Sebastián Bortnik: “Los adultos sienten que sus hijos saben más”
El autor de Guía para la crianza en un mundo digital explica cómo podemos guiar a los chicos en el uso de la tecnología
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Después de escuchar a miles de adolescentes en las charlas que daba en las escuelas con la ONG Argentina Cibersegura para concientizar sobre el buen uso de las tecnologías, Sebastián Bortnik se dio cuenta que había que dar un giro y poner el foco en los adultos. “A los chicos no les alcanza una charla para saber que existe el grooming. Necesitan que los adultos que los rodean estén continuamente acompañándolos”, dice el especialista en Tecnología y Seguridad Informática.
Como fundador y director de la ONG, decidió dar un paso al costado y, en esa búsqueda personal, surgió la idea de “bajar” todos los conceptos sobre el tema en un libro pero que no dijera qué hacer, sino que acompañara –a modo de guía– a las familias a la hora de educar a los hijos para un uso sano y seguro de la tecnología. Así, el autor de Guía para la crianza en un mundo digital (Siglo XXI Editores) hace un recorrido por las diferentes etapas de los chicos para reflexionar sobre cuándo darles el celular, cómo hacer para que el tiempo que pasan frente a las pantallas sea más valioso, qué es el cyberbullying y cómo hablar sobre esta problemática, entre otros temas.
–¿Las familias estaban pidiendo información al respecto? ¿Se acentuó esto con la pandemia?
–El libro fue escrito antes pero creo que la pandemia visibilizó mucho más que para los chicos su vida digital es una parte muy importante e hizo que los adultos se dieran cuenta. La necesidad del libro viene desde cuestiones mucho más profundas que la pandemia, que es la transformación digital que estamos viviendo y el cambio respecto al rol de la tecnología en la niñez y adolescencia, que es totalmente distinto a cuando nosotros éramos chicos.
–¿La llegada de tu primer hijo, Gino, tuvo que ver con en este libro?
–Sí y no. Cuando empecé con todo esto tenía alrededor de 24 años y hablaba de estos temas porque era experto en seguridad informática. Con el paso de los años, los consejos se volvieron más pedagógicos y de crianza, me agarró un poquito la responsabilidad de pensar que les estaba diciendo a los docentes cómo educar en el aula y a los padres cómo criarlos en su casa y yo no estaba en ese lugar. En una segunda etapa, entendí eso como un desafío: para hacer bien mi trabajo tenía que dar los consejos con mucha humildad y con escucha. En la tercera etapa, que tuvo mucho que ver con la escritura del libro, pensé que quizás no era una casualidad que yo haya hecho este recorrido, sin ser docente ni padre. Creo que mi edad (36 años) y el no haber tenido hijos me permitió estudiar todo con ojos de científico, ahora lo estoy aplicando y es hermoso.
–Mencionás que los padres sean más “mentores digitales”, que acompañen a los chicos.
–Esto que planteo casi que es un cambio de paradigma. Si yo pienso mi niñez, preadolescencia, y adolescencia, no fueron muy distintas a las de mis viejos. Nuestros hijos están viviendo una niñez que nosotros no vivimos. ¿Cómo hacemos para enseñarles a vivir con tecnología? Antes era mucho más fácil bajar línea, porque quienes estaban en el rol de educador sabían o habían vivido algo que el que estaba aprendiendo no conocía. La mayoría de los adultos sienten que sus hijos saben más y queda la sensación de que no tenemos nada para hacer. Pero nuestro rol como educadores es también hacer preguntas y no bastardear la tecnología. Me plantean mucho esto de que ahora los chicos miran como otros juegan en línea y les digo : “¿Y vos no mirás fútbol? ¿Por qué no vas a jugar en lugar de ver a otro?” Es exactamente lo mismo.
–Repetís tres conceptos: dar el ejemplo como adultos, apelar al diálogo temprano y empoderar a los chicos en el uso de la tecnología.
–En la educación, el ejemplo es fundamental, sobre todo en la primera infancia. Los padres de adolescentes me dicen: “Están todo el día con el celular”. Hablás con padres de chiquitos y te dicen: “Si vamos afuera y no le doy la tablet no podemos comer”. Hay una disociación entre lo que hacemos en la primera infancia y lo que nos preocupa en la adolescencia que nadie hila: ¿Cuántas veces los chicos cuando son chiquitos te hablan y vos estás mirando el celular? Entonces, ¿por qué te quejás cuando los adolescentes están adictos a la tecnología?
–El libro está planteado como una guía de crianza digital en varias etapas. ¿Considerás alguna más importante que otra?
–La crianza digital es algo para ocuparse muchísimo en la primera infancia, bastante en la preadolescencia y acompañar en la adolescencia, y suele estar dicho al revés. El tema del uso sano de la tecnología todavía está muy visto en la secundaria, y en algunos casos, en los últimos años de la primaria. Es clave dar vuelta la balanza: entender que lo que hagamos, cuanto más pequeños son, más los va a ayudar a crecer con una concepción sana de la tecnología. Tenemos la oportunidad de instalar hábitos saludables, como pasa con la alimentación.
–Destacás que los adultos son responsables incluso antes de que nazca el bebé de su huella digital. ¿Cómo hablar con la familia sobre el sharenting?
–Aparece el tema de la deconstrucción sobre nuestra concepción como adultos, de dónde empieza y termina el respeto por la privacidad del otro, y el tema de la oportunidad. Cuando nació mi hijo decidimos mandarles un mensaje por WhatsApp a todos diciendo que queríamos que intenten evitar sobreexponerlo, para que cuando estén con él, no estén pensando en subir cosas en lugar de disfrutarlo y que él nos vea todo el tiempo sacándole fotos.
–Qué charla difícil...
–Sí, sabíamos que podía ser un mensaje incómodo. Nosotros teníamos una base construida sobre la problemática de la privacidad, pero es un cambio social, es como si yo hace 30 años le pidiera alguien que no se prenda un cigarrillo en un lugar público. Como sociedad cambiamos constantemente nuestras ideas de qué es correcto y qué no.
–Volvieron las clases presenciales, ¿qué cosas dejó la pandemia en relación con la crianza digital?
–No vamos a volver a la normalidad anterior, todo indica que se van a implementar modelos híbridos. Y creo que eso es espectacular en términos de que la escuela empieza a pensar cómo se transforma para aprovechar lo bueno de la tecnología, que lo aprendimos, y para darnos cuenta qué cosas no puede cubrir, que también lo aprendimos. Tenemos que pensar en un modelo híbrido, donde le saquemos el jugo a la presencialidad y a la virtualidad y nos empecemos a preguntar realmente si es necesario que los chicos estén tantas horas en el colegio.