Se viene la campaña
Año electoral este 2005, situación que promueve la idea de que otra votación puede borrar los errores anteriores. Tenemos que superar ese concepto del escocés Thomas Carlyle (1795-1881) de que la democracia es la dictadura por las urnas, opinión que a Jorge Luis Borges le placía citar. Para comenzar, con vistas a sacar la grande de la política nacional, hay que pensar que la campaña será divertida. De otra forma cundirá la desazón. De aquí en más pensemos que nuestros representantes serán un ejemplo de comportamiento democrático, servicio y honestidad. Los tiempos de elecciones son buenos para estas fantasías. Concretamente, el ciudadano tendrá el placer de ver cómo las autoridades se abocan al tráfago de buscar soluciones en el mal llamado servicio público. Y para los candidatos será una satisfacción lograr que les prestemos atención, aunque más no sea porque lo ofrecido por televisión es execrable.
Tenemos que pedirles a los políticos todo lo que no nos trajeron Papá Noel ni los Reyes Magos. Claro, corremos el riesgo de que el resultado que nos ofrecerán los candidatos electos sea parecido al déficit que hallamos bajo el arbolito de Navidad.
Pronto veremos cómo las intendencias buscarán dar evidencia de dedicación a entornos urbanos en todos los rubros. Estemos atentos a la inventiva que se aplica para convencer al electorado, que si bien poco se hizo desde la contienda anterior esta nueva experiencia reflejará talento y originalidad. Ya hemos vivido ejemplos sobresalientes. Los sándwiches para los adherentes que demuestren su incondicional apoyo son cosa del pasado (si bien no es de desdeñar un bocadito en un día tan austero como el del voto). No se pueden repetir excentricidades presupuestarias como plantar pastito en el hormigón de la Costanera con miras a parquizar la baldosa. Sin embargo, difícilmente superemos al chaqueño que prometía rifar un automóvil entre sus electores si ganaba.
Probablemente veremos gestos adaptados a la época. ¿Estará de moda entre los políticos salir de noche tarde para fotografiarse con cartoneros, entonar cumbias villeras o compartir el contenido de un tetra brik en una convención etílica en alguna plaza? El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires seguramente saldrá a emparchar aceras y a recapar calles, arguyendo que nada de esto se pudo hacer antes porque no había partida disponible debido al necesario ahorro (para la campaña), hazaña para la que la Capital tuvo el copyright en 2003. Los barrios olvidados serán visitados con promesas de "puestas en valor" y futuros legisladores superarán su menosprecio para descubrir el interior de alguna villa (acompañados de fuerte custodia, naturalmente). Todas las entrevistas periodísticas tendrán un contenido de comprensión y compromiso para con las "necesidades del pueblo".
Bueno, puede suceder algo novedoso que nos deslumbrará nuevamente este año. Ya veremos cómo los muchachos campañistas se esmerarán con ocurrencias nuevas. Por eso son tan interesantes los años electorales.
El autor es periodista y escritor