¿Serías socio de tu amigo?
Historias de gente que se animó a dar el sí, en un país donde nueve de cada diez personas creen que la amistad es tan importante como la familia
Nueve de cada diez argentinos creen que la amistad es importante, siete de ellos celebrarán el Día del Amigo y también siete de cada diez creen en la amistad entre el hombre y la mujer. La encuesta, realizada por TNS-Gallup, expresa un sentimiento que atraviesa rangos sociales y generacionales. No es casual que la iniciativa para celebrarlo a nivel mundial haya surgido de un argentino: el docente, músico y odontólogo Enrique Ernesto Febbraro –fallecido en 2008– eligió el 20 de julio como fecha para conmemorar la amistad, a partir de la conmoción universal causada por el histórico alunizaje de la Apolo XI en ese día de 1969. "En la Argentina, la amistad tiene un valor muy importante, muchas veces superior a otros países de la región. En investigaciones realizadas con distintos targets y segmentos etarios, los amigos son mencionados como un vínculo casi en el mismo plano de importancia que la familia, y muchas veces se considera como la familia ampliada. La gente suele decir que los amigos son mejores que la familia, por aquello de que a los amigos se los elige, en cambio la familia ya está constituida de antemano." Las conclusiones de este informe acerca del valor de la amistad pertenecen a la consultora Trendsity, cuyas fundadoras y directoras socias son Mariela Mociulsky y Ximena Díaz Alarcón, dos amigas que prolongaron su vínculo a través de un emprendimiento laboral.
Los ejemplos de sociedades constituidas por amigos abundan. El caso global más emblemático es el que una década atrás conformaran dos estudiantes de la Universidad de Harvard, Mark Zuckerberg y Eduardo Saverin, que fundaron una página Web interna para calificar los atributos físicos de sus compañeras de curso. El nombre fundacional fue FaceMash, e inicialmente dividieron los roles entre la gerencia de finanzas y la dirección de negocios. En 2005, Zuckerberg era varias veces rico, Saverin se alejaba en los peores términos tras un acuerdo económico millonario y la red era conocida mundialmente como Facebook.
En un plano más cercano, en el que se consolida el concepto de amistad a partir de rituales básicos como el asado, la rueda de mate o el fútbol, valores vinculados a la confianza, el afecto o las afinidades electivas se ponen en juego a la hora de la conformación de una sociedad.
Tal como corrobora el informe de Trendsity, "el emprendedurismo es una tendencia presente en la Argentina por su capacidad de creatividad y de innovación, y que los amigos muchas veces se transforman en futuros socios de iniciativas y proyectos, porque comparten valores e intereses".
La moda como imán
Micaela Tinelli y Romina Pigretti frecuentaban el mismo grupo de amigos, pero no simpatizaban. Sin embargo, su gusto por el diseño de ropa las unió y hoy comparten el proyecto Ginebra
En los recuerdos infantiles de Micaela Tinelli está el gen de lo que es Ginebra, su primera incursión como empresaria de la moda, que desarrolla en sociedad con Romina Pigretti. "A los 4 años revolvía el vestidor de mamá probándome todo", explica la hija del célebre animador televisivo.
La diferencia de edad entre ambas socias no es condicionante: Tinelli (24) cursaba sus estudios (es licenciada en Diseño de Indumentaria de la Universidad de Palermo) en el mismo momento en que Pigretti (32) desarrollaba la marca Love Miuka, otra etiqueta consagrada en el planeta Palermo. Las vocaciones estaban alineadas. Y estaba escrito que se encontrarían.
Pero los comienzos del vínculo no fueron sencillos: aunque frecuentaban el mismo grupo de amigos, las chicas no simpatizaban. Seguramente charlas de sobremesa acerca de modas y tendencias hizo que un día afloraran las coincidencias. De ahí a la creación y el desarrollo de un proyecto conjunto hubo poca distancia.
"No teníamos planes inicialmente –describe Pigretti–, pero empezamos a coincidir en viajes y a notar que teníamos gustos parecidos. Como yo algo de experiencia tenía, y Mica deseaba tener su propia marca, decidió convocarme."
La piedra basal se colocó hace dos años. El vínculo se fortalece día a día. "Las dos elegimos los productos para el local. Y un grupo de diseñadoras trabaja para bajar nuestras fantasías a la realidad", dice Micaela, quien remarca que el apellido no es condicionante para tener sus propias iniciativas. "Solemos estar en todos los detalles, aunque en esto es fundamental el grupo de trabajo: hay diez personas que están detrás de la marca, desde la modista hasta la vendedora del local", explica Romina.
La agenda familiar de ambas diluye los encuentros fuera del contexto laboral: Romi está en pareja y tiene dos hijos, mientras que Mica tiene novio. Pero el vínculo lo fortalecen entre el local, las comidas de trabajo y los viajes. Y lo prolongan cuando coinciden en lugares y fechas de vacaciones, y en los cuatro viajes anuales que realizan para observar y elegir productos.
"Somos muy críticas en el momento de elegir el desarrollo de un modelo. Muchas veces nos pasa que pensamos en cosas divinas, pero que no sentimos identificadas con la marca", detalla Micaela. "Nuestro concepto sobre Ginebra es que las prendas sean usadas por mujeres que tengan mucha actitud: que puedan usar una pollera de seda con una remera blanca durante el día, y que a la noche sólo necesiten cambiarse la remera para ponerse una camisa", describe Romina.
Las amigas tienen un objetivo inmediato: abrir un local en Paseo Alcorta, previsto para la primera semana de septiembre. "Todavía estamos en shock", sintetiza Tinelli, con el foco puesto en el crecimiento del vínculo laboral y afectivo.
Quiénes son: Micaela Tinelli (24) y Romina Pigretti (32)
La sociedad: Ginebra, local de indumentaria femenina creada por ambas.
Cuando empezó: El proyecto surgió hace dos años.
- Tinelli y la amistad
"Compartimos muchas horas, días, almuerzos, viajes. Varía, dependiendo de la etapa de la colección en la que estemos. Pero siempre intentamos hacerlo desde el disfrute, ya que así nació este proyecto." - Pigretti y la amistad:
"No planificamos nada en forma estructurada. Lo resolvemos en el día a día. Hasta cuando nos separamos nos encontramos de casualidad en lugares, sin planearlo. Por ahí pasamos el día juntas, cada una dispara para hacer sus cosas personales y, sin saberlo, terminamos coincidiendo en el mismo restaurante."
Historia breve
Ambos estudiaban cine. Uno le prestó una cámara al otro y... amistad aceptada. Fusionaron el vínculo fraternal y la pasión por filmar, y armaron una productora que los proveyó de viajes y premios
Un cenicero que remedaba el sonido de una tos cuando alguien arrojaba cenizas. Ese era el éxito más resonante del veinteañero Daniel Burman como corredor de artículos importados. Con esos ingresos ayudaba a pagarse la carrera de Derecho. Era el tiempo en que Diego Dubcovsky, después de ser cadete de una marroquinería y de malgastar fines de semana en las guardias de una inmobiliaria, cursaba –más por curiosidad que por vocación– Ciencias Económicas.
Hasta que coincidieron en una escuela de cine.
Hace exactamente veinte años.
Dubcovsky había comprado en Estados Unidos una cámara con la entonces novedosa tecnología digital, ilusionado por filmar un corto que nunca hizo. En cambio, le prestó el objeto de deseo a Burman, con quien coincidía en el curso, en una muestra de confianza que poco tiempo más tarde se transformaría en una sociedad y amistad indelebles.
Apoyado por las ideas de producción de Dubcovsky, Burman –ya en 1995– integró el largometraje colectivo Historias breves con su corto Niños envueltos. Entonces se inscribió en un concurso organizado por el Instituto de Cine. Era la oportunidad de hacer su primera película. "Desde el primer momento pensé que era imposible hacerlo solo, por eso le ofrecí a Diego trabajar juntos –recuerda el realizador–. Deseaba ese concurso no sólo para filmar, sino para armar la sociedad. Siempre tuve espíritu societario."
"Armamos una caja revestida de arpillera para presentar el proyecto –evoca el productor–. Pero me di cuenta tarde de que había escrito mal el nombre de la película. La angustia me duró semanas pensando que por eso no nos darían el premio."
El proyecto concretado fue Un crisantemo estalla en Cinco Esquinas, el impulso inicial para consolidar la sociedad. El padre de Burman les facilitó una oficina; la madre preparó tartas y empanadas que fueron feliz alivio para las jornadas de filmación. Para los noveles socios, el éxito se medía en conseguir el fax más barato del mercado, o recibir como canje miles de latitas de gaseosa o de paquetes de galletitas, dieta obligatoria de reuniones y rodajes.
Entonces llegaron los premios, los viajes y las tentaciones. "Pasamos mucho tiempo juntos y eso consolidó la relación. Viajamos a París tres semanas, fuimos a varios festivales y conocimos mucha gente de la industria del cine. Crecimos como emprendedores y más como amigos", expresa Dubcovsky.
"Con el tiempo eso adquiere un valor enorme, porque permanecer con la misma persona con quien empezaste cuando creías que era un sueño, es el espejo que te recuerda de dónde viniste. Es muy fácil equivocarte en esto: te llega un e-mail y pasás de comer pizza en un mostrador a vivir tres días en un hotel cinco estrellas", completa Burman.
Más allá de la división de roles, ambos reconocen un permanente reacomodamiento de las diversas situaciones. "Diego puede tomar un café con alguien que a mí me arruinaría la semana. Él va a una reunión, a la próxima voy yo", admite Burman. "Lo mejor es que la cuenta interna siempre nos da bien", concluye Dubcovsky.
Quiénes son: Daniel Burman (40) y Diego Dubcovsky (45)
La sociedad: BD Cine, productora de cine y teatro
Cuándo empezó: Trabajaron juntos en un cortometraje que integraba la película Historias breves, en 1995. Desde entonces, todo lo proyectan juntos.
- Dubcovsky y la amistad
"El vínculo es más fraternal que de amistad. Yo compartí su casa, el espacio físico, y pasábamos un montón de horas juntos. Así creamos el vínculo. Y aunque a los hombres nos cuesta expresar los sentimientos, con los años nos ponemos más sensibles y tenemos gestos que nos acercan todo el tiempo." - Burman y la amistad
"Con el paso de los años, lo mejor de una nota en un diario, un premio o un halago de desconocidos es compartirlo con alguien que valorás y que querés. Con el tiempo entendés que el camino que hiciste no fue por mérito propio, sino por compartirlo."
Un vínculo con altura
El básquet los tuvo en una cancha y los reencontró fuera de ella. Claudio Villanueva y Carlos Raffaelli se unieron para representar basquetbolistas, un rubro en el que fueron pioneros
El año próximo, Claudio Villanueva y Carlos Chocolate Raffaelli cumplirán dos décadas de actividad como representantes de jugadores y entrenadores de básquet. El haber sido deportistas de alta competencia y conocer los entresijos del ambiente les facilitó la decisión de trabajar juntos. En aquel 1994 (se conocían desde el Campeonato Argentino Juvenil de 1971) era una profesión en la que convergían la intuición y el espíritu aventurero. Se embarcaron igual. "Después de dejar de jugar, las alternativas para seguir ligado al básquet eran ser entrenador o dirigente. Ni siquiera contemplé esta posibilidad, porque la mayoría de los clubes son deficitarios", evoca Raffaelli, quien se había retirado en 1990 en River y proyectaba su futuro en una tienda de deportes con otro compañero de canchas, Eduardo Cadillac.
"Por entonces la actividad era más administrativa que humana. Nosotros fuimos creativos y priorizamos la relación con el jugador. Crecimos en ese aspecto y fuimos precursores en la salida de los jugadores a Europa", explica Villanueva, quien después de retirarse en Vélez en 1986 fue representante artístico y relacionista público.
Un hecho fortuito galvanizó la sociedad: se cruzaron durante una filmación callejera, programaron un asado y coincidieron en una propuesta de organizar un torneo, que sería televisado. Tras el encuentro, Raffaelli viajó a Estados Unidos. Y pocos días más tarde recibió una llamada de Villanueva: "Renuncié a todo lo que estoy haciendo, quiero ser representante". La apuesta tuvo su recompensa.
La pareja –ahora, dos décadas más tarde, cuando el básquet tiene unos cincuenta agentes– representa a figuras como Luis Scola, Andrés Nocioni, Pablo Prigioni o Walter Herrmann. Y aún tiene el mismo espíritu amateur para recorrer certámenes provinciales y descubrir talentos. Para detectar jóvenes promesas incorporaron a la sociedad a Sebastián, el hijo de Raffaelli.
A veces deben transitar sinsabores. Como el deterioro en el vínculo con sus representados. "Algunos jugadores no se dan cuenta del paso del tiempo, y nos echan la culpa a nosotros por no conseguir buenos contratos. Este es un deporte muy estadístico, donde a la hora de firmar se evalúa la cantidad de puntos, de pases o de rebotes que hiciste en tu última temporada", dice Raffaelli.
En el reparto de roles, si bien no hay límites precisos, Villanueva pone el foco en la relación con los jugadores y Raffaelli está más atento a la parte administrativa y al vínculo con los directivos. Pero siempre hubo un tema prioritario que permitió anteponer lo afectivo a lo comercial: "Jamás tuvimos una discusión por plata. Compartimos muchos viajes, la pasamos bien, y a medida que vamos creciendo somos cada vez más parecidos. Además, tenemos la suerte de que nuestras esposas también son muy amigas", concluye Villanueva.
- La sociedad: Villanueva & Raffaelli Producciones, dedicada a la representación de basquetbolistas como Scola, Nocioni y Prigioni.
- Raffaelli y la amistad
"Este ambiente es un círculo. Hasta hace poco jugábamos al básquet dos veces por semana. Vamos a ver partidos juntos. Y nos juntamos a comer en un lugar donde se habla de básquet." - Villanueva y la amistad
"Compartimos muchos viajes y la pasamos bien. Ya sabemos cómo se duerme cada uno: yo hago crucigramas antes de dormir, él se despierta a las 6 a tomar mate. A medida que crecemos las diferencias son cada vez menores."
Vestido se alquila
Lucila Etchegaray y Paz Madina se conocen desde la Universidad. Pensaron que muchas no saben qué ponerse para las fiestas y armaron un servicio para mujeres al borde de un ataque de nervios
"Nunca nos imaginamos que este emprendimiento podría funcionar. Empezamos sólo por las ganas, porque pensamos que si nosotras teníamos esta necesidad, a otras mujeres les podía pasar lo mismo", admite Lucila Etchegaray. La fecha fundacional la recuerdan con precisión: 14 de febrero de 2009. Su showroom en el barrio de Belgrano, al que sólo se accede con cita previa, primero fue visitado por sus amigas y más tarde, por las amigas de éstas. Hoy siguen sorprendiéndose por la clientela, que se renueva constantemente. "Empezamos pidiéndoles a nuestras amigas los vestidos que habían dejado de usar para armar nuestro catálogo –delinea Paz Madina–. A ello le sumamos algunas prendas que compramos en el exterior. Siempre nos gustó mucho el concepto de usar ropa usada. Antes de ser socias íbamos juntas a las ferias a revolver los percheros."
Se conocieron estudiando Relaciones Públicas en la UADE. El destino les deparó fugazmente otras actividades laborales: Lucila trabajaba en marketing, en el área de desarrollo de productos, aunque también hizo un curso de producción de modas y otro de vidrierismo. Paz, por su lado, se perfiló hacia el rubro de los eventos.
Tuvieron una primera sociedad y confeccionaron ropa. "Pero la movida de las modistas, los talleres y la realización era supercomplicada", recuerda Lucila. "Lo dejamos de lado pensando en retomar una actividad entre las dos, aunque no sabíamos qué", evoca Paz.
El disparador fue el casamiento de la hermana de Lucila. Una búsqueda minuciosa por tiendas de ropa la llevó a una conclusión desesperante para cualquier mujer: ¡no tenía qué ponerse! Resolvió su urgencia comprándose un vestido en el extranjero, y su necesidad, llamando a Paz y proponiéndole retomar el trabajo conjunto, con la idea de ofrecer un servicio para mujeres al borde de un ataque de nervios.
Los roles de las amigas son dinámicos: Lucila está a cargo de la parte creativa y de la selección del vestido, y del contacto con las redes sociales; Paz se ocupa de la parte administrativa y la organización interna del showroom, y del vínculo con las clientas. El vínculo se prolonga fuera del local, aunque Lucila es soltera y Paz está casada y tiene dos niños.
"Siempre hay nuevas clientas, y aunque creemos cubrir la franja de entre los 20 y los 50 años, aparecen adolescentes con sus madres que quieren ver prendas para ellas", celebra Paz, quien prevé para un futuro inminente abrir otro espacio –seguramente en la zona norte– e incorporar accesorios.
"A veces sólo te dicen que quieren un vestido largo o corto, sin ninguna otra precisión, y parte de lo que me gusta es poder asesorar y elegir según el perfil de cada clienta", describe Lucila, quien a su vez explica que en los meses de frío la mujer usa más el negro y no florece nada.
Recorriendo el espacio destinado a la venta, recuerdan cuando el emprendimiento contaba con 40 prendas y ninguna certidumbre. Hoy tienen más de 200, entre vestidos cortos y largos, tailleurs o abrigos, que se alquilan para ser usados por única vez. Y quieren seguir creciendo.
Quiénes son: Lucila Etchegaray (32) y Paz Madina (32)
La sociedad : Rent&Dress, alquiler de prendas de mujer para fiestas
Cuándo empezó: Son socias desde el 14 de febrero de 2009. Se conocieron en la carrera de Relaciones Públicas de la UADE.
- Etchegaray y la amistad
"Nunca tuvimos ninguna discusión. Una vez sola le entregamos a una clienta un pedido equivocado y nos quedamos molestas, porque lo asumimos como un error que no debía volver a pasarnos." - Madina y la amistad
"Cuando se trata de elegir ropa, puede que yo le diga a Lucila ocupate vos, de la misma manera que ella no se mete en temas administrativos. Hay una base de confianza mutua fundamental."
Amistad saludable
Aunque tenían diferentes trabajos, desde la época de estudiantes el objetivo era común: luchar contra la industrialización de los alimentos a partir de un recetario sano y artesanal. ¡Y lo lograron!
Cecilia Elortondo consiguió un trabajo en la cervecería Quilmes. Mercedes Iribarne se dedicó a la investigación en el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria. Amigas desde que iniciaran juntas la carrera de Tecnología de los Alimentos en la UCA, las posibilidades de un crecimiento inmediato no atenuaban el síntoma de la frustración precoz: la preocupación por la industrialización de los alimentos rondaba sus cabezas. Miméticamente emprendieron una búsqueda hacia un recetario más saludable y artesanal. El impulso incluyó dejar todo y empezar literalmente de cero.
Y fue Quinto Zalla, instalado en el mercado de los productos alimenticios naturales desde 2008. "No pensamos en insertarnos en un nicho, sino en qué queríamos para nosotras. Buscábamos aportarle variantes a lo que en ese momento era un caldito sin gusto para una persona hipertensa", expresa Mechi, quien en la división de roles es la que más disfruta con experimentar las mezclas de especias y verduras disecadas, que forman parte de su menú de productos.
"Primero nos propusimos algo mucho más ambicioso, como desarrollar cremas de verduras naturales. Pero advertimos que tecnológicamente era complejo, y optamos por desarrollar productos más sencillos", complementa Ceci, la más aplicada a los menesteres administrativos y financieros.
Sin experiencia empresarial, vendiendo puerta a puerta sus mixes de verduras deshidratadas (los cuatro fundacionales fueron tomates y alcaparras, zanahoria y curry, puerros al estragón y hongos), tuvieron que hacer un curso acelerado de argentinidad forzosa y sobrevivir a las crisis del mercado.
La simbiosis que devino sociedad no se agota, pero va mutando: "Antes nos veíamos mucho más, pero ahora tenemos nuestros novios", reconoce Mercedes. Y diversifican sus actividades sin descuidar el emprendimiento: "Ella da cursos de especias y yo asesoro a empresas", explica Cecilia.
Ellas mismas testean, en ferias y locales, el paladar de sus compradores, para perfeccionar las recetas. Y ríen al evocar aquel primer gran susto que hizo tambalear el lanzamiento: fue cuando quisieron envasar sus primeras mezclas y el camino las condujo a un proveedor que les dijo que claro, que se podía. Y que el pedido mínimo era de 75 mil unidades. "Debimos aplicar nuestra creatividad para reformular el packaging", dice Mercedes. Cecilia completa: "De esa frustración surgió la probeta, y hoy nos reconocen gracias a ese diseño".
Quiénes son: Cecilia Elortondo (30) y Mercedes Iribarne (30)
La sociedad: Quinto Zalla, dedicada a la elaboración de productos alimenticios con componentes naturales
Cuándo empezó: En 2008, aunque se conocían por haber estudiado juntas en la Universidad Católica Argentina.
- Elortondo y la amistad
"Durante nuestra carrera estábamos mimetizadas, hacíamos todo juntas. Salíamos más, nos veíamos mucho más después de nuestros trabajos. Eso consolidó la aidea de hacer algo en conjunto." - Iribarne y la amistad
"Tenemos una visión muy parecida sobre los objetivos de la empresa. Si eso es muy dispar, no se puede pensar en un proyecto. Nuestro objetivo siempre fue cuidar la relación."
Fotos:
Martín Lucesole
Producción:
Dolores Saavedra
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