Sergio Rotman. “Irse offline es el único acto de rebeldía posible”
El gran público lo conoció como saxofonista de Los Fabulosos Cadillacs, la banda que integró entre 1985-1997 y en su regreso en 2009. Otros lo identifican con Mimí Maura, agrupación que formó más tarde junto a su mujer, la cantante puertorriqueña Midnerély Acevedo (Mimí Maura), con 17 discos grabados desde 1999. También participó como músico y/o productor en discos de Los Auténticos Decadentes, Todos tus Muertos y Los Cafres. Sin embargo, a lo largo de su prestigiosa trayectoria, Sergio Rotman ha fundado otros grupos de culto, de perfil más bajo y fieles seguidores como Cienfuegos, El Siempreterno y Los Sedantes.
Justamente, pocos meses atrás el músico anunciaba en su cuenta de Instagram el regreso de Cienfuegos, uno de los grupos punks más interesantes de la década del noventa, que tocará "por última vez" en Groove el próximo 5 y 6 de abril. Se trata del grupo que surgió de la unión del mismo Rotman (acá como cantante) y Fernando Ricciardi (batería), ambos integrantes de Los Fabulosos Cadillacs, con Martín Aloé (bajista y voces); Diego Aloé (guitarra y voces), y Gigio González (guitarra y voces). La última vez que la banda se presentó en vivo fue el 19 de mayo de 2007 en el Salón Pueyrredón, y a partir de ese momento, cada uno de sus integrantes siguió tocando en sus respectivos proyectos musicales y ya nadie parecía creer seriamente en el retorno. Hasta ahora.
–¿Cómo surgió la posibilidad de volver?
–Cuando logré convencer a la muchachada de que debíamos tocar. En estos once años intenté varias veces tocar en vivo con Cienfuegos, pero estábamos peleados, distanciados entre algunos de nosotros, y no es que nos amigamos, pero sí triunfo la música, el concepto de volver a tocar estas canciones. Y me sorprendió el interés del público por vernos. Me refiero a lo rápido que se fue el sold out: 1800 tickets para un show que tuvo como única promoción mi post de Instagram y tuvimos que agregar otra fecha. Eso me hizo pensar que había sido una buena idea.
–¿Qué podés adelantar del show?
–Que queremos reproducir a Cienfuegos, no a una adaptación "más poderosa" ni mostrar el grupo en "esteroides". Si bien ahora hay posibilidades técnicas diferentes, me interesa que la gente vea el mismo grupo que tocaba entonces, que siempre tocó en lugares chicos para poca gente, y nunca tuvo un apogeo ni un hit. Garantizo que van a ver la experiencia de Cienfuegos como era originalmente.
–¿Se puede hablar todavía del punk rock como un movimiento contracultural?
–No, está totalmente muerto, no hay ninguna duda. Nos convirtieron en un museo. Somos un museo, es muy triste, pero tiene sentido, porque un movimiento como el del punk rock, con todo lo que llegó a formarse, tiene que ser breve y tiene que morir, no puede adulterarse y domesticarse como quisieron hacer en los 90, y no funcionó. La sociedad nos domesticó, nos comió, nos fagocitó. Tenemos que replantear la forma en que vamos a atacar el sistema, porque el sistema, como decían Todos tus Muertos, nos maniqueó bien el cerebro. El sistema se dobla, pero no se rompe, así que para romperlo hay que estar fuera del sistema.
–¿Pero vos estás adentro o afuera del sistema?
–Definitivamente estoy dentro, el asunto es cómo me muevo adentro del sistema. El punk rock fue un cáncer dentro de la industria de la música, pura autogestión. Hizo pensar a millones y millones de personas en todo el mundo… esa es mi gente.
–¿Vuelven Los Cadillacs?
–Los Fabu es The Family Affair. Es un asunto familiar. Como toda familia, creo y estoy seguro de que es indivisible, y podemos volver a juntarnos cuando se den las condiciones. Y en algún momento volverán a reunirse. Pero no hay mucho que te pueda contar porque no hay nada sucediendo.
–Este año cumplen 20 años con Mimí Maura (la banda). ¿Cómo van a celebrarlo?
–El sábado último comenzó el primero de diez shows en Niceto (uno por mes, el primero o segundo sábado de cada uno) celebrando los 20 años del lanzamiento del primer disco, en 1999. Y vamos a reeditar nuestro primer disco en formato vinilo. Así que los que quieran vernos les recomiendo que lo hagan este año, ya que el próximo seguramente haremos nuestro éxodo a la isla (Puerto Rico), donde ya hemos vivido durante siete años (entre 2009 y 2016), y todos los años pasamos dos o tres meses.
–¿Cómo es tu vida allá?
–En realidad me fui a vivir a Puerto Rico dos veces. Primero entre el 96 y 98, cuando me fui de Los Cadillacs, y luego volví para criar a nuestro hijo Leroy acá en la Argentina. Otra vez de 2009 a 2016, cuando volvieron Los Cadillacs. Quisimos que nuestro hijo estudiara en Puerto Rico, y además coincidieron nuestras ganas de participar de lo que yo considero que es la escena más prodigiosa de rock de todo el mundo, que se reparte ente los tres clubes más importantes de la isla: El Local, el Club 77 y La Respuesta. Sin dudas, fueron los mejores siete años de mi vida. De ahí sale la música del mundo. Es fantástico vivir allá; por la mañana tenés el mar y por la tarde tenés el bar. Lo cual es muy extraño, porque generalmente los lugares donde hay playa y la naturaleza es maravillosa, no existe la cultura del rock & roll. Así que nos alquilamos una casa a 45 segundos caminando hasta el agua.
–¿En la isla practicás algún deporte, probaste subir a una tabla?
–Cuando era chico era gimnasta y competía, desde los 5 hasta los 16 años. Esa es la edad para hacer deporte. El deporte es para cuando sos joven, y si no lo hiciste entonces no es saludable cuando sos grande; de grande sos un pelotudo.
–¿Tres bandas de cabecera?
–Todas pertenecen al mismo período: The Velvet Underground, The Gun Club y The Smiths.
–Tenés 55 años, ¿cómo te llevás con el paso del tiempo?
–No me preocupa lo más mínimo, tampoco me interesa la belleza física, soy horrible. Soy de la generación que no maduró. No evolucioné en nada, cero.
–¿Cuál es la principal enseñanza que te gustaría dejarle a tu hijo?
–Se fiel a vos o Be true to you.
–¿Hacés terapia?
–No. Me interesa la psicología, el estudio de la mente humana, y creo que me gustaría charlar con un psicólogo, pero nunca hice ni haría terapia, porque terapia es adoctrinamiento. Fui al médico muy pocas veces en mi vida, no tengo obra social, nada. No me importa nada, cuando tenemos que resolver algo lo resolvemos. La medicina prepaga me parece una casa satánica, y todo el mundo la paga sin problemas.
–Además de la música, ¿qué otras habilidades tenés?
–Creo que ninguna, pero dentro de un par de años me gustaría hacer jardinería, saber plantar una planta y verla crecer. Ir a Japón tres veces en los últimos ocho años me dio una de las pocas sorpresas de mi vida, cuando descubrí que es fundamental hacer crecer cosas, poner semillas y verlas crecer, dedicarles tiempo. Es un concepto fundamental para la trascendencia espiritual, para saber que vos no te moriste y chau. Me parece que es la única actividad que me interesaría.
–¿Tenés nostalgia de cuando tenías 20?
–No de tener 20, sino del siglo XX, previo a la hiperconectividad. Obviamente tengo todo, un teléfono espectacular, Spotify Premium, hasta un hijo hacker, te hago lo que quieras, pero creo que irse offline es el único acto de rebeldía posible.
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