Sin pan y sin trabajo / Cómo ver la obra
Claves para observar una de las telas más conocidas de un autor profundamente interesado en las temáticas de carácter social
La obra Sin pan y sin trabajo (también conocida como La huelga) nos recuerda que cada vez que nos conmueve un cuadro, lo que ocurre es que la materia ha sido sabiamente transmutada. Las respuestas en el observador tienen mucho que ver con su percepción, interés o autonomía para permitirse la libertad de evaluar. Pero más allá del espectador está la maestría lograda por el pintor en la expresión de una dimensión personal. Sobre todo, su amor por lo que intuye y el respeto por el lenguaje elegido para expresarlo.
Este preámbulo es útil para descubrir la calidad de esta obra de temática obrerista.
De la Cárcova comenzó a pintarla en 1892, en Roma, cuando tenía 26. La finalizó en Buenos Aires, en 1893. Un año después, la expuso en el II Salón del Ateneo con excelente repercusión. El cuadro da cuenta del modo en que, durante su larga estancia en Europa, el joven artista asimiló las preocupaciones sociales que conmovían al Viejo Continente. Ese clima de agitación se traducía en la búsqueda de formas expresivas que dejaran atrás las fantasías románticas o la exaltación del pasado clásico. Por eso, muchos artistas prestaron atención a la descripción cruda y detallista de la realidad.
Es redundante señalar las múltiples diagonales que atraviesan un plano en el que todo parece estar en un equilibrio inestable. Eso insinúa y describe la vulnerabilidad de la vida que habitan los personajes. Los colores de tono bajo y monocorde profundizan el dramatismo de la situación. Toda la escena está pintada con un efecto de contraluz. Las sombras duras, sin matices, propias de este tipo de iluminación, aportan mayor dramatismo a la composición. El pecho exhausto de la mujer, los gestos tensos y duros del hombre, las herramientas de trabajo inertes sobre la mesa: todos estos elementos aparecen resaltados por el contraste entre luz y sombra.
En el interior apenas iluminado de la casa, el clima es de angustia, desazón y tristeza.
Quisiera agregar a estas reflexiones la referencia a una obra que me impactó en una edición del Premio Banco Ciudad presentado en el Museo Nacional de Bellas Artes. En la edición 2001, Tomás Espina mostró una fotografía que reproduce el cuadro de De la Cárcova, pero situando un personaje joven y actual en el lugar ocupado por la mujer y el bebe. Así, con gran potencia y fuerza, este autor refirmaba la vigencia de una gran obra que sigue conmoviendo aunque date de 1892.
Porque el gran desafío del arte es sobrevolar lo literal, triunfar sobre lo obvio y trascender la razón. Lo que no implica que haya que negarla, sino acceder a una dimensión diferente.
Datos útiles
- Año: 1892/93
- Técnica: óleo sobre tela
- Medidas: 125,5 cm x 216 cm
- Dónde encontrarlo: Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA), Avda. del Libertador 1473; 4803-0802
Ernesto de la Cárcova
(1866-1927) activo promotor de empresas artísticas, fundó la Escuela Superior de Bellas Artes donde se formaron numerosos plásticos que luego actuarían en el medio local. En sus trabajos se inclinó por la estética naturalista.
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