Era la gata de su abuelo, cuando él falleció ella decidió adoptarla; un encuentro de Navidad y la reacción inesperada le dieron una original idea.
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Era una suerte de marca registrada. No importaba el momento del día o la actividad que estuviera realizando. La expresión de mal humor era una constante en el rostro de Mackenzie, la gata que fue adoptada por Angela Rasuse cuando su abuelo falleció en 2019. Había vivido con él por más de 15 años y era su compañera mimada.
Acostumbrada a una vida quizás más tranquila, cuando Mackenzie llegó a casa de Rasuse, le llevó un tiempo adaptarse al nuevo espacio. Pero también a su nueva humana, que se define como una “millennial sin hijos y amante de las redes sociales”. Y la gata no se hizo problema en hacerle sentir a la joven cómo se sentía al respecto. “Tenía una cara gruñona que me causaba mucha gracia. La expresión de pocos amigos no se borraba de su rostro”.
De gato gruñón a felino aventurero
Hasta que a Angela Rasuse se le ocurrió una original idea. Como había advertido que la gata mostraba un interés particular por todo lo que ocurría fuera de la casa hizo una compra que lo cambió todo: además de un rascador, juguetes y accesorios para entretener a la gata, adquirió un pequeño arnés y una correa para Mackenzie.
“Se lo puse y, como por arte de magia, se transformó en una gata completamente diferente. Le encanta estar en el patio trasero y jugar. Y, a pesar de que muchos me dicen que es una gata mayor y no debería salir de casa, la llevé a la playa, al bosque, a la montaña y a muchos otros lugares más y la realidad es que le encantó. Es la cosa más extraña del mundo. Se mostraba como un gato gruñón, pero en el momento en que le puse el arnés se convirtió en un gato aventurero“.
El lazo entre ellas se hizo fuerte y seguro. La gata dejó de gruñir y comenzó a disfrutar cada vez más de los paseos que le ofrecía Angela. Y pronto, Mackenzie fue la compañera ideal para ir a todos lados. Uno de los lugares favoritos para visitar era la tienda de mascotas local. Rasuse pensó que Mackenzie no podía amar la tienda de mascotas más de lo que ella ya lo amaba, y luego la invitaron a conocer a Papá Noel.
Todos los sábados previos a la Navidad, la tienda Pet Valu en Nueva Escocia, Canadá, organiza una recaudación de fondos para su banco de alimentos local. Los amigos y clientes de cuatro patas se encuentran en el espacio armado para la ocasión y se toman fotos con Papá Noel de forma gratuita. La consigna es que sus humanos lleven donaciones de alimentos no perecederos.
Una barba blanca que inspiró a ayudar a otros
Rasuse no estaba segura de cómo reaccionaría Mackenzie al conocer a un hombre extraño con una gran barba blanca y un traje rojo estridente. Pero una vez que Mackenzie se sentó en el regazo de Papá Noel, ya no quiso irse. “Llegó al lugar como si fuera la dueña y esperó en la fila con todos los otros perros. Cuando llegó su turno, la puse al lado de Papá Noel y gruñó. Creo que su reacción era esperable, porque no sabía lo que estaba pasando. Pero luego jugó con la pelota en el sombrero de Papá Noel y se sentó en su regazo. La parte más divertida fue cuando le dijimos, está bien, Mackenzie, ya tuviste tu turno. Tenemos las fotos, es momento de que pase el próximo animal. Me siseó cuando traté de alejarla de Papá Noel. No sé si Santa le recordaba a mi abuelo o qué, pero ella quedó absolutamente enamorada de ese hombre barbudo”.
Ver cómo Mackenzie se adaptó a su nueva casa y aprendió a disfrutar de las nuevas actividades cuando se le dio una segunda oportunidad inspiró a Angela Rasuse a crear una organización sin fines de lucro llamada My Grandfather’s Cat (el gato de mi abuelo). A través de ella, la joven ayuda a las personas mayores a organizar casas para sus animales antes de que fallezcan o se muden a casas de retiro. Hasta ahora y en tan solo seis meses, la organización ha ubicado a 25 animales en hogares amorosos que les darán una segunda oportunidad.
“No reinventamos la rueda. Solo conectamos a gente que ayuda a otros a encontrar un hogar para sus animales para que no terminen en refugios o abandonados. Y funciona”. En esta temporada navideña, Rasuse espera que más personas abran sus corazones y hogares para albergar a los animales necesitados. “Sé que Mackenzie extraña a mi abuelo, no tengo dudas de ello. Pero estoy segura de que él nos mira desde el cielo y se divierte mucho con nuestras aventuras. Adoptarla es lo más maravilloso que me ha pasado en los últimos años. No podría imaginar mi vida sin ella”
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