Showrunners: ellos cambiaron la tevé
Son los reyes de esta era dorada de la pantalla chica. Desde David Chase con Los Soprano y Vince Gilligan con Breaking Bad –y ahora Better Call Saul–, cómo trabajan los hombres y mujeres que crean y encabezan las series que cautivan al mundo
Matthew Weiner cuenta una anécdota sobre David Chase, su jefe cuando era guionista en Los Soprano. Según el creador de Mad Men, Chase solía llegar a la oficina y decirles a sus guionistas que se le había ocurrido algo nuevo o la solución a un problema, mientras se estaba bañando. "¿Cuánto tiempo pasa este hombre en la ducha?", pensaba Weiner. Hasta que un día entendió todo: Chase pasaba las 24 horas del día pensando en su serie.
Ese nivel de obsesión es una característica común entre los showrunners como Chase, Weiner, Vince Gilligan, Damon Lindelof, David Simon, David Milch, y otros. Gracias a su talento y capacidad práctica para llevar su visión a la pantalla chica, la TV dejó de ser un entretenimiento considerado bobo y se empezó a ver como un valioso arte popular.
El término showrunner empezó a usarse a fines de los 80 y principios de los 90 para el trabajo que hasta entonces se conocía como productor ejecutivo. Este crédito clásico se había desgastado por ser repartido también con actores, managers y otros. Por eso es común que haya varios productores ejecutivos en una serie. Pero cuando se habla del showrunner, se trata de la autoridad creativa, práctica y financiera de una serie.
Según el Sindicato de Guionistas de los Estados Unidos (WGA), un showrunner está a cargo de la preproducción, rodaje y posproducción y su tarea principal es que se entreguen guiones de calidad en el tiempo requerido. Todo comienza cuando el showrunner arma un equipo de guionistas y finaliza con su aprobación de los episodios terminados.
Desde que las series se convirtieron en un tema de conversación omnipresente, la figura del showrunner (suele ser una persona, pueden ser dos) tomó la relevancia antes reservada para actores, actrices o algún director de cine. En la historia de la televisión hubo varios guionistas-productores o productores ejecutivos que fueron reconocidos como las mentes detrás de grandes series. Uno de ellos es Steven Bochco, que se destacó al mando de policiales como Hill Street Blues y NYPD Blue, además de LA Law. También, Aaron Spelling, responsable de éxitos como Los ángeles de Charlie, Beverly Hills 90210 y Melrose Place, entre muchísimas otras.
Algunos de estos productores y guionistas abrieron el camino para showrunners que se ocuparon de contar historias más complejas, con estéticas más cercanas al cine. El resultado es lo que algunos críticos llaman la era dorada de la televisión, que tiene entre sus series fundacionales a Los Soprano, comandada por David Chase, y The Wire, a cargo de David Simon.
Aunque la mayoría de los showrunners más conocidos son también los creadores de las series en las que trabajan, hay casos en los que alguien más se hace cargo del día a día de la escritura y producción de los episodios. Una de las claves de esta era dorada es el minucioso trabajo del equipo de guionistas, dirigido por el showrunner. En inglés se habla de la writers’ room, la sala de guionistas, fundiendo en un solo término el espacio físico y la gente que trabaja allí. Es la incubadora de ideas, donde los escritores se juntan a armar la historia de cada temporada y escribir los episodios. La escritura de una serie es un trabajo de pura colaboración, pero ahí está el showrunner para dirigir todos los esfuerzos individuales en una sola visión: la suya.
Muchos de esos guionistas siguen su carrera hasta convertirse en showrunners. Del equipo que Chase tenía en Los Soprano, al cual manejaba con mano de hierro, surgieron creadores como Weiner (Mad Men) y Terence Winter (Boardwalk Empire y Vinyl). "Los triunfos artísticos de la Tercera Edad de Oro fueron producto del oportunismo creativo en un momento de dislocación, confusión y bajo riesgo. Los hombres y mujeres que aprovecharon ese momento trabajaban por debajo del radar, sin mapas y con todos los incentivos del mundo para tomar grandes riesgos. Por supuesto, esas mismas cosas que las circunstancias les permitieron, éxito e innovación, son las que garantizan que van a cambiarlos", dice Brett Martin al final de su libro Difficult Men: el detrás de escena de la revolución creativa, de Los Soprano a Mad Men y Breaking Bad, preguntándose si habrá continuidad en este boom de las series.
Las series siguen expandiéndose en número, en originalidad de historias y estéticas y en preponderancia en el consumo cultural popular. Ya hay una nueva camada de showrunners, tanto jóvenes recién llegados a la TV como veteranos del medio, que están al mando de nuevas series exitosas.
Entre los que tienen vasta experiencia es interesante el caso de Vince Gilligan. El creador de Breaking Bad trabajó para Chris Carter como guionista en Los expedientes secretos X, una de las series pioneras en generar un público fanático y dispuesto a discutir cada detalle de su historia. Años después hizo Breaking Bad, un gran éxito, tanto de público como de crítica y una de las series más brillantes de esta época (tal vez, de todas).
Después de terminar la serie en 2013, Gilligan no se tomó demasiado tiempo libre y junto con Peter Gould creó Better Call Saul, un desprendimiento de Breaking Bad, basado en el personaje de Saul Goodman, el abogado de Walter White.
"Estaba muy nervioso por que la gente odiara Better Call Saul, pero creo que mis miedos principales quedaron atrás –expresó Gilligan en una conferencia telefónica con La Nación revista como único medio argentino–. Me siento mucho mejor ahora que estamos empezando la segunda temporada. Era difícil hacer algo después de Breaking Bad. Fue muy complicado porque nos dimos cuenta de que no importa qué tan buena sea Better Call Saul, igual iba a haber gente a la que no iba a gustarle sólo porque no es Breaking Bad. Pero estamos felices porque muchos entendieron que esta es una nueva serie".
A pesar de los miedos iniciales de Gilligan, Better Call Saul tuvo gran aceptación, incluso entre gente que nunca había visto Breaking Bad. Su segunda temporada se está emitiendo actualmente en los Estados Unidos y en la Argentina puede verse un nuevo episodio cada martes en Netflix.
El creador de Breaking Bad no es el único que vuelve a trabajar sobre parte de su propio material. Chris Carter regresó a la televisión este año con seis episodios de Los expedientes secretos X, mientras que en 2017, David Lynch continuará con la historia de Twin Peaks. Ambas series son antecedentes de esta era de oro de la televisión. Tanto Carter como Lynch crearon mundos propios, con personajes inolvidables, que no podrían haber existido si no hubieran sido guiados por ellos.
Del cable al streaming
Aunque estos antecedentes tuvieron su lugar en señales abiertas estadounidenses, la revolución de las series tuvo como espacio de desarrollo el cable. HBO es el histórico líder de la producción de series con temas y estéticas más jugadas, pero siguieron sus pasos AMC, FX y Showtime, entre otros. Ahora también se suman los servicios de streaming con producción propia, como Netflix y Amazon.
La libertad que el cable puede darles a la hora de elegir los proyectos, por no tener anunciantes a los que cuidar o depender de los ratings, se extendió hacia los showrunners, permitiéndoles explorar las posibilidades de sus historias y personajes sin tantas restricciones. Alec Berg, showrunner de Silicon Valley, hace una comparación peculiar sobre la mejor relación que puede tener una señal con quienes hacen una serie. "Si te van a operar, investigás quién es el mejor cirujano y te dormís. No te despertás y te metés a arreglar tu apéndice. Los dejás hacer su trabajo. En HBO son buenísimos haciendo eso", dijo Berg, en un encuentro con la prensa del que participó La Nación revista en enero último.
Berg es de los que llegaron a ser showrunners después de trabajar como guionista y productor ejecutivo en dos grandes comedias: Seinfeld y Curb Your Enthusiasm. Pero hay quienes llegan con otro tipo de experiencia, como David Benioff y D. B. Weiss, los showrunners de Game of Thrones. Ambos son novelistas y guionistas de cine y la serie basada en los libros de George R.R. Martin es su primer trabajo en televisión.
Al principio no fue fácil para Benioff y Weiss ser las cabezas de una producción tan grande como Game of Thrones. Filmar el episodio piloto les llevó casi cuatro años y la serie no fue un éxito inmediato de público. Eso se revirtió y hoy es una de las que tienen más fans apasionados en todo el mundo.
Sin embargo, el trabajo de los showrunners sigue siendo complicado. "Tenemos todos los guiones listos antes de empezar a filmar porque si no resulta imposible organizar la filmación en distintas locaciones, con los múltiples equipos de directores y directores de fotografía –explicó D.B. Weiss en una grabación pública del podcast sobre guionistas Scriptnotes–. Es como un modelo híbrido de cine y televisión en la organización del rodaje. A veces resulta muy confuso todo, pero para llegar a ese momento del rodaje ya escribimos todos los guiones, antes de eso armamos un resumen muy detallado de la historia y antes estuvimos sumergidos en el mundo de los libros. Tenemos un montón de gente inteligente que nos ayuda a saber cómo seguir".
Hay muchos otros casos de colaboración entre dos showrunners, como el de Michelle y Robert King. El matrimonio creó y está a la cabeza de The Good Wife, una de las mejores series que ha dado la televisión abierta norteamericana de los últimos años, a la altura de cualquiera del cable o streaming.
"Creo que es más fácil estando casados –dijo Michelle King sobre su sociedad con su marido para el libro Showrunners: The Art of Running a TV Show–. El hecho de que nuestro día juntos no termina, y de que no tenemos un marido o esposa resentidos en casa, hace que sea más fácil".
En el mismo libro su marido, Robert, agregó: "Dependemos mucho el uno del otro. No sería incorrecto decir que estamos felizmente casados. Ese es un buen comienzo. Luego, no hay todas estas cosas que salen de la nada y que causan divisiones, porque estamos lidiando con ellas juntos".
Más allá de la curiosidad del matrimonio de showrunners, en la enorme lista de showrunners es difícil encontrar representantes del género femenino. Pero la tendencia está cambiando y varias mujeres se están imponiendo con producciones de gran calidad y éxito de público. Entre ellas se destacan Jenji Kohan, de Orange is the New Black; Jill Soloway, de Transparent; Jenni Konner y Lena Dunham, de Girls; en streaming o cable. En la TV abierta hay otras mujeres, como Mindy Kaling (The Mindy Project) y Liz Meriwether (New Girl), pero la gran reina es Shonda Rhimes, creadora y showrunner de series como Grey’s Anatomy, Scandal y How to Get Away with Murder. Además de ser una de las pocas mujeres que tiene un imperio televisivo, Rhimes es también una de las pocas personas afroamericanas con una posición de poder en este medio.
"Soy muy malcriada porque tengo jefes que me respetan –dijo Lena Dunham en la presentación de Girls de la que participó La Nación revista–. Me dejaron tomar mis propias decisiones y forjar mi propio destino, pero esa no es la experiencia de todas las mujeres. Tengo muchas amigas que trabajan en cine y televisión y no tuvieron experiencias así. Intento apoyarlas lo más posible. Todas experimentamos la condescendencia de trabajar con hombres que no quieren trabajar con mujeres que están en posiciones de poder. Lo que me gusta de la televisión es que se dio cuenta más rápido de que las mujeres quieren ver versiones de ellas mismas en la pantalla. Así que hay una diversidad de contenido para mujeres y/o hecho por mujeres que no existe en el sistema de estudios de cine. Espero que la industria cinematográfica lo note y se ponga al día con eso".
Para que el universo de las series se siga expandiendo, tiene que haber nuevas y diversas mentes trabajando en la televisión. Parece que ese es el curso que está tomando la historia de este medio. El talento y la dedicación obsesiva de los showrunners serán cada vez será más necesarios.
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