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Luego de cuatro años, finalmente ese persistente dolor de estómago había desaparecido. Después de varios estudios y visitas a diferentes especialistas, los médicos habían llegado a la conclusión de que se trataba de un problema generado por el estrés y el agitado ritmo de vida que entonces llevaba.
Sin embargo, en su lugar apareció un particular dolor de cabeza. Era una presión constante en el entrecejo que nunca antes había experimentado. Sentía como si, mágicamente, el dolor se hubiese ido en un instante de un lugar al otro. Una vez más, Mariano Tenca se realizó todos los estudios necesarios pero nada indicaba que hubiera un problema que atender. Al menos no uno físico.
Dolor crónico y una vida “bajo presión”
Criado en la ciudad de Buenos Aires, cursaba la carrera de abogacía y trabajaba en un tribunal penal cuando comenzó a sentir dolores en la zona del estómago, de manera constante, y sin razón aparente. A pesar de las recomendaciones de los médicos para que hiciera una pausa en su estilo de vida acelerado, lleno de estrés y ansiedad, se mantuvo firme en su objetivo y, con tan solo 21 años, se recibió de abogado con medalla de oro en la Universidad Argentina de la Empresa. Por su alto rendimiento académico y experiencia profesional, fue becado por la Universidad de Birmingham, Inglaterra, para realizar una maestría en derecho penal y justicia penal, título que obtendría con honores a sus 23 años.
Quiso ir por más. Becado por la Universidad Metropolitana de Londres, realizó una segunda maestría en Criminología. Su travesía internacional continuó en Viena, Austria, donde realizó una pasantía en la sede central de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés). A la distancia, reconoce que fue una experiencia única: trabajaba en una de las organizaciones más importantes del mundo y se sentía entusiasmado por la posibilidad de iniciar una carrera diplomática.
Más allá de los logros académicos y profesionales, Mariano continuaba padeciendo dolores “crónicos”. Luego de cuatro años, aunque el dolor en el estómago se había ido, ahora una presión constante en el entrecejo lo desafiaba cada mañana al comenzar el día. Pero todavía no estaba dispuesto a dar un paso al costado. El dolor no cesaba y su vida continuaba según los planes que había organizado mentalmente para esta etapa de la vida.
En ese contexto, fue contratado como Especialista en Justicia Penal y Prevención del Delito en la sede regional de UNODC para Centroamérica y el Caribe en Panamá. Dos meses antes de partir, conoció a Stephie, una joven de Tierra del Fuego con quien sintió una conexión tan especial que luego de unas pocas salidas la invitó a mudarse con él a Panamá. Ella aceptó.
“Me empecé a sentir estancado, sin ganas de trabajar”
La estadía en Panamá fue altamente positiva al comienzo. Tenía el empleo que siempre había querido. Incluso publicó un libro -Manual de Prevención del Delito y Seguridad Ciudadana-. Había conseguido todo lo que siempre había soñado. “Tenía todo lo que se suponía que debía tener para ser exitoso y feliz. Sin embargo, sentía un gran vacío. Sabía que la vida tenía que ser mucho más que la rutina de trabajar, comer, divertirse y dormir. El dolor en el entrecejo continuaba de manera ininterrumpida, todos los días, lo que indudablemente aumentaba mi insatisfacción. Con el tiempo me empecé a sentir estancado, sin ganas de trabajar, y la rutina y la vida en sí misma me empezó a pesar. Entonces comencé a realizarme algunos cuestionamientos sobre mi vida y a pensar en la idea de patear el tablero”.
Y así lo hizo. Con más dudas que certezas, y tras dos años y medio viviendo en Panamá, Mariano renunció a todo lo conocido. Compró una casa rodante antigua en Panamá e inició un viaje de aventuras con su novia Stephie. El plan inicial era atravesar Centroamérica, Estados Unidos y Canadá y llegar a Alaska en un año. Vivirían de ahorros, para luego volver a buscar trabajos en el ámbito de sus profesiones. Mariano pensaba que el viaje iba a ser una oportunidad única para reducir la ansiedad y el estrés. Podría vivir sin ningún tipo de ataduras ni compromisos, y así el dolor en el entrecejo desaparecería para siempre. En febrero de 2018 los jóvenes comenzaron su travesía hacia el norte en su casa rodante, a la que bautizaron “El chancho”. Visitaron Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala, Belice y México.
“Me sentía engañado”
Sin embargo, aunque estaba viviendo la vida soñada por muchas personas, la realidad es que Mariano no se sentía totalmente feliz ni pleno. El estrés, la ansiedad y el dolor en el entrecejo seguían y, por ende, su frustración también. “Había cambiado el entorno, pero el protagonista, es decir, yo mismo, y el guion de la historia (mis creencias y formas de actuar) seguían siendo los mismos”. Más allá del plan inicial, el viaje tomó un rumbo inesperado. Lo que comenzó como una propuesta turística se convirtió en un viaje espiritual. “Lo que pretendía ser un viaje hacia afuera terminó siendo un viaje hacia dentro que transformaría mi vida para siempre”.
En su interior, Mariano sabía que la vida no podía tratarse solamente de tener una carrera profesional y acumular bienes materiales. Empezó a conocerse y repreguntarse qué lo hacía feliz. “En cierto modo me sentía engañado. Me di cuenta de que no importaba cuánto dinero acumulara, cuántos cargos importantes alcanzara o cuántos países visitara. Nada de eso llenaba mi vacío interior”.
En ese camino de autodescubrimiento, además de la meditación, conoció el potencial del yoga, experimentó los ayunos prolongados, y comenzó a cuidar los alimentos que le brindaba a su cuerpo. Aprendió de física cuántica, caminos espirituales, plantas maestras, el despertar de conciencia, y energías. También se acercó a diversas terapias holísticas, conoció a maestros y chamanes, y participó de ceremonias ancestrales que no solo lo ayudaron a sanar sus heridas sino también a encontrar su propósito: la sanación a través de la energía.
“Comencé a sentir una paz y plenitud que nunca había experimentado”
“Hasta ese momento (e incluso con posterioridad) yo era muy mental y estructurado y el desarrollo personal y la espiritualidad no eran parte de mi vida. Era de los que creía que todo aquello que no se podía probar mediante la ciencia y el uso de la razón era falso. La vida me mostró lo equivocado que estaba. En este camino los dolores físicos comenzaron a disminuir y comencé a sentir una paz y plenitud que nunca antes había experimentado. No fue un camino fácil ya que tuve que superar muchas creencias limitantes y enfrentarme a miedos muy profundos arraigados dentro de mí, pero sin dudas que valió la pena”, relata Mariano.
En este proceso Mariano pudo reconocer que no quería ser abogado a pesar de la exitosa carrera que había alcanzado. Además, entendió que había estudiado esa carrera por mandatos externos. También advirtió que había creado una personalidad que realmente no lo representaba. Esta toma de conciencia fue clave para avanzar en su desarrollo personal, pero fue a la vez muy angustiante. “No sabía quién era ni qué iba a hacer el resto de mi vida. Muchas veces es necesario perderse para encontrarse, tocar fondo para renacer”.
Tras un año y medio de viaje en la casa rodante, Mariano y Stephie decidieron poner fin a la aventura y regresaron a la Argentina. Mariano no buscaba regresar a un trabajo de oficina sino escribir un libro sobre sus aprendizajes y vivir en un sitio cercano a la naturaleza. Pero todavía no estaba preparado para realizar un cambio de vida tan grande. Consiguió un trabajo en la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (IFRC, por sus siglas en inglés) como coordinador de un proyecto de asistencia humanitaria a migrantes. Luego fue contratado como diplomático por la IFRC en Venezuela.
Finalmente, después de un proceso de transición de cinco años, Mariano decidió hacerse cargo de su propósito: convertirse en terapeuta energético y difusor del desarrollo personal, el autoconocimiento y la espiritualidad. Hoy acompaña a cientos de personas a vivir una vida plena a través de la armonización y sanación energética.
Capilla del Señor, “el” lugar de Mariano
A sus 33 años encontró su lugar en el mundo en un pueblo del interior de la provincia de Buenos Aires, Capilla del Señor, a tan solo 80km de la Ciudad de Buenos Aires. En este pueblo, como así también en Palermo (CABA), brinda sus sesiones de armonización y sanación energética. “En general las personas tenemos una frecuencia vibratoria baja que nos impide alcanzar una vida plena. Un bajo nivel vibratorio produce bloqueos energéticos en nuestra vida. Estos bloqueos se pueden manifestar en forma de cansancio, estrés, ansiedad, enfermedad, vínculos tóxicos, y estancamiento en distintos aspectos de la vida, entre otros. Al armonizar la energía y liberar esos bloqueos, nos permitimos vibrar en otra frecuencia y atraer un flujo de energía vital más puro, equilibrado y elevado”.
Y así, tras diez años de dolor crónico (primero en el estómago y luego en el entrecejo, entendió que esos dolores eran simplemente la forma que había encontrado su cuerpo para llevarlo a recalcular el sendero de mi vida. “El chakra del tercer ojo está muy vinculado con la intuición, la conexión con el maestro interno y la espiritualidad. Claramente este era un aspecto muy desarrollo de mi ser, pero del que yo no era consciente. Me negaba a visualizarlo y aceptarlo. Gran parte de mi vida pensé que todo este mundo energético que nos rodea y habita, que aún no es avalado por la ciencia dominante, era falso. No fue sino hasta que les di espacio a esos aspectos míos que el dolor comenzó a disminuir hasta irse prácticamente por completo. Solo vuelve cada tanto cuando estoy en un plano muy mental y me desconecto de mí mismo”.
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