Sí, podés visitar una bodega con tus hijos
"¿Una bodega? ¿En serio?", preguntó sorprendido Matías después de que su papá le dijo que pasarían unos días de descanso entre viñedos, paisajes llenos de montañas y cientos de botellas de vino. No parecía el mejor plan para un niño de 9 años, pero Martín Crespo estaba seguro de que al llegar su hijo iba a cambiar de idea. Es que en realidad se había asegurado de que Matías tuviera actividades para hacer mientras él se dejaba llevar por su gran pasión.
Hasta hace poco, llevar a su hijo de vacaciones a una bodega hubiera sido impensable, bien porque los niños no eran bienvenidos o porque se aburrían al no tener nada que hacer. Pero las cosas cambiaron: las bodegas se volvieron un polo de atractivo turístico aquí y en todo el mundo y pasaron de ser lugares exclusivos para mayores de edad a espacios kids friendly, que incluyen en el plan a los más chicos de la familia. Concentradas principalmente en Mendoza, pero también en el norte argentino, las bodegas constituyen hoy una escapada "amigable" y divertida para hacer en familia.
Desde diseñar etiquetas hasta andar en bici entre vides, hacer un picnic al pie de una montaña o cerca de una laguna, o asistir al proceso de elaboración del vino y contestar un pequeño cuestionario a modo de "prueba". E incluso muchos se animan a etiquetar botellas y cocinar algo rico para que degusten los más grandes. Las actividades para niños son muchas y cada bodega intenta sumar más en época de receso escolar. Incluso varias ofrecen un menú infantil acorde con el paladar de sus pequeños visitantes.
"Con las vacaciones de invierno hemos recibido muchos niños en nuestra bodega, siempre intentamos incluirlos en el recorrido, hacerles preguntas y que se interesen sobre la elaboración del vino –dice Cristina Durán, encargada de Turismo de Toneles, una bodega urbana y de casco centenario a solo 10 minutos del centro de la ciudad de Mendoza–. La idea es que toda la familia pueda disfrutar de una agradable experiencia y puedan ser partícipes de alguna manera u otra de las actividades de que les proponemos".
Al estar tan cerca del centro, Toneles no brinda alojamiento para los visitantes pero sí varias actividades pensadas para que nadie se aburra. "Es una bodega antigua, de estilo italiano que tiene casi 100 años y eso es un atractivo en sí. Antes incluso teníamos un espacio para niños con cuidadoras para que los padres pudieran dejarlos mientras hacían la visita pero a mí mucho no me gustaba porque quedaban aislados del recorrido y creo que lo ideal es integrarlos, que participen. Hay algunos que se interesan más que otros pero en general se enganchan mucho con la propuesta –cuenta Cristina–. Muchos escuchan atentamente porque les decimos que después les vamos a preguntar qué aprendieron y entonces ahí prestan atención".
Entre los atractivos de la bodega construida en 1922, que fue puesta en valor en 2010 y declarada Patrimonio Cultural Mendocino por la provincia, están los piletones donde reposa el vino antes de entrar a barrica. "Los adultos con la copa que llevan durante el recorrido se pueden servir el vino directamente de la pileta. Somos una de las pocas bodegas que lo ofrece. Y eso a los chicos les gusta mucho, les parece gracioso ver una pileta llena de vino", cuenta Cristina.
Ya saliendo de la ciudad, la ruta del vino lleva hasta las bodegas al pie de la Cordillera de los Andes, con paisajes realmente imponentes que invitan a pasar tardes enteras en contacto con la naturaleza. Y esta última semana, con el un clima amable que hubo en la zona, cuentan quienes estuvieron ahí que hasta se pudo estar en remera.
Con alojamiento
Una de las bodegas que ofrece, además de visitas y actividades, alojar a los más pequeños de la familia es Rosell Boher, que tiene un lujoso lodge emplazado en 800 hectáreas en Valle de Alto Agrello, en Luján de Cuyo. El espacio para recibir visitas fue concebido desde sus inicios como una bodega ciento por ciento kids friendly. "Somos de las pocas que reciben niños en hotelería, estamos preparados para eso –asegura Alejandra Gil Polesman. gerenta de la bodega–. Aunque vienen familias todo el año, en julio, por las vacaciones, y en febrero y marzo por la vendimia, los visitantes se incrementan. Y Semana Santa también es otra época muy fuerte en la que recibimos muchísimas familias. La idea es que tanto grandes como chicos se sientan como en casa: tenemos bicis, pelotas, juegos de mesa y también de consola, además de las actividades relacionadas con el vino en las que los chicos también participan", describe
Según la gerenta de Rosell Boher, el mayor interés por aprender y saber de vinos empujó a varias bodegas a recibir y tener actividades pensadas para niños. "Antes los menores no podían ni entrar. Ahora, en cambio, vienen a acompañar a los padres y no se aburren porque se sienten integrados. Tenemos una actividad muy linda en la cava que consiste en diseñar tu propio blend guiado por un sommelier de la bodega y mientras tanto, los chicos, al lado, pintan la etiqueta que va a llevar esa botella. Es una actividad corta y concreta que les encanta y a los padres también porque les permite hacer lo que les gusta mientras sus hijos están entretenidos en una actividad".
Con sus espumantes, Bodega Cruzat ofrece una actividad similar: mientras recorren en familia la "fábrica de espumosos", los chicos pintan la etiqueta de la botella que se llevan sus padres de souvenir.
Claro que pasar tiempo en una bodega no solo se limita a lo que pueda ofrecer el atractivo de degustar de un buen vino: el contacto con la naturaleza es un motivo de peso al momento de decantarse por una escapada al corazón de los viñedos. "Lo que más les gusta a los padres es ver a los chicos salir a ver la fauna local: se topan con zorritos, perdices, patos... El contacto con la naturaleza hace que los chicos se olviden por un rato de la tecnología. Por supuesto que en el lodge tenemos internet, pero en un lugar como este el paisaje mismo hace que quieras estar todo el tiempo afuera. Tenemos bicis y cuatriciclos para recorrer la propiedad y también tenemos caballos muy mansos con un guía que te lleva por senderos seguros. Esto también les encanta a las familias", destaca Gil Polesman.
La buena gastronomía es otro de los encantos que posee una bodega. Por supuesto, las que reciben niños tienen un menú infantil adaptado al paladar de los más pequeños. Pero además, la cocina se transformó en una de las opciones ideales para hacer con los más pequeños. En Familia Zuccardi, por ejemplo, los niños se transforman en ayudantes de cocina y preparan con sus propias manos platos simples, que luego comparten con sus padres. El aceite de oliva, otro de los productos insignia de la bodega que acaba de ser elegida como la mejor del mundo (para la elección no sólo tuvieron en cuenta la calidad de sus vinos sino la experiencia integral que propone a quienes la visitan) es, por supuesto, protagonista principal de los platos. De hecho también el olivar orgánico donde se produce el aceite Zuelo es otro lugar de interés para las familias que visitan la bodega.
"Son 80 hectáreas plantadas con distintas variedades de olivos rodeados de monte nativo. A metros de la entrada del olivar y frente al molino de extracción, se encuentra Pan & Oliva, uno de los tres restaurantes de Familia Zuccardi. Tenemos una gran cocina, almacén, restaurante y sitio educativo rodeado de un jardín y una huerta orgánica que propone durante estas vacaciones diferentes opciones que combinan el placer de descubrir y disfrutar del entorno natural que ofrece el olivar más los platos elaborados con productos de estación en donde el aceite de oliva se destaca como principal ingrediente", cuentan en la bodega.
El hermoso olivar también es el escenario de los paseos en bicicleta guiada, uno de los programas pensados para niños a partir de los 5 años. Este paseo además incluye la visita a la almazara donde se producen los aceites. Allí, los guías enseñan detalladamente el proceso de extracción y elaboración y se termina la recorrida con la degustación de diferentes aceites varietales. Otra de las opciones que suelen deslumbrar a los pequeños es el picnic en los jardines de la Casa del Visitante, y es una propuesta alternativa al almuerzo que se sirve en el restaurante Pan & Oliva.
En Casarena el arte y la naturaleza son protagonistas. Se invita a los niños a explorar el viñedo en busca de hojas, sarmientos, piedritas y todo otro elemento natural para armar una obra de arte que represente a Mendoza. El trabajo se hace sobre una hoja membretada de la bodega para que se la lleven de regreso como souvenir.
Pero lo cierto es que no necesariamente hay que irse demasiado lejos para visitar una bodega kids friendly. Muy cerca de Buenos Aires, BordeRío, una joven bodega en Victoria, Entre Ríos, ofrece la posibilidad de visitar un viñedo y degustar rico vino sin necesidad de recorrer más de mil kilómetros. Con un paisaje distinto y un inmenso río de fondo, la propuesta para las familias es pasar un día diferente, aprendiendo y disfrutando de buenos vinos (también elaboran aceites) explorando la frondosa naturaleza que crece en el lugar. El enorme parque invita a jugar a la pelota, el río a hacer un picnic en su orilla y la visita guiada y el museo a descubrir los orígenes de la producción vitivinícola en la provincia. "Las bodegas solían pensarse como espacios pensados para adultos –dicen desde BordeRío–. Pero acá todas las actividades están pensadas para la familia. De hecho, para el próximo 18 de agosto, Día del Niño, tenemos un evento especial donde los chicos serán los grandes protagonistas".
Los fanáticos del vino, entonces, la tienen más fácil: ahora, la familia, también está incluida.
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