Se hizo las uñas de gel y ahora vive un infierno: “Mis dedos son como papel”
La historia de Lisa conmovió a todo el Reino Unido; qué le dijeron los médicos al verle las manos
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Lisa Dewey, una ciudadana del Reino Unido, era clienta habitual de uno de los salones de estética del condado de Northamptonshire. Debido a que siempre le gustó llevar las uñas cuidadas y de la mejor manera posible, era habitual verla en el comercio en cuestión.
Sin embargo, nadie imaginó que su gusto por cuidarse las uñas se iba a convertir en su más grande pesadilla. Y es que según relató la mujer de 36 años en una entrevista con South West News Service, su vida cambió para siempre luego de terminar una sesión de manicura de uñas en gel en febrero pasado.
Luego de acudir a su cita en el salón de estética, Lisa comenzó a sentir una inflamación y un dolor muy fuerte en sus manos, a tal punto de que sus uñas comenzaron a caerse. Ante tal situación y preocupada por lo ocurrido, la mujer asistió al médico de manera inmediata.
Una vez en el hospital, los médicos le diagnosticaron una infección bacteriana, por lo que le recetaron una crema con esteroides y antibióticos. Al cabo de unas semanas, los síntomas fueron desapareciendo y, dos meses después, en abril, Lisa Dewey se animó a volver al salón de belleza.
En esta ocasión, la mujer optó por colocarse uñas acrílicas y fue allí donde comenzó la verdadera pesadilla de la que había sido advertida hacía un par de meses, pero que decidió hacer oídos sordos.
Según comentó Lisa en el medio mencionado, las uñas volvieron a despegarse y el dolor volvió a hacerse presente, de tal manera que ya casi no puede mover las manos, describiéndolas como si fuesen un “papel arrancado”.
“Cuando me las hice hace poco, esta vez acrílicas, me pasó lo mismo. Ahora mi piel es como papel que se desgarra de mis dedos y apenas puedo mover las manos del dolor”, relató la mujer. “La gente se hace las uñas durante años sin sufrir nada, hasta que un día puede suceder esto”, añadió.
Incluso, Lisa aseguró que su calidad de vida está completamente deteriorada, pues ya no puede realizar las tareas cotidianas que antes realizaba con normalidad. No puede lavar los platos, ponerse el cinturón de seguridad y ni siquiera sostener una lapicera.
“Se agrava mucho. Ponerme guantes ni siquiera ayuda porque las manos sudorosas también empeoran la situación. Cualquier producto perfumado agrava todo: no puedo ponerme acondicionador en el pelo ni espuma para peinar”, explicó.
Finalmente, con la intención de concientizar a aquellas personas que suelen recurrir a estos salones de estética, la mujer reflexionó: “Sólo quiero aportar mi granito de arena para intentar que se sepa que las cosas pueden no ser tan buenas como parecen”.
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