Un viaje con amigos cambió el rumbo de su historia de maneras inesperadas...
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Justo antes del inicio del nuevo milenio, Diego Cuenca tomó una de esas vacaciones que cambian la vida para siempre. Con sus amigos, decidieron volar al Caribe, un lugar en el mundo que provocó en él un punto de inflexión. Por entonces, tenía 24 años, vivía en Núñez, Ciudad de Buenos Aires, y tenía un muy buen pasar, gracias a su empleo en ascenso, y una carrera prometedora por delante.
Pero en aquel viaje una pequeña ventana se abrió, mostrándole una diversidad de personas de distintos países que jamás había visto y que despertó en él una intriga irrefrenable. Fue así que, al año siguiente, continuó su aventura con amigos en Italia y Suiza: “En ese viaje comenzó a nacer mi atracción por Europa”, rememora.
Otro año pasó cuando llegó la travesía solitaria por el viejo continente y, para ese entonces, su mente ya estaba más en Europa que en Argentina, una nación que había comenzado a tambalear y provocar en él el deseo de una partida definitiva.
“Meses después estalló la gran crisis del 2001, que me afectó muchísimo emocionalmente y me dejó sin trabajo. En ese momento era supervisor de operaciones para una cadena de tiendas de descuento, Eki Discount, y la mitad de las 140 tiendas fueron vandalizadas. Por esta razón, tuvieron que licenciar a mucha gente, incluyéndome a mí, pero no volví a incorporarme. Negocié una salida amistosa y fue así como se dieron las condiciones para que cristalizara lo que en mi cabeza llevaba tiempo dando vueltas”.
El impacto de llegar sin papeles y la magia de tener residencia: “El único freno es tu salud y tus aspiraciones”
Llegó a España, donde tenía un amigo que lo inspiró a dar el paso de dejar Argentina atrás. En aquellos tiempos donde sus emociones danzaban en la incertidumbre, se recuerda yendo a una cabina telefónica para llamar a sus seres queridos, y gastar numerosas monedas para hablar apenas unos minutos. De vez en cuando, también se sentaba en algún cibercafé para enviar algunos mails.
En especial, trataba de comunicarse seguido con su madre, cuyo recuerdo en la puerta de su casa al momento de la despedida permanece hasta el día de hoy en su memoria: “Fue un momento muy triste”, cuenta. “Mi papá falleció cuando yo era muy pequeño, así que todo el amor que la mayoría siente por sus padres, yo lo concentraba en una sola persona. Y era a su único hijo varón, el del medio, a quien veía partir. Siempre he sido trabajador y luchador, y creo que todos sabían que saldría adelante. La preocupación principal no era mi capacidad de adaptarme, sino la tristeza de verme partir tan lejos”.
A pesar de su tenacidad, el primer año para Diego fue muy duro, en especial porque no tenía papeles y la situación por momentos se tornaba angustiante e insostenible. Mientras tanto, en el rincón de Manresa en el que se había instalado, tuvo que adaptarse asimismo a que la vida entera transcurriera en catalán: “Antes de llegar, no era consciente de la magnitud de tal fenómeno”.
Para su fortuna, los trabajos emergieron y pronto supo destacarse, como otros argentinos, por su esmero y forma de relacionarse. En especial, Diego rememora con cariño su paso por una rotisería cuyos dueños eran un matrimonio catalán con quienes bromeaba acerca de las diferencias culturales; también trabajó en una discoteca, sirviendo copas y bailando sobre la barra, al estilo “Bar Coyote”, además de en un restaurante de pinchos y tapas vascas, El Lizarrán: “Primero en la cocina y luego como camarero. Fue allí donde, gracias a mi trabajo, me ayudaron a obtener mi permiso de residencia”.
Con su permiso en mano todo cambió, Diego consiguió trabajos mejor pagos y, luego de unos años, fundó su propia empresa. En ese proceso ingresó a otro universo dentro del mundo laboral, donde quedó impactado por la intensidad con la que la gente trabaja: “El sistema ofrece muchas posibilidades de progreso y hay quienes aprovechan estas oportunidades al máximo. El único freno es tu salud y tus aspiraciones”, dice al respecto
“Sobre ciertos aspectos tengo sentimientos contradictorios. Por un lado, aprecio la cultura de disfrute que allí impera: La gente sale de trabajar y se va al bar a tomar unas cañas, y después se va a su casa o sale. Pero, por otro lado, a veces siento que lo hacen en exceso”, manifiesta. “Y parecerá una frase hecha, pero es verdad que la concepción que los argentinos tenemos de la amistad es única, y que somos habladores. Extrañaba mucho las largas y profundas conversaciones que solo se pueden tener con argentinos, y siempre tuve la sensación de que las conversaciones aquí eran más superficiales”.
Una pasión, una mujer y enamorarse de Francia: “Es un país increíble”
Diego se había ido de Argentina atraído por el estilo de vida y el progresismo de Europa, pero cuando llegó a Manresa, una pequeña ciudad en el corazón de Cataluña, era pleno invierno, todo le resultó gris, antiguo, y hacía mucho frío. Aun así, pronto entendió que era en aquel continente donde quería construir su vida, simplemente Manresa sería su primera parada.
Tal como lo había anticipado, llegó el día en que su vida allí se estancó y, para escapar de su letargo, comenzó a tomar clases de tango, a lo que le siguieron las milongas y, con ellas, otro momento bisagra en su vida: conoció a nuevas personas del planeta entero, y a Fabienne, su gran amor y futura esposa, con quien vivió en Barcelona un noviazgo de ensueño, y luego se mudó a una casita en el medio del bosque en Gélida, un pequeño pueblo a 30 km de Barcelona, donde se casaron y tuvieron a su hija, Anaïs.
“Desde que conocí a Fabi, casi todos los meses íbamos a casa de sus padres en el sur de Francia y paseábamos muchísimo también por allí. Así fue como empecé a enamorarme también de Francia, que es un país increíble”, relata Diego.
“Con el fin de poder comunicarme bien con los amigos y la familia de Fabi, comencé a estudiar francés. Me interesé mucho por la cultura y la historia de este país, y siempre manifestaba mi deseo de que algún día nos fuéramos a vivir allí. Y así fue”.
Vivir en un pueblo francés: “Lo fascinante es el matrimonio entre lo antiguo, lo clásico y lo moderno”
Era febrero de 2019, cuando Diego, Fabi y Anaïs se mudaron a Francia, a una pequeña ciudad llamada Lunel, entre Montpellier y Nîmes, tras preparar el terreno durante los años previos. Otro sueño empezaba a cumplirse.
En el país galo, el argentino descubrió un suelo poderoso, con una forma de vida e historia fascinantes, acompañados de una comunidad respetuosa, orgullosa de sus costumbres y con el buen gusto impregnado en su ADN: “Son solemnes y medidos en todo lo que hacen. Expresan sus emociones, pero no de manera efusiva, cuidan sus palabras, ¡y su pastelería! Me parecería impensable que utilizaran el dulce de leche como ingrediente ya que es demasiado azucarado”, observa.
“Son muy cuidadosos con lo que comen y privilegian, en lo posible, lo local. Revisan las etiquetas de los productos para conocer sus ingredientes y aditivos, y reconocen cuáles podrían ser nocivos. Y lo mejor de todo es que mucha gente tiene la costumbre de preparar en casa muchas de las cosas que usualmente se compran en tiendas”.
“Lo fascinante de Francia es el matrimonio entre lo antiguo, lo clásico y lo moderno. Han sabido mantener lo histórico y embellecerlo, ponerlo en valor para que sea un atractivo y un activo de la economía. En primavera, siempre que el tiempo lo permite, vamos con Anaïs al colegio, que queda en el pueblito de al lado, en bicicleta atravesando el campo con caballos, conejos y ovejas”.
“Pero, contrariamente a lo que viví en España, debo confesar que aquí son menos cívicos y respetuosos de las reglas”, agrega pensativo. “Eso sí, los franceses son románticos. Recuerdo, durante algunas de nuestras visitas a Francia, cuando aún vivíamos en España, que al besarnos en la calle paseando por Montpellier, la gente nos decía al pasar: C’est beau l’amour…. (es bello el amor)”.
“Y si hablamos de organización, con el objetivo de lograr un equilibrio entre educación y ocio, durante la escuela primaria y secundaria, los miércoles los niños no tienen clases. Esto les permite disfrutar de un día en el que pueden dedicarse a actividades extracurriculares, tiempo en familia o simplemente descansar. Además, el calendario escolar se organiza de manera que los estudiantes tienen dos semanas de vacaciones cada seis semanas de clases. Por supuesto, la consecuencia es que el equilibrio de la vida laboral y personal en Francia esté muy cuidado”.
Un proyecto para ejercer lo más valioso para el ser humano y un deseo para Argentina: “Me ilusiona que podría servir de inspiración”
Tal vez, uno de los aspectos que enamoró a Diego fue l’art de vivre à la française (el arte de vivir a la francesa), reflejado en una vida social dinámica, donde las reuniones sociales, entre amigos, son permanentes, no solo en bares y restaurantes, sino mediante actividades culturales y al aire libre, así como en las casas.
Al mes ambos consiguieron trabajo. Diego lo hizo en una empresa de software, como gerente de cuentas para España. En su nuevo camino laboral, descubrió a una juventud competitiva y estudiosa: “Esto hace que a los 24 o 25 años ya estén trabajando con salarios a partir de 30 mil € anuales, independientes y disfrutando de los placeres de la vida al estilo francés”.
A pesar de la bonanza, para Diego en un comienzo fue difícil, llegaba al hogar con dolor de cabeza, como consecuencia de aprender un programa informático desconocido y un modo de trabajar en un idioma y cultura diferentes. Con el tiempo, por fortuna, todo mejoró y llegaron los reconocimientos: “Pero no soy de los que pueden estar encerrados en una oficina 7 horas al día. Fue un trabajo super interesante, aprendí un montón, pero me sentía limitado como si estuviera en una cárcel. Y para mí, la libertad siempre ha sido un bien que no tiene precio”, revela.
Para recuperar su libertad, a finales de 2023, Diego comenzó a trabajar en un proyecto personal en el que se propuso contar las maravillas de Francia: “Poner en relieve sus particularidades, así como las diferencias culturales”, cuenta Diego, quien puso en marcha un blog en constante crecimiento, donde presenta los pequeños pueblos con encanto de Francia. “Estoy en contacto con actores de las distintas regiones sobre las que trato, así como sus oficinas de turismo, para propiciar colaboraciones que me ayuden a realizar los reportajes y a continuar poniendo en valor los rincones que estos sitios ofrecen”.
“Además, el gobierno pone en marcha acciones, a través de instituciones privadas de alcance nacional, de acompañamiento a los emprendedores”, continúa. “Este es mi proyecto, me proporciona libertad, independencia y me permite seguir conociendo lugares increíbles como solo este país puede ofrecer. Quién sabe, dar a conocer todos estos aspectos poco conocidos de este país me ilusiona con que podría, algún día, servir de inspiración en Argentina también”.
Regresos y aprendizajes: “Será esencial ser más tolerante”
Muchos años han pasado desde que Diego tomó unas vacaciones en el Caribe que le cambiaron la vida para siempre. Abrir una ventana significó el inicio de una travesía que dura hasta hoy y que siempre incluye a la Argentina en el camino. En el sur del mundo, él se siente en casa, rodeado de “esa calidez que solo se experimenta en el hogar natal”. Sin embargo, ya no siente que pertenece del todo, tal vez, el país no ha cambiado tanto, pero él ya no es el chico de 25 que salió a conquistar el mundo.
“Nuestros caminos se separaron. Claro, los lazos afectivos siempre me hacen volver y seguir conectado. Pero en gran parte de mi interior, ya me siento más europeo, aunque tampoco me siento completamente de aquí”, reflexiona. “Disfruto mucho viendo cómo evoluciona la ciudad. Buenos Aires es fascinante y, aunque nací y crecí allí, siempre me ofrece nuevos lugares y misterios por descubrir. La vida cultural porteña es difícil de encontrar en otra parte del mundo”.
“Anaïs es franco-argentina, habla francés y español, y aunque haya nacido en España y viva en Francia, queremos que también se impregne de la cultura argentina, que desarrolle relaciones con su otra mitad de la familia y que tenga amistades allí”.
“Europa, y la vida entre tanta gente diferente, mi contacto con culturas diversas me ha abierto la mente y me ha hecho mucho más tolerante. Las tensiones geopolíticas y las facilidades cada vez mayores para desplazarse harán de las ciudades lugares cada vez más interculturales. Será esencial ser más tolerante y saber convivir con gente de otros rincones del planeta con distintas culturas y costumbres”, continúa pensativo.
“Toda esta experiencia me ha demostrado que la vida es maravillosa, nos regala los momentos más increíbles y llenos de felicidad que podamos imaginar. Pero también debemos ser conscientes de que en el camino hay momentos terribles y muy tristes que debemos afrontar. Para prepararnos para los malos momentos, los buenos hay que disfrutarlos al máximo, saber aprovecharlos”, concluye.
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Destinos Inesperados es una sección que invita a explorar diversos rincones del planeta para ampliar nuestra mirada sobre las culturas en el mundo. Propone ahondar en los motivos, sentimientos y las emociones de aquellos que deciden elegir un nuevo camino. Si querés compartir tu experiencia viviendo en tierras lejanas podés escribir a destinos.inesperados2019@gmail.com . Este correo NO brinda información turística, laboral, ni consular; lo recibe la autora de la nota, no los protagonistas. Los testimonios narrados para esta sección son crónicas de vida que reflejan percepciones personales.
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