En Argentina era feliz y jamás pensó en emigrar, pero el destino tenía otros planes
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Michel Sarafian era muy feliz en Argentina. Cuando el año 2017 arribó, trabajaba como gerente de finanzas en una importante empresa, tenía una novia a la que amaba, y estaba rodeado de amigos y una familia presente. Ser emigrante jamás se había cruzado siquiera por su imaginación. Para él todo parecía fluir en una dirección predecible y amena, pero el destino tenía otros planes que pronto lo llevarían por un camino inesperado.
Todo comenzó cierto día, cuando su novia le anunció que se iría a Copenhague, Dinamarca, a realizar un intercambio universitario por un semestre. Enamorados, acordaron continuar su relación a distancia, pero aquellos seis meses se transformaron en otros seis más, hasta que a ella le ofrecieron un puesto en una multinacional danesa. Durante dos años, el amor a la distancia continuó, acompañado de inolvidables encuentros en algún rincón del mundo.
Viajar seguido era mágico, pero a largo plazo el plan se hacía insostenible. Para entonces, la novia de Michel se había adaptado a una calidad de vida que no estaba dispuesta a renunciar y él comprendió que la mejor opción para sostener su amor tenía un solo nombre: Dinamarca.
En busca del milagro
Tras tomar la decisión, Michel, que no contaba con pasaporte europeo, comenzó a buscar el milagro. Sin descanso, trazó diversas estrategias para encontrar empleo en el país escandinavo, sin buenos resultados. Sin embargo, llegó aquel día en que uno de sus tantísimos intentos dio su fruto y, de pronto, se halló sentado en un avión en dirección a Dinamarca, listo para tener una entrevista laboral en persona.
“Era prácticamente mi única chance, así que la tenía que aprovechar al máximo”, recuerda. “Tuve la cita laboral, y por esos guiños del destino, la persona que me entrevistó era extranjero y vivía también en Dinamarca por su pareja”.
La historia de Michel tocó las fibras de su entrevistador, quien le anunció que pronto tendría una segunda reunión online, ya de regreso en Argentina. Lo que parecía imposible se había hecho realidad y a los pocos días el joven tuvo un contrato entre sus manos.
Como en un sueño y atravesado por miles de sensaciones desconocidas, abordó el avión listo para cambiar por completo su vida.
Dinamarca: nuevo comienzo, nueva cultura, nuevo empleo
La llegada a Copenhague fue más que intensa. Aún mareado por los últimos acontecimientos, a los dos días Michel comenzó a trabajar. El desafío de adaptarse a una nueva cultura y lanzarse a un nuevo empleo en un país desconocido se fusionaron, provocando un impacto emocional duro.
El argentino jamás olvidará el primer día en aquella gran multinacional financiera. Eran las 11:30 en punto y de pronto todos sus compañeros se pusieron de pie al mismo tiempo, listos para abandonar la sala, una actitud que dejó a Michel extrañado.
“¡Se estaban yendo a almorzar y yo ni siquiera había desayunado!”, recuerda entre risas. “Me invitaron a acompañarlos y obviamente dije que sí. Con el tiempo empecé a ir algo más tarde, aunque no mucho, el comedor a las 13 ya cerraba. Y tipo 17:30 suelen cenar. Creo que una de las mayores diferencias se da en torno a los horarios. Lo mismo con la puntualidad, son muy puntuales y llegar tarde está visto como una falta de respeto a la otra persona. Fue algo que me costó mucho al principio porque yo soy bastante impuntual”.
Para Michel, sin dudas, los primeros meses fueron difíciles, ya que la modalidad de trabajo no se asemejaba a lo que estaba acostumbrado. Muy de a poco sus resultados comenzaron a mejorar, aunque lejos estaba de sentirse apasionado con su ocupación, tal como le sucedía en Argentina.
“A lo largo de estos años me cambió un poco la cabeza en cuanto a la forma de ver y aceptar otras costumbres y culturas. En mi trabajo actual hay veinte nacionalidades distintas, con diferencias muy grandes, pero mucho respeto mutuo e interés por aprender. En mi caso les llamó mucho la atención el mate desde el primer día que me vieron, todos me venían a preguntar qué era y cómo se tomaba, y tal vez era la primera vez que me hablaban. Me ayudó mucho para romper el hielo”.
Una ruptura, el camino fácil y la decisión de dar batalla: “Los planetas se alinearon”
Un año duro transcurrió y, cuando por fin todo parecía acomodarse, Michel y su entonces novia decidieron ponerle fin a su relación. La ruptura había sido en buenos términos, lo único cierto era que los dos años de amor a la distancia los había cambiado y ya no eran las mismas personas que cuando ella había dejado la Argentina.
Para Michel, la opción fácil era volver a su país y tratar de recuperar su vida anterior, pero decidió quedarse y dar batalla: “Y cuando el trabajo me estaba empezando a consumir (trabajaba hasta las diez de la noche muchos días e incluso fines de semana) y ya se hacía todo cada vez más difícil, recibí una oferta para trabajar en una empresa danesa chica como jefe de finanzas, en un rol muy parecido al que tenía en Argentina, algo que para mí era imposible ya que el 99% de ese tipo de trabajos requiere un nivel avanzado de danés. Pero nuevamente los planetas se alinearon y volví estar apasionado por venir a trabajar. En este sentido pienso que, a pesar de que las cosas no funcionaron en la relación, fue mi exnovia quien me dio el empujón que necesitaba para tomar la decisión de irme del país en busca de nuevas oportunidades, conocer otra cultura y otra forma de vida. Por ello, le agradezco muchísimo”.
“Asimismo, encontré daneses muy copados, aunque algo cerrados en cuanto a su círculo íntimo. Es difícil, por ejemplo, hacer planes fuera de la oficina, más allá de que hay que avisarles con mucho tiempo de anticipación. No existe la cerveza espontánea a la salida. Eso sí, los viernes suelen ser bastante relajados en la mayoría de las empresas, salvo que haya algo urgente, podés ver a la gente irse a partir de las 15. A veces, desde el mediodía solemos hacer unas hamburguesas a la parrilla en la terraza de la oficina”.
Un camino para hacer amigos, la calidad de vida y una diferencia con Argentina: “Me encontré con una sociedad que se basa totalmente en la confianza en el otro”
Sin dominar el idioma, adaptarse a la sociedad danesa fue, sin dudas, el reto más complejo. A pesar de contar con un inglés muy bueno y de que nadie lo hacía sentir diferente por ser extranjero, para Michel encontrar un círculo de amigos íntimo no fue sencillo.
Tras conocer a varios argentinos y entablar vínculos fraternales, la puerta hacia amistades danesas surgió gracias al deporte, particularmente el tenis de mesa: “Competía desde chico en Argentina y me pareció una buena actividad para retomar acá. Empecé a averiguar y me anoté en un club donde son todos daneses y comencé a entrenar con ellos. Me integraron desde el primer momento, y cada vez que están hablando entre ellos en danés y me ven llegar, automáticamente cambian al inglés para que pueda entender, por más que sigan hablando entre ellos. Se juega por equipos, y con el mío hace poco logramos el ascenso de la tercera a la segunda división”, cuenta con orgullo.
“En relación a la calidad de vida es como la mayoría se imagina o escucha, muy alta en todos los aspectos. Sabés que no te va a faltar nada. La gran contra que tiene el país es el clima, y lo largo que se hace el invierno. Las bajas temperaturas van prácticamente desde octubre hasta abril, con la mayoría de días nublados. Por ello, valoran muchísimo los días lindos y cada vez que está soleado es común ver a toda la ciudad afuera caminando o disfrutando un café al sol. El humor de todos ya es distinto, y lo aprovechan al máximo porque nunca sabés cuándo volverá a suceder. Eso es algo que aprendí a valorar mucho más: el clima hermoso que tiene Buenos Aires, algo que para mí siempre había sido lo `normal´”.
“Un aspecto muy positivo es que me encontré con una sociedad que se basa totalmente en la confianza en el otro, lo cual es muy distinto a lo que estamos acostumbrados en Argentina. Cualquier cosa que uno dice lo toman como válido sin cuestionar, al punto de que en el trabajo, por ejemplo, no existe el certificado médico. Si uno manda un mensaje diciendo que está enfermo o se siente mal, es suficiente para no ir. Y es así en todos los aspectos, hasta en los seguros que tiene la gente (es común tener seguros personales que cubran por ejemplo robo de bicicleta, teléfono, etc.). Tengo un amigo danés que perdió unos anteojos de sol y al otro día llamó al seguro para avisar, a los dos días ya tenía la plata equivalente en su cuenta. Simplemente confían en la palabra”.
Un año puede transformar a una persona: “Siempre voy a estar agradecido”
Alguna vez Michel creyó que de Argentina jamás se iría. Dejó su suelo apostando al amor y del otro lado encontró un mundo lleno de desafíos duros, así como de oportunidades impensadas. El final de su relación podría haber significado recuperar su antigua vida, pero un año fue suficiente para transformar su existencia y su visión del mundo para siempre.
Hoy, a tres años de su partida, los regresos a su tierra conllevan un torbellino de emociones inabarcables. Se considera afortunado, puede volar de una a dos veces por año a la Argentina e incluso trabajar remoto desde su país.
“Trato de viajar durante el invierno danés. Tengo que levantarme a las 4 o 5 de la mañana por la diferencia horaria, pero sin dudas vale la pena”, asegura. “La primera sensación que tengo cada vez que voy a la Argentina es que nunca me fui, siento que estuve ahí la semana anterior, es muy raro. También es muy lindo ver cómo todos me hacen sentir muy querido y lo valoro un montón. Mis amigos dejan todo para poder verme cada día que estoy ahí. Pero, sin dudas, los que más se la bancan son mis papás, porque mi hermana vive en Londres y yo en Dinamarca, así que nos tienen a los dos lejos, pobres. Por eso también desde el primer día que estoy en Argentina de visita ya empiezo a sufrir por una nueva despedida”.
“Pero hoy elijo Dinamarca, que me abrió las puertas y me permitió desarrollarme personal y profesionalmente a través del esfuerzo y dedicación diaria. En este suelo aprendí a ser permeable al cambio, lo que me obligó a adaptarme a nuevos escenarios. Pero nada de esto hubiera sido posible sin las enseñanzas y herramientas que obtuve en Argentina. Por ello, siempre voy a estar agradecido”.
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Destinos Inesperados es una sección que invita a explorar diversos rincones del planeta para ampliar nuestra mirada sobre las culturas en el mundo. Propone ahondar en los motivos, sentimientos y las emociones de aquellos que deciden elegir un nuevo camino. Si querés compartir tu experiencia viviendo en tierras lejanas podés escribir a destinos.inesperados2019@gmail.com . Este correo NO brinda información turística, laboral, ni consular; lo recibe la autora de la nota, no los protagonistas. Los testimonios narrados para esta sección son crónicas de vida que reflejan percepciones personales.
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