Desde la antigüedad, el perfume fue un elemento clave en la expresión personal (y en la seducción). Más allá de ser una simple fragancia, su composición química interactúa con la piel y crea un aroma que nos define. Para optimizar su duración, es fundamental conocer los puntos de aplicación adecuados. ¿Va en las muñecas, en el cuello o en el escote?