Desde chica, su sueño había sido viajar. Se recibió y, sin mirar atrás, se lanzó a lo desconocido.
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Sentía que no encajaba. Y aunque no había algo en particular que despertara esa sensación en ella, tampoco podía poner en palabras lo que pasaba en su interior. Simplemente no estaba cómoda, solo pensaba en viajar y en vivir en otro país. Además, la vida que quería no la veía posible en Argentina.
Criada en Salto Grande, un pueblo de la provincia de Santa Fe, Malena Rasetto (25) siempre estuvo muy conectada con la naturaleza. Un clásico de los días de lluvia era salir a jugar al barro con sus amigas o su familia. “Tuve una infancia feliz, rodeada de afectos y, además, de mujeres viajeras que ya en aquellos años habían captado mi atención. Eran mujeres que llegaban de intercambio al pueblo, pero también otras conocidas que salían de viaje. Yo las admiraba y mi vocecita interior me decía que yo quería vivir viajando cuando fuera grande”.
Cuando terminó el secundario, viajó a estudiar inglés a Londres por un mes. A su regreso, en febrero de 2013, comenzó sus estudios universitarios en el Traductorado de Inglés. “A pesar de que de chica no me gustaba el idioma, de grande me enamoré y hoy agradezco tenerlo y haberlo elegido como profesión. Hoy me dedico a dar clases online, en mi último año de universidad trabajé como profesora de inglés particular y además tengo un certificado para enseñar inglés como segunda lengua”.
Y fue en ese contexto que, lenta pero firmemente, comenzó a madurar en ella la decisión de emigrar. Siempre había soñado con ser mochilera y recorrer Europa. “Soy muy fan del Viejo Continente, me encanta como la cultura cambia de país a país pero a la vez están muy conectados entre sí. Otro de los motivos fue sentir que en Argentina no encajaba. No lo digo literal, es algo difícil de explicar en palabras pero no estaba cómoda, yo solo pensaba en viajar y en vivir en otro país. Y llegó un punto en el que sentí que el país me estaba echando. Tenía muy en claro que, la vida que yo buscaba y a la que aspiraba, no era posible en la Argentina”.
Soltar lo conocido
Malena hizo todo de forma ordenada. Mientras cursaba en la facultad, a principios de 2018, con solo dos finales restantes por rendir y aunque no sabía la fecha exacta en la que se recibiría, empezó a buscar maneras de dejar el país. Finalmente, en marzo obtuvo su título y, sin titubear, a los 20 días cumplió con la promesa que se había hecho: “Me recibo y me voy”.
Si bien ya conocía de su viaje anterior algunos países europeos, aterrizar en Irlanda fue una experiencia que la movilizó por completo. Sola, con una pequeña valija y muchas ganas de conocer el mundo, se instaló en la casa de la familia donde trabajaría como AuPair o niñera. La idea era trabajar para ahorrar dinero y empezar a mochilear. “Sin embargo Irlanda me atrapó por dos años y medio. Recuerdo que los primeros días fueron de pura felicidad e incertidumbre. Al trabajar como AuPair vivía con la familia, algo que fue de gran ayuda ya que me recibieron con los brazos abiertos, me enseñaron su cultura y me hicieron sentir como una más. Ni hablar de que no pagaba ni alquiler ni comida y que cobraba por semana, algo que ayudó muchísimo durante mis nueve meses como niñera”.
Y, aunque resulte difícil de entender, Malena Rasetto confiesa que lo que más le costó de las primeras semanas fue adaptarse al clima. En Irlanda ya había comenzado la primavera, pero ella llegaba directo con los calores del verano argentino. De todas maneras, le llevó solo dos semanas acostumbrarse al clima y salir más desabrigada.
Tiene infinidad de anécdotas increíbles de aquellos primeros meses en un país que desconocía por completo. “Practique hiking en las montañas de Wicklow, mi condado preferido de la república de Irlanda. Recuerdo que la primera vez que fui a Wicklow, estacionamos el auto y caminamos unos 30 minutos hasta llegar a un lago escondido. Me habían dicho que íbamos a visitar un lago. Pero yo nunca pensé que iba a caminar por la montaña. Entonces simplemente había llevado sandalias, como en un típico viaje a la playa donde solo llevas ojotas y mate, no tenía zapatillas. Cualquiera puede imaginar lo que fue caminar sobre una montaña rocosa con sandalias”.
Zapatillas para recorrer el mundo
Irlanda la cambió por completo: Malena creció, maduró, se volvió independiente y logró una vida cómoda con tan solo 23 años. Pero, luego de dos años y medio decidió que había llegado a su fin aquella etapa. Entonces agarró su mochila y emprendió viaje por Europa. “Irlanda fue un viaje que me sirvió para lograr autoconocimiento, bienestar e independencia. Este viaje como mochilera me está abriendo la mente. Mi personalidad de una chica acelerada cambió al de una chica sin apuros, que se toma su tiempo y disfruta del hoy”.
Su viaje comenzó en Dinamarca. Estuvo dos meses en la isla de Bornholm y luego entró a Suecia, donde se encuentra actualmente. “Estuve en el sur unos diez días, en Lönsboda una semana, viajé a Estocolmo por cuatro días y de ahí subí al Kiruna, la ciudad más septentrional de Suecia, donde vi por primera vez las famosas auroras boreales. Viví en el círculo polar Ártico durante un mes. De ahí bajé al centro de Suecia, Östersund, en la costa oeste. Estoy en mi cuarto voluntariado que está llegando a su fin. El próximo destino aún no lo sé; solo sé que me voy a quedar en Suecia al menos un mes más”.
Los voluntariados a los que se presentó fueron variando: cuidó niños y niñas, hizo mantenimiento de casas, decoración, jardinería y muy poco de construcción. “Hacer voluntariados es una de las mejores maneras de viajar, conocés muchísima gente y aprendés un montón. Me encantaría poder hacer uno sobre permacultura, en Europa está muy de moda y aún me faltan muchos países por recorrer, así que espero algún día poder hacer esa experiencia”.
Malena no tiene días típicos sino infinidades de posibilidades por explorar. En este momento, una de sus prácticas preferidas son los baños de invierno, es decir, sumergirse en un lago congelado. “Ya lo hice en unas cuatro oportunidades, las primeras veces afuera hacía -10°C, pero el agua está siempre a 0°C. Ahora empiezan los días con temperaturas más altas (3°C) y mucho sol así que me gustaría experimentar la diferencia de temperaturas en el cuerpo. Dicen que es muy beneficioso para el organismo”.
Actualmente su tarea dentro del voluntariado que está haciendo consiste en preparar la cena del lugar donde se aloja. Por eso, aprovecha el tiempo para trabajar en los contenidos para su cuenta de Instagram (@free.soulw), su blog, canal de YouTube y podcasts. " Yo quería irme de Argentina sin pasaje de vuelta y sin pensar que en algún momento iba a tener que volver. Y creo que es un sueño que estoy haciendo realidad”.
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