El departamento de Silvina Luna (40) está ubicado en el piso 18 de una torre en Puerto Madero. La inmensa luz que entra a través de los ventanales del living bien podría ser un reflejo de la búsqueda y el presente que vive la protagonista de esta entrevista. A diez años de la cirugía estética que le provocó una insuficiencia renal crónica (el médico Aníbal Lotocki le hizo una liposucción y luego mezcló la grasa con metacrilato –producto prohibido para esa práctica– y se la inyectó en los glúteos), la actriz, modelo y conductora sabe mejor que nadie lo que es trabajar duramente con uno mismo para poder dar vuelta la página. Dejar atrás ese capítulo de su vida no es tarea fácil, pero como ella misma dice "prefiero quedarme con la enseñanza que me dejó esa experiencia y no seguir lamentándome".
–¿Cuánto hace que sos coach ontológica?
–Hace un año me encontré con la ontología gracias a una amiga y pude ponerle nombre a un proceso que venía haciendo con otras disciplinas, como el yoga, la meditación, el counseling, además de haber estudiado Kabbalah y budismo. El coaching me dio herramientas para cambiar viejas actitudes, creencias y prejuicios que traía conmigo, mi forma de relacionarme en un vínculo. Fue como poder distanciarme de mis propias etiquetas y de las etiquetas que los otros ponen en mí.
–¿Cuánto peso tenían las miradas ajenas?
–Creo que es algo que nos pasa a todos, pero se potencia cuando trabajás en un medio como la televisión, donde estás bajo una lupa. Tuve momentos en los que no confiaba en mí, en los que me sentía demasiado expuesta o buscaba la valía en mi apariencia física, pero con esfuerzo y trabajo interno, pude correrme de ahí. Pude reescribir el libro de mi vida.
–En el día a día, ¿podés realmente abstraerte de la mirada ajena?
–Es algo que tengo controlado, pero no fue de la noche a la mañana que pude no hacerle caso a lo que digan u opinen de mí. Eso me trae paz. Claramente, las críticas siempre van a existir, pero está bueno entender que ese otro se fija en vos porque tiene algo no resuelto y necesita poner sus frustraciones o sus inseguridades afuera en vez de trabajar para ser o estar mejor.
–¿Cómo estás de salud?
–Muy bien, por suerte. Sigo con el tratamiento de corticoides y estoy estable.
–Se cumplieron diez años de la cirugía estética que te cambió la vida para siempre.
–Sí, fue una decisión equivocada por querer alcanzar un cierto modelo de belleza y lamentablemente tuvo consecuencias en mi salud. Pasé años exponiendo mi cuerpo, pensando que el envase era lo único importante.
–¿Te enojaste con vos en algún momento?
–Ya me perdoné y fue una gran salvación. Es muy fácil poner la culpa en el otro, pero me tengo que hacer responsable de lo que me dejé hacer. Es mucho más interesante ser la protagonista de mi propia historia porque me permite aprender de mis aciertos y mis errores.
–Todo este cambio también se tradujo en tu alimentación.
–En realidad es algo que ahora se hizo más visible, pero empecé a cambiar mi alimentación a los veintipico. Fue un proceso que me acercó al vegetarianismo. En realidad, soy pescetariana porque cada tanto como algo de pescado. Soy de Rosario y se ve que tengo el río adentro. [Se ríe]. Me acuerdo de los pescados que mi papá me hacía a la parrilla…
–¿Cómo cuidás tu cuerpo hoy?
–Me encanta cuidarme y verme bien, pero no con esa cosa obsesiva que tuve alguna vez. Hoy me miro al espejo y me gusta lo que veo. Tengo una mirada más amorosa conmigo: admito el paso de los años y lo llevo lo mejor que puedo. Me interesa la salud por sobre todas las cosas y por eso creé un espacio en Instragram (@simple&consciente), donde presento y trabajo con mucha de la gente que me ha ayudado en mi cambio de vida.
–En junio, cumpliste 40 años en cuarentena. ¿Hubo festejo por Zoom?
–No, no quise, no estaba con la energía para hacer un "zoomple". Ya dijimos con mis amigos que el año que viene hacemos gran fiesta para celebrar el cumpleaños de todos juntos. O sea que este año no cumplí, tengo 39 todavía.
–¿Cómo te pegó el cambio de década?
–Es el peso de un número, pero me encuentra en un gran momento personal, así que no pasa nada. ¡Soy una cuarentona feliz y muy coherente conmigo misma! [Se ríe].
–¿Estás de novia?
–No, hace dos años que estoy sola. Fue una elección. Igualmente, me gustaría volver a enamorarme, encontrar un hombre consciente que venga a sumar.
–Cuándo decís que fue una elección, ¿a qué te referís concretamente?
–Creo que antes tenía una necesidad emocional y por no animarme a estar sola, estaba de novia. Me di cuenta de que estar sola también se siente bien. Hoy quiero estar con alguien que tenga ganas sinceras de acompañarme, un mundo propio y gran capacidad de disfrute.
–¿Te gustaría ser mamá?
–Sí, voy a congelar óvulos. Ya lo tengo pensado y voy a concretarlo en breve.
–¿Serías madre soltera?
–No lo sé, lo estoy meditando, pero podría ser una posibilidad.
–Con tu problema de salud, ¿podés quedar embarazada?
–Es algo que estamos viendo con mis médicos. Si no es por la vía natural, será por otros caminos. Hay muchas maneras de ser madre.
–Si mirás para atrás, desde que entraste a Gran Hermano, ¿volverías a hacer el mismo recorrido?
–Fue como debió ser. Todo lo que me pasó fue parte del plan que tenía que llevar a cabo en esta vida… Yo lo creo así.
–En todos estos años, ¿viviste alguna situación de acoso?
–Acoso no, pero situaciones poco felices, sí. Creo que los hombres hoy se cuidan un poco más y nosotras ya no nos callamos. Pensá cuántas de nosotras fuimos criadas por una madre machista que nos transmitió que teníamos que aceptar y decir a todo que sí. Por lo menos, ese fue mi caso.
–Tu mamá sufrió violencia de género por parte de tu papá…
–Sí, igual prefiero no hablar más de este tema porque ellos ya no están en esta vida y no quiero hablar de mi padre en esos términos. Es un tema sanado y hoy siento amor y agradecimiento hacia ellos.
–¿Cómo te estás llevando con la cuarentena?
–Afortunadamente tengo trabajo [es panelista de El show del problema, por Canal 9) y por eso salgo todos los días. No sentí tanto el encierro y el aislamiento. Como nos pasa a todos, extraño el contacto con mis amigos y mis afectos, pero trato de transitarlo de la manera más relajada que puedo. Es algo pasajero que nos está dejando muchas enseñanzas, sobre todo poner en práctica la tolerancia, la paciencia y aprender a domar la incertidumbre que nos provoca esta situación. Vivimos con la ilusión de que podemos controlar o prever las cosas y esta pandemia, entre otras cosas, nos vino a decir que todos los planes que teníamos quedaron stand-by hasta nuevo aviso.
–¿Cómo te imaginás en veinte años?
–En un campo, con mi huerta, mi familia… Muy tranquila. Hasta te diría alejada de la televisión y poniéndole energía a proyectos propios.
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