
Si Duplus, dos veces bueno
Nuevo espacio alternativo, en el barrio de Gardel
Terminaba el Ô99 y Duplus, por fin, había encontrado la fórmula para abrirse a la calle. Nacido como un semillero de inquietudes, de esas que en los ultimísimos años están haciendo tan densamente rica -y tensa- la atmósfera de Buenos Aires y de otras ciudades del país, Duplus reunía a cinco jóvenes involucrados en las artes visuales desde distintos espacios mentales y de acción.
Ni galería comercial ni centro cultural. Más bien, digamos, un espacio, como para que quede claro que la iniciativa es, por naturaleza y por voluntad, flexible. Santiago García Aramburu y Lucio Door, artistas y diseñadores gráficos, convocaron a los también artistas Hernán Salamanco y Pablo Ziccarello para discutir. El quinto en cuestión fue Agustín García Aramburu, especialista en comunicación. Del encuentro surgió la idea de abrir una sala donde exponer obras de artistas emergentes o cuasi emergentes y trabajar con un espíritu de independencia absoluta. Esta decisión está avalada por otra, previa, de sostener económicamente el espacio, lo que supone eximir a los artistas de todo pago. Una postura que quiebra la muy cuestionable relación artista-institución propia de la inmensa mayoría de las salas porteñas.
Duplus se define, también, como centro de discusión de problemáticas del arte contemporáneo. Y ya comenzó a generar una red con espacios alternativos de otros países (ver programación, más abajo). Como otros proyectos que verán la luz este año, surge de una necesidad tangible -que hasta ahora fluía en forma subterránea- de cruzar ideas, de aunar esfuerzos, de pensar en común.
Las muestras
El martes último, la temporada se inició con una colectiva basada en la premisa de intervenir las paredes de las tres salas de exhibición. Elenio Pico, Juan Tessi, Juan García, Diana Aizenberg, Andrés Sobrino, Fernando Brizuela, Lucía Gagliardini, María Guerrieri, Verónica Romano, Nazarena Pereyra y Pablo Zicarrello eligieron para sus propuestas medios, técnicas y estéticas diversos, aunque en ningún caso se decidieron por el volumen. A muchas de esas propuestas, sin embargo, las une un cierto deseo de desprendimiento formal, una levedad lúdica y, por supuesto, el presupuesto efímero de apropiarse de los muros. Si cada artista pudo pensar esos muros como páginas en blanco, el hecho de armar un texto sobre ese soporte implicó un ineludible desarrollo espacial. Y tal vez sea, en este punto, donde esté el mayor acierto del punto de partida:una página que entra y sale de una serie de ambientes, que dobla, sube y baja según los vanos y accidentes propios de las paredes, estimula formas muy distintas de escribir. Muy distintas de como se escribe en un papel. El devenir espacial ocurre sobre el plano. Casi una paradoja.
Para lo que resta del año, la programación seguirá este esquema: pinturas y dibujos de Mariano Vilela (mayo), muestra grupal de Salamanco, Wili Peloche y Elisa Estrada (junio), colectiva de videoarte curada por Rodrigo Alonso y Andrés de Negri (julio), individual de Ernesto Ballesteros (agosto), instalación de Guillermo Iuso (septiembre), individual de Valeria Maculan (octubre) y una grupal de artistas residentes en Nueva York que trabajan con medios digitales, curada por la francesa Julie Barnes (noviembre).
La labor del equipo curatorial se extiende también al papel, ya que han convocado a artistas para que diseñen una tarjeta que se distribuye junto con las invitaciones. La ruptura con mucho de lo establecido promete ser la principal tarea de este espacio.
Obras de Aizenberg, Brizuela, Gagliardini, García, Guerrieri, Pereyra, Pico, Romano, Sobrino, Tessi y Ziccarello. Hasta el 28/4, en Duplus. Sánchez de Bustamante 750, 1º "2". Lunes a viernes, de 10 a 20. Gratis.