Se quejaron por el trato que recibieron en una confitería pero la respuesta del dueño generó el doble de impacto
Una mujer fue con amigas y sus niños a un local gastronómico y denunció en una reseña que la habían echado del lugar con los pequeños; el propietario del local utilizó esas mismas redes para brindar una demoledora respuesta
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De un tiempo a esta parte es bastante común que la gente califique en redes sociales o sitios especializados los comercios que ha visitado, especialmente si se trata de un local gastronómico. Esto es lo que hicieron unas señoras que fueron con sus hijos a merendar a una confitería de Granada, en España, y se quejaron luego por escrito de que en ese lugar las habían invitado a retirarse a ellas y a sus pequeños.
Pero, así como los clientes pueden expresar sus quejas y críticas de los locales, también los dueños pueden expresarse. Y esto es precisamente lo que hizo el propietario de la pastelería cuestionada por la mujer, que le respondió de manera contundente a su clienta a y le recomendó tener en cuenta dos palabras: “Respeto y educación”.
El intercambio de mensajes fue expuesto en su cuenta de Twitter por el usuario identificado como Soy Camarero, un joven español que trabaja como mozo en el país ibérico y que suele utilizar las redes sociales para comentar situaciones particulares que ocurren en el rubro gastronómico.
En este caso, este tuitero subió a su posteo la crítica que le hizo en Google una mujer a la pastelería y cafetería Forum Sweet, de Granada, y luego, la respuesta del dueño del local. El foco de la discusión entre cliente y comerciante fue, para decirlo simple, el comportamiento de los niños que acompañaban a las mujeres.
Como para describir de qué iba este contrapunto particular, Soy Camarero expresó en su misma publicación: “La responsabilidad como padres no la dejéis en la puerta del restaurante”.
La crítica de la clienta
Una mujer que se llama Paloma es la que escribió la crítica hacia la pastelería. En principio, le puso una calificación de una sola estrella, es decir, la más baja posible, y luego, comenzó con un lapidario comentario, “Lugar no apto para niños”.
Luego, describió su visita al local: ”Hemos ido a merendar con cinco niños y les hemos pedido a cada uno su consumición. Al terminar se han puesto a jugar en el exterior. En un momento concreto un niño ha rozado la pared con el pie y como les ha molestado, nos han invitado a irnos”.
A continuación, la clienta Paloma contó cómo era que las habían echado del lugar: “Después de llamarnos malas madres y sugerirnos que les pongamos un bozal, nos han echado al grito de fuera, para la sorpresa de todos los allí presentes”.
“Recomendamos que coloquen un cartel, “Prohibido niños”, para evitar que situaciones tan desagradables se repitan. Luego no queremos que los niños estén todo el día con móviles y tabletas pero con este tipo de sociedad en que nos estamos convirtiendo donde las risas de los juegos de unos niños son molestas, veo que no nos quedan muchas más opciones. Lamentable”, concluyó su crítica la mujer.
El comentario de Paloma fue escrito el pasado jueves, pero la cosa no quedó ahí. Un rato más tarde, el mismo propietario de la cafetería le contestó y expuso su propio punto de vista de lo que había sucedido, muy diferente al de la señora, por cierto.
La respuesta del dueño
“Los niños pueden jugar y gritar todo lo que quieran, que para eso son niños, faltaría mas”, arrancó el dueño del local, en un principio de acuerdo con lo que había dicho Paloma.
Claro que, de inmediato, llegó la parte más controversial: “Pero cuando los niños le pegan reiteradas patadas a la pared hasta ponerla negra, cuando tiran una pizarra contra un cristal, y se cuelgan de un poyete (estante) de madera estando a punto de romper ambos, lo más lógico y normal es que como propietario del establecimiento les pida que controlen a los niños”.
“A lo que me responden que tengo que aguantarme porque están consumiendo”, añadió luego el hombre y concluyó, contundente: “Aguanten ustedes a sus hijos en sus casas y enséñenles respeto y educación, porque no todo vale. Hasta nunca”.
En el mismo sitio de Google donde se pueden dejar las críticas, positivas o negativas, al negocio de Granada, la mayor parte de los que escribieron tomaron partido por el dueño del local. Algunos, incluso, aprovecharon para recomendar a la autora de la queja que “aprenda a educar a sus hijos” y para recordar que “los bares no son guarderías”.
Como una buena manera de destacar el poco impacto que tuvo la única estrella que le dio Paloma -y otras dos mujeres fueron sus acompañantes- a la pastelería, puede decirse que, en el promedio de las calificaciones, más de 240 en total, el lugar recibió un puntaje de 4,8 estrellas sobre 5.
Y en el posteo de Soy Camarero también, abrumadoramente, los comentarios fueron a favor de la confitería o, directamente, contra la mujer que expresó su crítica. “Siendo madre, estoy de acuerdo con el dueño. Por el hecho de ser niños no tienen el derecho de hacer lo que quieran. Eso tiene un nombre: ‘mala educación’, de la que somos responsables los padres”, señaló una usuaria.
“Voy a un lugar a tomar algo y charlar con alguien tranquilamente, pero no tengo porque aguantar los hijos de los demás. Si no saben comportarse y los padres son permisibles con ellos, que se queden en casa y los aguanten ellos. Pero no los clientes del local”, señaló otro. “Los niños deberían ir más a los parques y menos a los bares” sentenció, más drástica, otra tuitera.
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