Sin filtro: las versiones más desopilantes del teletrabajo
Teníamos que vivir una cuarentena para que los demás conocieran una versión poco filtrada de nosotros mismos. Esta podría ser una de las lecturas de lo que viene sucediendo desde que el presidente Alberto Fernández declaró el aislamiento social, preventivo y obligatorio, hace ya dos semanas. Y ocurrió lo inesperado: de un día para otro nos vimos forzados a seguir adelante sin muchos de los insumos a los que estamos habituados para vernos bien, como tinturas para el pelo, y a compartir 24x7 con los demás miembros de la familia espacios, dispositivos, tiempos y rutinas nuevas, inventadas sobre la marcha, para hacer malabares y seguir trabajando. Y eso no siempre sale como esperábamos.
Así lo demuestran virales que circularon estos días por las redes, como el de la persona que dice que durante el coronavirus es necesario mantener la calma, hasta que repentinamente empieza a gritarle a su hijo que se baje de la heladera. O como el video en el que en plena reunión en Zoom una de las participantes apoya el teléfono en el piso del baño, se baja los pantalones y se dispone a hacer pis, ante la mirada atónita de los demás.
En el plano laboral, si bien en muchas agencias, start ups y empresas desde hace tiempo que las fronteras entre lo personal y lo laboral se vienen borroneando debido en parte a un uso cada vez más extendido del home office, lo cierto es que para muchos empleados de otras, con estructuras más rígidas o formales, estar hablando desde el living de su casa con la posibilidad de que el resto de la familia se aparezca en cualquier momento puede resultar no solo nuevo sino a la vez estresante.
"El otro día estábamos en una call, y un compañero puso mute para retar el hijo pero no apretó bien el botón y todos escuchamos. Él nunca se enteró pero los demás no sabíamos dónde meternos", cuenta Laureano, de 39 años, que trabaja en una multinacional. Esa no fue la única situación poco habitual que vivió durante estos días: conoció los ensordecedores ladridos de las mascotas de clientes que impedían continuar una reunión y al hijo de otra compañera que irrumpió para pedir que la ayuden a limpiarse porque se había hecho caca.
Lo mismo le ocurrió a Paula: mientras hablaba con su jefe pasó por detrás su mujer en ropa interior, que salía de bañarse, y no había advertido que su marido hablaba desde la habitación para agarrar mejor señal. Paula se hizo la distraída, aunque, según los especialistas, lo mejor es darle lugar a este tipo de situaciones, blanquearlas, y recurrir al humor para salir del paso.
En este sentido, Andrea Churba, consultora especializada en el cambio de los individuos y las organizaciones, cuenta divertida: "Tuvimos una reunión, éramos dos personas de mi equipo y dos gerentes generales de una empresa importante y era muy gracioso porque de pronto se le subió a uno el perro encima, y entonces todos nos presentamos los perros. En cualquier otro momento no se genera ese grado de intimidad, que vean el living de tu casa, tu mascota, pero de repente aparece tu hijo y se los presentás. También esta semana estábamos en una call por Zoom con diez personas y de repente se escucha que alguien tira la cadena, y yo no se por qué en vez de dejarla pasar dije ‘quién tiro la cadena’, y una, muy avergonzada, dijo ‘fue en mi casa’. ", relata.
Nuevo paradigma
"La gente que ya trabajaba desde la casa está acostumbrada a escuchar el ladrido del perro o los chicos jugando, y esto tiene que ver con una tendencia que es un paradigma de nuestra era, donde no estamos escindidos vida privada/ vida de trabajo. Hoy lo que se llama wholeness es un nuevo paradigma", sostiene Paula Molinari, presidenta de WHALECOM, consultora en gestión del cambio y desarrollo de organizaciones e individuos.
Sin embargo, claro está que incluso quienes están acostumbrados a hacer home office, lo hacen en un entorno de organización y tranquilidad, con hijos en escuelas y límites claros en cuanto a ambientes en la casa y horarios, para evitar interrupciones. Nada de eso ocurre en estas semanas. Por eso, para Churba, es central de qué forma encaren su liderazgo los jefes en este contexto: "Yo estoy charlando mucho con mis clientes y les estoy diciendo que este momento requiere de mucha flexibilidad, porque hay mucha demanda simultánea de la casa y el laburo. Yo creo que la capacidad empática de los líderes se tiene que poner a flor de piel, es clave preguntar y decirles ‘contame, cómo es tu situación, cuál es tu mejor horario, te viene bien que nos conectemos a tal hora, de qué modo. Esas conversaciones empáticas poniéndose en los zapatos del otro es algo fundamental", analiza.
En la misma línea, muchos empleados decidieron asumir lo caótico del momento y dejar de lado las exigencias. "Yo ya me relajé. Estoy con mis tres hijos en casa, tengo mascota, estoy haciendo de 7, 8 horas de teletrabajo, y mi marido se ocupa, pero a su manera. Si sumas todo, estoy haciendo mi trabajo, el de tres maestras, el de la niñera y el de la chica que trabaja acá. Además de comprar y desinfectar toda la casa día por medio. Nunca está todo como debería estar: platos limpios, casa ordenada, niños haciendo tarea y yo trabajando. Así que lo siento mucho. Todo no se puede", cuenta, exhausta, Yamila, productora de 36.
No solo eso: las tareas pueden desbordar, es cierto, pero también ocurre que tanto en las llamadas laborales como personales, empezamos a aparecer como estamos: cansados, desaliñados, sin tanto maquillaje.
¿Aprenderemos algo después de esta cuarentena? ¿Habrá cambios que perduren? En este sentido, Juan Eduardo Tesone, miembro titular APA, plantea: "Quizá sea, en efecto, una oportunidad para compartir con el otro angustias, complejidades y preguntas interiores que vayan surgiendo. Puede ser un momento rico en pensamientos y vivencias, en las cuales uno ordena en jerarquía lo que realmente importa. En este tipo de momentos, como los que estamos viviendo, puede surgir lo más genuino de cada uno, a veces alienado o postergado en el vértigo de la vida cotidiana. Y hablando de caos y para no temerle tanto, no está de más citar a Nietzsche, cuando decía: ‘Hay que tener caos en sí-mismo para dar a luz una estrella que danza’, cierra el profesional. El tiempo dirá.