Sentirse menos: consejos para mejorar la autoestima en tiempos de crisis
Todas las personas tenemos un autoconcepto que implica cómo me pienso, cómo me veo a mí mismo, en qué soy fuerte y en qué soy débil. Dicho concepto personal genera una autoestima que consiste en reconocer cómo me siento de acuerdo a cómo me veo. Mi manera de pensar y de verme a mí mismo, a mí misma, determinarán cómo me siento, si con una estima elevada o con baja estima.
La estima es la plataforma de todo aquello que deseamos construir. Porque cómo nos vemos y cómo nos sentimos lo trasladamos a todos los ámbitos: la pareja, el trabajo, los vínculos familiares y de amistad, etc.
¿Qué significa tener una buena estima?
Todos disfrutamos de aspectos positivos. Es decir, de virtudes o fortalezas. Por ejemplo, soy perseverante, miro hacia adelante, atravieso los obstáculos, etc. Pero también tenemos debilidades. Todos hacemos ciertas cosas bien y otras, no tan bien. Todos venimos "fallados de fábrica". Entonces, ¿qué significa tener una mala estima? No ser capaz de ver mi totalidad, asumiendo alguna de estas dos características:
- Oculto todo lo malo y solamente veo lo bueno de mí. A esta actitud se la conoce como "narcisismo". El narcisista ve lo bueno, pero no ve lo malo lo cual proyecta en los demás: "Vos te equivocaste, vos tenés errores; vos no servís para nada", entre otras expresiones. Es alguien con un "yo a flor de piel". Una persona totalmente centralizada en sí misma. Por lo general, se considera que posee buena estima, pero en realidad no es así. Solo tiene un "yo aumentado". Como la persona que tiene el síndrome de Papá Noel y siente que todo lo puede, que es omnipotente, y les da a todos, pero a ella nadie la asiste nunca.
- Oculto mis fortalezas y solo veo mis debilidades. Entonces, pienso que no sirvo, que soy un "felpudo", que soy víctima de todo y de todos. De este modo, también me veo parcialmente.
En cambio, cuando nuestra estima es buena, tenemos la capacidad de vernos en totalidad. Es cuando logro ver mis fortalezas y mis debilidades, es decir, en qué soy bueno y en qué, no. Es importante ver las debilidades propias porque esta actitud nos brinda la posibilidad de gestionarlas, de decir: "No sé, enseñame, ayudame".
Alguien con una estima saludable reconoce: "Esto lo sé; esto, no", lo cual le permite gestionar sus puntos débiles. Reconocer mi vulnerabilidad hace que la pueda mejorar para que se termine convirtiendo en fortaleza. Cuanta más perspectiva tenga al verme, mejor me sentiré.
La estima nunca se forma de afuera hacia adentro, sino de adentro hacia afuera. Es una construcción interna, una totalidad que muchas veces es difícil de percibir porque, en realidad, es la suma de cómo nos vieron otros -papá, mamá y demás personas significativas- y de cómo nos vemos a nosotros mismos. Si cada vez que pienso en una fortaleza, pienso también en una debilidad y viceversa, me percibiré en una totalidad y dejaré de buscar resolver mi estima a través de la validación externa. Cuando uno se para solo en su omnipotencia -"yo todo lo puedo"-, sufre. Y, si solo veo mi debilidad, tampoco podré construir mi estima.
Defectos y fortalezas
La mayoría de nosotros tenemos muy presentes nuestros defectos; no así nuestras fortalezas. Creemos que reconocernos es una señal de narcisismo. Pero, cuando yo puedo verme con honestidad, puedo aceptarme tal y como soy.
En una oportunidad le preguntaron a Einstein algo sobre geografía que desconocía y la persona que lo interrogó comentó: "Pero, ¿cómo usted no sabe la respuesta?". Einstein respondió: "No conozco la respuesta, pero sé bien quién la sabe". Cuando uno reconoce sus debilidades puede buscar a un experto, un consejero, un mentor. Necesitamos reconocer los errores, lo cual, de ninguna manera, es una humillación. Por eso, jamás debemos colocarnos por arriba ni por debajo de los demás. Tenemos que estar uno al lado del otro porque todos tenemos cosas que hacemos bien, otras que hacemos más o menos y otras que no manejamos en absoluto. Es por ello que nos necesitamos mutuamente.
Te comparto la siguiente anécdota:
Había un hombre que abrió un negocio y puso un cartel que decía: SE VENDE PESCADO FRESCO. Vino el vecino y le preguntó:
-¿Usted me está tratando de tonto?
-No, ¿por qué?
-¿Para qué aclara SE VENDE? Si todos sabemos que es un negocio; no necesita aclararlo.
-Tiene razón, discúlpeme.
Tomó la escalera, subió y tachó SE VENDE. Dejó solamente PESCADO FRESCO, pensando que ahora sí iba a vender.
Vino otro vecino a los cinco minutos y le dijo:
-¿Usted me está tratando de tonto a mí?
-No, ¿por qué?
-Dice: PESCADO FRESCO. ¿Fresco? ¿Qué, está podrido el pescado? ¿Para qué lo aclara?
-Tiene razón, perdóneme.
Subió otra vez a la escalera y tachó FRESCO. Ahora solo quedó PESCADO. El hombre pensó: "Ahora sí voy a vender".
Al rato vino otra persona y le preguntó:
-¿Qué puso acá?
El hombre contestó: PESCADO. Y el otro le dijo: "No necesita poner nada. Hace cinco cuadras que vengo oliendo el pescado. ¡Hay olor a pescado en todo el barrio!".
-Tiene razón.
Volvió a colocar la escalera y tachó PESCADO. Cuenta la historia que nunca vendió nada.
Enseñanza: Pintá tu propio cartel y no escuches a nadie.
Cada ser humano debe confeccionar su propio cartel. Si dependemos de la opinión de uno y de otro, transitaremos por la duda y la incertidumbre, bajo los parámetros de los demás. Para algunos, seremos unos genios; mientras que, para otros, seremos un caos. Cada uno de nosotros estamos dentro de la cancha para jugar el partido y la tribuna no siempre tiene razón, pues allí hay de todo.
Algunos se burlarán del error y nos atacarán. Otros serán empáticos. Y otros serán "expertos" que nos dirán cómo hacerlo. Concentrémonos en que somos nosotros quienes estamos haciendo la jugada. Esa es la diferencia entre fama y éxito. El éxito es la voz interna (el sueño que cada uno tiene); mientras que la fama es la mirada social (cómo nos ven los demás). Si uno va detrás de sus sueños, aunque no tenga fama, es exitoso y feliz porque está realizando su propio proyecto. El éxito es una construcción. La fama es un mimo al alma. Y debemos recordar que la palabra "éxito" se escribe junto con "errores" y "fracaso". Al error, hay que superarlo y transformarlo sin sentirnos humillados. Es simplemente un dato que tomo y me permite crecer.
Todos podemos escoger cuál de nuestras vulnerabilidades mejorar. El tiempo forma parte de todo lo que hacemos y, para construir nuestra estima, necesitamos tiempo. Es decir, transitar un proceso. No todo es "ya". Si nos dedicamos a trabajar en nuestras debilidades, con el tiempo, mejoraremos. ¿Quién no tiene áreas muy buenas y otras, no tanto? ¡Todos! Algunos funcionan muy bien en el trabajo; pero en el amor no les va tan bien. Algunos les dan todo a sus amigos y se sienten bien por ello; pero con sus hijos sienten que no son buenos padres. Todos necesitamos tiempo para vernos en totalidad y construir nuestra estima.
Solo cuando somos motivados por el éxito, podemos disfrutar la fama. Todos estamos en proceso de construcción.
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