conductor que te cuenta una historia y la historia es un escenario cada día. Buscamos la manera de conocer un territorio a fondo”. Más adelante, en el ’93, dio a luz la revista impresa, una joya trimestral con ediciones monográficas por países o regiones, que llegó a tirar 30 mil ejemplares. En 2013, una crisis muy dura forzó su cierre. La publicidad desapareció y las ventas bajaron en picada.
Prometieron volver, y entonces junto a Peré Ortín (director periodístico) pensaron en un espacio para hablar del viaje como una reflexión. Con ese horizonte, en 2015 nació Altaïr Magazine, la revista digital. “En el ’91 no había información como la que hay ahora en la red. Ahora buscamos dar contenidos más conceptuales, no repetir lo que está en las guías. La ambición es la de publicar contenido en el que cada país tenga varias piezas que leer y pensar antes de viajar. Como mínimo saber de que va este país”.
En 2017 volvieron a los monográficos, con un especial de Cerdeña, pero como no es redituable ahora están condicionadas a que aparezcan patrocinadores. Y en 2020 editaron el libro Contar (Nos) el mundo, que contiene una serie de crónicas de viaje con textos de cronistas como John Lee Anderson, Jorge Carrión, Rodrigo Fresán, Martín Caparrós, Leila Guerriero, o el propio Pep, que en su propio texto, El viaje como búsqueda, una suerte de ensayo sobre la crónica de viajes, escribe : “…Si entendemos el viaje como motor de cultura y de conocimiento, su esencia última es de otro orden, y va más allá del mero consumo de servicios, se desprende del encuentro franco y abierto con el otro, de un baño de humanidad que absorba el sentir, los valores, las preocupaciones y la manera de estar en el mundo de quienes nos acogen…”.
Un barco para leer de viajeros y fronteras
Altaïr es una estrella, la más brillante de la constelación de Aquila, pero el nombre de la librería es un mix de varias cosas, y sobre todo un homenaje a un viajero que Pep admira desde chico. “Yo era un niño rural que se pasaba el día leyendo y así conocí a Henry de Monfreid, un autor francés que tenia un barco llamado Altaïr. Para mi era un héroe, un tipo de los años sesenta con una visión de un mundo sin fronteras, en la que cada persona es un mundo. Me pareció maravilloso, y cuando tuve que ponerle nombre a la librería, pensé en Altaïr. A ver si me sale algo parecido a Monfreid”, ironiza sobre este aventurero, escritor, fotógrafo, y hasta traficante de armas y hachís, que se embarcó en un sinfín de aventuras a bordo de su velero con la proa puesta en África.
Bernadas enumera también un puñado de viajeros- escritores que admira. “El amigo Caparros me encanta, personas como Chatwin tienen cosas muy interesantes, Kapuscinky me interesa muchísimo. Intentaba transmitir con alma lo que estaba contando, y era capaz de fijar información y conocimiento. Era un tipo muy interesante, muy humilde y seductor”, afirma sobre el legendario periodista polaco, a quien conoció personalmente.
“Todo lo que me aporta visión de lugar, me sirve. Me interesan los personajes que tienen algo que decir”, sintetiza y menciona a Robert Kaplan, quien en su libro Venganza de la geografía reivindica las fronteras naturales. “Habla de lo que nunca se debía separar y lo que nunca se debía unir. Es un ejercicio de nacionalidad geográfica, y eso que parece tan simple, en el mundo político deja de serlo”.
Pandemia y gentrificación: “Hay personas a las que solo les importan las selfies”
En medio de una pandemia que viene a reconfigurar usos y costumbres, el viaje como hecho turístico, cultural y económico, está en un punto de quiebre, aunque Pep no cree que se vayan a modificar mucho las cosas. “Creo que la forma de viajar asociada al consumo no va cambiar mucho. Será, básicamente, eliminar destinos que dan miedo, mantener el parque temático que es el mundo y mostrar en quince días un itinerario enorme. Porque hay un montón de personas que viajan por poco tiempo y en el fondo lo que les importa son las selfies, el restaurante, las compras y contarlo. No hay intercambio con la gente, se trata de pasearse por el mundo en una jaulita de oro y volver verificando lo que ya pensabas, donde el mundo es un espectáculo y el turista un espectador. Yo creo que es genial informarse antes de ir a un lugar y pensar el viaje, prepararlo. Todo esto, junto con redes como Couchsurfing, abren un horizonte interesantísimo. Bienvenida toda la tecnología posible, cuando se usa como un medio”
Hay un montón de personas que viajan por poco tiempo y en el fondo lo que les importa son las selfies, el restaurante, las compras y contarlo. No hay intercambio con la gente, se trata de pasearse por el mundo en una jaulita de oro y volver verificando lo que ya pensabas, donde el mundo es un espectáculo y el turista un espectador
Por otro lado, en Barcelona, que es una de las ciudades europeas que más sufrió la gentrificación, la pandemia dejó al descubierto las falencias de este fenómeno. “Si tu vives ahí no podrías comprar arroz, solo hay negocios para turistas, se ha dejado paso a lo más rentable para quien tiene negocios, pero la gente del lugar tiene que marchase. Han jodido el alma de la ciudad. Es un parque temático”.
Pero ahora, el paisaje vuelve a cambiar. “Los monocultivos de pisos para turistas se fueron en picada. Fue muy interesante porque es la constatación de que trabajar de esa manera no lleva a ninguna parte. Ahora muchos han aceptado ponerlos en alquiler a un precio correcto para residentes en vez de dejarlos en el mercado turístico. Todo el mundo del turismo en Barcelona lo ha pasado fatal. Hay que entender que el turismo es un sector más de una sociedad y que debe estar dimensionado en función de los otros. Yo creo que cuando pase esto, todo va a ser igual. Pero ha hecho comprender, en parte, que el mercado exterior siempre es una cosa coyuntural”.
Conocer más América Latina
Para alguien que hizo del viaje una forma de vida, preguntar qué sitios le quedan por conocer no es fácil de responder. Pero no es el hecho de viajar por viajar, sino, como sugiere Bernadas una y otra vez, hacerlo en profundidad. “Para mi un lugar interesante es cuando conozco alguien interesante de este lugar. Aunque hay territorios que pesan, como la ex Unión Soviética, me encantaría conocer las repúblicas aquellas”, dice y agrega que también le gustaría conocer más América Latina, porque una cosa es pasar por un lugar, y otra conocerlo. “Me gustaría tener tiempo de vivir en un lugar, compartir, estar. En México voy habitualmente al mismo hotel, y el kioskero de enfrente me guarda el diario La Jornada, me comenta la portada, y hablamos de mil cosas. Esto es el viaje que quiero, para lo demás me meto en internet y lo veo mejor. Lo que importa es que cada cual sea capaz de hacer su relato. Lo que vivió, sintió, que lo movió. Creo que el aporte de los que hacemos reportajes de viajes es intentar dar esa visión poliédrica del viaje, e invitar a pensar todo aquello que encuentras con esta mirada abierta, con más preguntas que respuestas. El viaje es actitud sobre todo, una actitud que no se puede comprar con dinero. Y el viaje-consumo se trata de servicios que se compran con dinero. Reivindico la actitud de ser capaz de pensar el mundo de otra forma. Que la invitación a la curiosidad no pase de largo”.
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