Ser mamá es ser un bicho raro
Caí en la cuenta de que mi vida tiene un nuevo ritmo. Desde la mañana hasta bien entrada la noche invierto mi tiempo de entretenedora/ madre cantando, aunque solo tomé dos clases en mi vida, cuando estaba obsesionada con una canción de Amy Winehouse que nunca logré cantar en público. Las tareas domésticas van siendo relatadas mientras suceden, con una que otra melodía conocida, para evitar que mi hija se aburra y para que el día se nos haga más liviano a ambas. Ya casi no cuento sus semanas de vida, aunque cada miércoles me acuerdo de que no muchos miércoles atrás atravesaba Buenos Aires en el auto de mi suegro haciendo el sonido eutónico de la "O" para relajarme, sabiendo que faltaban horas para que mi vida tomara otro color. Ahora que lo pienso y mientras lo escribo, me doy cuenta de que el canto empezó mucho antes del nacimiento. Como un saber ancestral, de alguna forma u otra, las canciones llegaron a mi vida en el embarazo, y ahí se quedaron. Son un recurso en momentos en los que parece que me voy quedando sin elementos.
Las etapas de crecimiento de bebé van pasando y los transeúntes, opinólogos, parientes y personas varias las van anticipando más o menos un mes antes de que sucedan, lo cual en la vida de un ser de 24 semanas parecería reflejar más una ansiedad sintomática que otra cosa. Con los bebés, como con las elecciones presidenciales, todos se adelantan. Para cuando la etapa llega, ya sea usar mordillo, arrastrarse por el living o llevarse algo a la boca, ya sabe a vieja. Es como si nadie pudiera vivir el presente de un niño más que sus padres: los demás spoilean lo que vendrá mientras esperan con ansias el primer paso o la primera comida, o se ponen melancólicos al mirar videos de hace unas semanas. Es raro, pero de a ratos siento que no hay mucho acompañamiento en el presente, todo lo malo es siempre lo que va a venir, y esperan que el disfrute del presente sea por contraste con el futuro negro que todos conocen. "Si esto te parece bravo, esperá unos meses" y "ya vas a ver cuando tenga dieciséis años" fueron las dos frases del día de hoy. Señoras y señores, no duermo hace cinco meses, no sé que voy a hacer de mi vida la semana que viene, por favor no me arruinen los próximos años con predicciones.
No sé si lo soñé o sucedió, pero hace unos meses una amiga maestra y música me dijo que la canción del ciempiés tiene autor, y ella sabe quién es. Desde que me lo dijo (en sueños o en una merienda de las primeras que tuve con mi amiga después de convertirme en mamá, en un estado de dudosa vigilia), no pude dejar de cantarla. A mi hija no le gusta, pero la canto igual. Le hago variaciones, y a veces digo cien-pies porque me parece más divertido. Cuando viajamos en tren, también la canto, porque el que compuso el tema vio la analogía. A veces, cuando todos se duermen, pienso que ser mamá es ser un bicho muy raro.
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