Un día, Cristian Sosa se agachó y las piernas no le respondieron para incorporarse; era el síntoma de una enfermedad neurológica que nunca pensó que le diagnosticarían y que lo llevó a una dura rehabilitación que enfrenta con entereza
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Cristian Sosa (48) venía de pasar unas muy lindas vacaciones con su pareja en Pinamar. Descansaron y disfrutaron mucho de la playa y de la compañía de amigos con los que se habían encontrado, pues que estaban veraneando en el mismo lugar.
Lejos de deprimirse por tener que volver a la rutina de todos los días, Cristian estaba muy contento porque uno de sus proyectos era terminar la carrera de Martillero Público Nacional para poder desarrollarse en ella.
Una tarde Cristian tuvo una infección gastrointestinal, por lo que acudió a la guardia de un hospital donde lo medicaron y le dijeron que volviera a su domicilio.
Los días fueron transcurriendo hasta que un martes comenzó a sentir un hormigueo en el brazo izquierdo que se extendió hacia el derecho. “Pensando que era algo muscular, no le di importancia, pero el miércoles estaba solo en mi casa, me agaché y al querer incorporarme no tuve fuerza en las piernas, no me respondían. Seguido de eso, el hormigueo se extendió a la mandíbula, pensando que era un ACV por lo que llamé a emergencias donde me trasladaron nuevamente a la guardia”, relata Cristian.
Un inesperado diagnóstico
En ese centro de salud le realizaron muchos estudios que descartaron un ACV y le administraron analgésicos. “Volví a mi casa por la madrugada. Me quise levantar de la cama y me caí al piso porque el cuerpo no me respondía, me ayudaron a incorporarme y como con el correr de las horas no mejoraba nuevamente, llamé a Emergencias y quedé internado en Terapia Intensiva”.
Cristian dice que no entendía qué le estaba pasando. Estaba consciente y podía hablar, pero ya no podía mover ninguna de sus extremidades. Mientras tanto, su pareja, que lo había acompañado en el traslado en ambulancia, permaneció todo el tiempo a su lado.
A Cristian le efectuaron una punción lumbar que arrojó que tenía el Síndrome de Guillain-Barré, un problema de salud grave que ocurre cuando el sistema de defensa del cuerpo (sistema inmunitario) ataca parte del sistema nervioso periférico por error. Esto lleva a que se presente inflamación de nervios que ocasiona debilidad muscular o parálisis y otros síntomas.
“Lo primero que pregunté es si me iba a morir porque me asusté mucho, pero me dieron tranquilidad y me explicaron el tratamiento al que me iban a someter. Consistía en administrarme inmunoglobulina durante cinco días. Pasados esos días me llevaron a una habitación individual de piso, hasta que me dijeron que tenía que hacer rehabilitación para volver a recuperar la motricidad y me recomendaron el Centro de Rehabilitación de Los Pinos en Pacheco”.
La etapa de la rehabilitación
“Cuando Cristian ingresó aquí venía en una etapa aguda de su enfermedad, con un compromiso motor severo en los cuatro miembros, donde no podía mover ni los brazos ni las piernas y tenía que ser asistido en forma completa para todas sus actividades de la vida diaria. El panorama era reservado porque había que ver cómo evolucionaba su cuadro, aunque sea un paciente joven. Comenzó una etapa de rehabilitación intensiva en todas las áreas con un apoyo de psicología en forma sostenida y permanente”, explica Betina Llanes, médica fisiatra.
“Primero se ocuparon el grupo de kinesiólogos, terapistas ocupacionales y médicos de hacerme lograr el control del tronco para poder mantenerme sentado en una silla de ruedas. También tuve mucha contención psicológica y algo muy bueno y novedoso para mí es la canoterapia, donde vienen con perros Boyero de Berna y Schnauzer y trabajamos los brazos y las piernas activando la sensibilidad y los movimientos. Eso en mi caso me hizo pensar mucho en mi perrita y me motivó para mover mis manos de forma rápida”.
Logros importantes
En estos siete meses que Cristian lleva rehabilitándose tuvo un gran avance, al punto de que en la actualidad se puede parar y dar sus primeros pasos.
“He podido volver a controlar el cuerpo y recuperar la marcha en forma asistida. Hoy en día ya puedo caminar con andador acompañado por un kinesiólogo. Poder volver a mover las manos, agarrar una taza de café, girarme solo en la cama, propulsar yo mismo la silla de ruedas. Todo esto es gracias a la rehabilitación diaria que tengo mañana y tarde todos los días de la semana, donde hago rutinas de ejercicios de fuerza y de motricidad”, se enorgullece.
A la hora de hablar de sus fortalezas, Cristian reconoce que una de las cosas más importantes es que siempre mantuvo una buena comunicación con las personas que vienen siendo parte de su rehabilitación, tener paciencia, no perder el optimismo, como así también dar apoyo y contención a otros compañeros que están pasando por situaciones difíciles.
“La historia de Cristian nos enseña que con resiliencia todo es posible”
“Aprendí que la resiliencia y el apoyo de quienes amamos son fundamentales para superar los momentos difíciles. En mi caso, enfrenté una situación muy desafiante, pero el amor y la contención de mi pareja, de mi familia política y la dedicación del personal médico hicieron una gran diferencia en mi recuperación. A pesar de las dificultades, encontré en mi entorno la fuerza para seguir adelante y no perder la esperanza”, dice Cristian.
“El paciente tuvo una gran resiliencia para afrontar esta situación. Se dejó acompañar a pesar de que estaba enojado y le costó en una primera etapa la adaptación al Centro, pero si no hubiera sido por esa fuerza de voluntad posiblemente no tendríamos los buenos resultados de hoy. La historia de Cristian nos enseña que con resiliencia todo es posible. La empatía y escucha hacia otros compañeros le mostró que no está solo en este camino. También es clave la importancia de confiar en el equipo tratante”, dice Llanes.
Con el transcurso del tiempo y con el sacrificio y el empeño de todos los días, Cristian sueña con poder recuperar la movilidad de la mayor parte de su cuerpo. Ese es su objetivo a mediano y largo plazo ya que, reconoce, no hay una fecha estimada para una recuperación total y tampoco puede asegurar hasta dónde llegará.
Mensaje alentador de Cristian
“Lo más importante es recordar que cada pequeño avance cuenta y es el combustible para seguir avanzando en la recuperación. Ya sea volver a mover una mano, caminar con un andador o simplemente mantener una actitud positiva, cada paso es una victoria. En este proceso, el sentido del humor y la actitud optimista juegan un papel crucial y me han enseñado a valorar cada momento y a disfrutar de las pequeñas cosas de la vida”.
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