Se les incendió la casa y el gesto de un profesor y sus alumnos conmovió a todos: “Se les caían las lágrimas”
Diego Melillán, docente de soldadura y electricidad, acudió con sus 40 estudiantes de una escuela técnica para ayudar a las víctimas; el trabajo se hizo en “tiempo récord” y todos salieron ganando
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El 24 de abril, un devastador incendio arrasó con la vivienda de una pareja de adultos mayores, producido presuntamente por un cortocircuito. “La casa ardió en apenas un segundo, porque tenía material inflamable y perdieron casi todo”, señaló a LA NACION Diego Melillán, un docente de Zapala, provincia de Neuquén, quien se acercó al domicilio para conocer lo sucedido. Este hecho despertó la solidaridad del profesor y de su grupo de alumnos, quienes protagonizaron un emotivo gesto para ayudar a las víctimas. “Me sorprendió la disposición y el entusiasmo”, destacó.
Diego atravesaba un difícil momento por la muerte de su mamá, víctima de un accidente de auto tres meses atrás, por lo que se encontraba de licencia en su trabajo como docente en la Escuela Provincial de Educación Técnica (EPET) N°11, en Zapala (Neuquén). “Mi mamá era una mujer que siempre ayudaba mucho a la gente. Sentí que tenía que continuar con el legado, con los valores que, junto a mi papá Alberto, me enseñó”, destacó el hombre, de 34 años.
Fue entonces cuando, tras escuchar sobre el incendio que sufrió la pareja de adultos mayores, de 81 y 82 años, en la localidad, acudió de inmediato a su casa. “La hija de ambos, Yoli, me contó que, cuando se prendió fuego, sus papás estaban durmiendo. Por suerte, se encontraban sus nietos y pudieron ayudarlos a salir. Solo sufrieron intoxicación por el humo”, detalló. Diego decidió poner de su parte: “Me comprometí para realizarles la instalación eléctrica y ello me dio el empuje para volver a la escuela y reencontrarme con mis alumnos”, advirtió.
Melillán le propuso a sus alumnos, de 16 años que cursan 5° de Electricidad, que colaboraran en ayudar a la pareja a recuperar una parte de su casa, la electricidad. Pero los chicos debían realizar un trabajo profesional de un rubro que estaban estudiando, por lo que no se sentían muy confiados. “Me decían que, con la pandemia de Covid-19 de por medio, no tuvieron mucho tiempo para practicar. Les dije: ‘Solo necesito que tengan ganas. Aprenderemos haciendo, al ayudar, en el momento”, sentenció el docente.
El proyecto se inauguró bajo el nombre “Aprender siendo solidario”, que culminó con el trabajo de una instalación eléctrica que arrancó desde cero. El primer paso fue el listado de los materiales que necesitaban. “Se lo entregamos a las familias de los chicos y consiguieron la mitad del equipo, pero no podían comprar más. Estaban todos súper entusiasmados”, señaló a LA NACION.
El docente detalló: “Instalamos el pilar, desde cero, con conductores subterráneos y un nuevo tablero. Pero a los dos días, nos quedamos sin materiales, así que salimos a la calle y pedimos la colaboración de la gente. En un día y medio teníamos todo”. Y siguió: “También hicieron los pozos, pusieron los cables subterráneos y realizaron una instalación de tipo exterior”.
“Nos permitió conocernos de otra manera”
Diego destacó que la instalación eléctrica en la vivienda se completó en “un tiempo récord”, al tardar únicamente seis días en todo el proceso. “Fue toda una experiencia, muy gratificante. Enseñar en el momento a los chicos, que mostraban una disposición y una felicidad increíbles, que aprendieran una instalación desde cero, y compartir con las familias y los abuelitos; nos permitió conocernos de otra manera”, destacó.
Y señaló: “Aprendimos mucho de lo técnico, pero también a ser solidarios, a ayudar y a demostrar el amor. Mis alumnos se pusieron la mochila al hombro y me sorprendió su gran disposición, donde hicimos turnos de mañana y tarde, incluso en su día libre”.
La reacción de la pareja: “Se les caían las lágrimas”
Diego se sintió orgulloso del trabajo que hizo junto a sus alumnos y a sus familiares, y destacó el agradecimiento de la pareja que hoy cuenta con una instalación eléctrica renovada. “Los abuelitos estaban muy conmovidos, porque vivían a oscuras y, además, antes contaban con una instalación muy improvisada. Se les caían las lágrimas y nos dedicaron unas palabras al final de la obra”, contó.
Y compartió: “La mujer me dijo, sorprendida y emocionada: ‘¡No sabés cómo ilumina esto a la noche!’, ya que antes tenían unos foquitos muy humildes. Nos demostraron su amor haciendo tortas fritas y mate y compartiendo con nosotros”.
En tanto, el docente arrancó junto a otros profesores y a sus alumnos de la EPET, de 6° año, el proyecto “Estufas solidarias”, que inauguraron el año pasado y que instalan en las viviendas de los vecinos “de bajos recursos”. “Igual que yo tuve a mis referentes, hoy nos toca a nosotros mostrar ese camino como profesores jóvenes”, concluyó.
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