Qué pasó el Viernes Santo según la Biblia
Los días de la Semana Santa recuerdan distintos episodios de la vida de Cristo, que culminan con su resurrección el Domingo de Pascuas
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El mundo católico revive hoy la Semana Santa con el viernes 15 de abril, día feriado en nuestro país, que tendrá como foco de atención la conmemoración del Vía Crucis, encabezado por el papa Francisco. La celebración religiosa más importante del cristianismo culminará el Domingo de Pascua que recuerda -entre otros eventos- la resurrección de Jesús. Sin embargo, el día de la muerte, coincidente con el Viernes Santo, es el que relata la pasión de Jesús, el recorrido doloroso hacia su final y las últimas enseñanzas al mundo en pequeñas frases y gestos.
La línea cronológica del relato bíblico de la Semana Santa, que comenzó el pasado Domingo de Ramos recordando la llegada de Jesús a Nazaret, marca al día jueves como la jornada de la Última Cena y el tiempo que pasó Jesús en el Huerto de los Olivos.
Según la tradición, el Viernes Santo fue condenado por el clamor popular de la turba que había sido engañada por las elites de Jerusalén y -luego- fue crucificado por las autoridades romanas. Murió por la tarde y fue sepultado.
Qué se recuerda el Jueves Santo
El Jueves Santo, Jesús y sus discípulos se preparaban para la cena de celebración de la Pascua Judía aunque, según dice el Evangelio de San Mateo, Cristo ya era consciente de su inminente destino: “Se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: “¿Dónde quieres que hagamos los preparativos para que comas la Pascua?”. Él les respondió que fueran a la ciudad, a la casa de cierto hombre, y le dijeran: “El Maestro dice: ‘Mi tiempo está cerca. Voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos’”.
El día anterior, Judas Iscariote, uno de sus doce discípulos, ya había pactado con las elites de Jerusalén traicionar a Jesús a cambio de treinta monedas de plata. Por eso, durante la Última Cena, Cristo dijo a sus discípulos: “Les aseguro que uno de ustedes me va a traicionar”, a lo que Judas le preguntó “¿Seré yo, Rabí?”, y Jesús respondió: “Tú lo has dicho”.
Asimismo, también les dijo a a sus discípulos que todos ellos lo abandonarían. Al escucharlo, Pedro -que, junto a su hermano Simón, fueron los primeros a quienes Cristo había convocado para servir con él- dijo que era imposible. Entonces, Jesús le señaló que, antes de que cantara el gallo a la medianoche, él lo negaría tres veces.
Durante esa cena, Jesús le lavó los pies a sus discípulos, como un gesto de humildad y servicio, y se produjo la primera Eucaristía: ritual sagrado que se realiza en las misas y que tuvo su primera ocasión cuando Jesús repartió pan y vino entre sus discípulos. Este hecho fue relatado de la siguiente manera en el Evangelio según San Mateo: “Mientras comían, Jesús tomó pan y lo bendijo. Luego lo partió y se lo dio a sus discípulos, diciéndoles: Tomen y coman; esto es mi cuerpo. Después tomó la copa, dio gracias, y se la ofreció diciéndoles: Beban de ella todos ustedes. Esto es mi sangre del pacto, que es derramada por muchos para el perdón de pecados”.
Mientras sus discípulos comían lo que les había dado, Cristo anunció: “Les digo que no beberé de este fruto de la vid desde ahora en adelante, hasta el día en que beba con ustedes el vino nuevo en el reino de mi Padre.”.
El Jueves Santo también recuerda los momentos posteriores a la Última Cena, cuando Jesús y sus discípulos se retiraron al Huerto de Getsemaní para orar. Se trataba de un sitio cruzando el Río Cedrón, que era conocido por todos los discípulos puesto que muchas veces se habían reunido allí.
Era de noche. A Jesús lo atravesaba la angustia por el inminente comienzo de lo que se conoce como la “Pasión de Cristo”. Allí pasaría por varios momentos de gran dolor, como la humillación pública, su detención y su muerte en la cruz. Según dice la Biblia en el Evangelio según San Marcos, Jesús “tomó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan, y comenzó a entristecerse y a angustiarse. Les dijo: ‘Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí y velad’. Yéndose un poco adelante, se postró en tierra, y oró que, si fuese posible, pasase de él aquella hora”.
Al volver con sus discípulos, los encontró dormidos en la noche, y les espetó: “¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora? Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil”. Jesús fue a rezar nuevamente y dijo a Dios: “Padre mío, si no es posible evitar que yo beba este trago amargo, hágase tu voluntad”. Al volver, los volvió a encontrar dormidos, por lo que se fue a orar nuevamente. Cuando regresó por tercera vez, les dijo: “Dormid ya, y descansad. Basta, la hora ha venido; he aquí, el Hijo del Hombre es entregado en manos de los pecadores. Levantaos, vamos; he aquí, se acerca el que me entrega”.
En ese momento, Judas estaba en las inmediaciones del huerto junto a una turba enviada por los sacerdotes de Jerusalén, y les dijo que besaría a Jesús para identificarlo ante sus captores. Entonces, apareció frente a Cristo y lo besó, llamándolo “Maestro”. Al ver la señal, los captores de Jesús aparecieron. En el Evangelio según San Marco, relatan: “Entonces ellos le echaron mano, y le prendieron. Pero uno de los que estaban allí, sacando la espada, hirió al siervo del sumo sacerdote, llamado Malchus, cortándole la oreja. Y respondiendo Jesús, les dijo: ¿Como contra un ladrón habéis salido con espadas y con palos para prenderme? Cada día estaba con vosotros enseñando en el templo, y no me prendisteis; pero es así, para que se cumplan las Escrituras. Entonces todos los discípulos, dejándole, huyeron”.
Se cumplía así la profecía de Jesús, pero aún faltaba la negación de Pedro. Esto ocurrió cuando Jesús fue trasladado al hogar de Caifás, el sumo sacerdote que encabezaba la conspiración en su contra. Frente a Caifás, Jesús se identificó como el Hijo de Dios, lo que provocó que la turba se violentara y comenzara a humillarlo, escupiéndole y golpeándolo. Pedro estaba en los jardines de Caifás cuando una criada le dijo: “Tú también estabas con Jesús el Nazareno”.
Rodeado por personas hostiles, Pedro atinó a negarlo y buscar la salida. En el camino, otra criada le preguntó lo mismo y Pedro arremetió: “No sé de que están hablando”. Cuando salió, al filo de la medianoche, un grupo lo increpó con la misma acusación, y Pedro volvió a negar a Jesús. Entonces, cantó el gallo y Pedro se dio cuenta: había negado a Jesús tres veces.
Qué pasó el Viernes Santo
La jornada del viernes de Semana Santa representa el momento más doloroso de la pasión de Jesús. Empieza con la detención ordenada por Poncio Pilato, sigue con el peregrinar de Cristo hasta el monte Calvario cargando la cruz bajo torturas y humillaciones, y culmina con la crucifixión, en horas de la tarde, hasta la posterior sepultura.
El Vía Crucis retrata en detalle el calvario de Jesús en 14 estaciones que se rememoran año tras año en esta fecha especial para los creyentes. Allí, toman protagonismo los episodios que grafica la Biblia y los diálogos finales de Jesús con sus captores, su madre, sus discípulos, los ladrones junto a los que muere en la cruz, e incluso sus últimas palabras dirigidas a Dios.
De acuerdo a los evangelios que figuran en el Nuevo Testamento, Jesús expresó su dolor y pesar por los pecados de todos los hombres y, pese a la debilidad que queda en evidencia por su costado humano, acepta la misión con la creencia de que existe un paso a la vida eterna.
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