La conexión fue inmediata y vivieron un romance que parecía invencible...
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Durante catorce años, Sami estuvo sumergida en una relación compleja, de esas de las que cuesta irse, aunque uno sepa que es tiempo de volar. Cierto día, sin embargo, un amanecer diferente la llenó del suficiente coraje como para armar las valijas y volver a empezar junto a sus tres hijos.
Por aquellos nuevos tiempos emprendió un viaje inédito: encontrarse a sí misma. Para ello, se reconectó con su gran pasión, el arte, y se sumergió en lecturas que la llevaron a imaginar otras realidades posibles, e incluso un amor diferente y sano: “Tanto comencé a imaginarlo, que un día escribí sobre él, y al poco tiempo, llegó de la manera menos pensada”, cuenta Samira.
Por entonces ella no lo sabía, pero este amor vendría a obsequiarle algo mucho más grande de lo que jamás hubiera esperado.
Un viaje en remis
Como profesora de artes visuales en diversas escuelas rurales, Sami solía recorrer largas distancias, que llegaban a los 190 kilómetros. Solía trasladarse a dedo, y cuando el recorrido era más corto o el clima no acompañaba, tomaba un remis.
Ese día, cuando lo conoció a él, llovía. Ella llegó a la agencia y él estaba por terminar su turno, pero aun así se ofreció a llevarla. El viaje parecía transcurrir como cualquier otro hasta que entre ellos la conversación se transformó en una charla profunda y espiritual: “Ya habíamos llegado a mi departamento y no podíamos dejar de hablar, continué en el auto por horas, hasta que decidí bajarme”, confiesa.
El desconocido le contó recuerdos de su infancia que nunca hablaba con nadie y pronto descubrieron que él solía vivir a media cuadra de donde vivía Sami, y que se sentaba en el puente que quedaba frente a su casa. Fue entonces que le compartió sobre un fatídico día, el de su cumpleaños, cuando se sentó allí a esperar a su abuela, su segunda mamá, que nunca llegó. Ese día, el 21 de noviembre, fue el más triste.
“Quedé impactada”, asegura Sami al recordar su historia. “Le dije: ¿21 de noviembre? Yo también cumplo años el 21 de noviembre”.
Las “llamas gemelas”
Para cuando finalmente logró bajar del auto, ya tenían sus respectivos números. Casi de inmediato, entre ellos comenzaron los mensajes hasta concretar una cita real e igual de mágica que aquellas horas que habían compartido de casualidad.
A partir de entonces no pudieron separarse más, como si fueran “llamas gemelas”, así lo denomina ella, dos personas que conectan de inmediato y que comparten algo más grande y previo, más allá de un vínculo romántico.
Poco tiempo después, Sami conoció a su familia y él a la de ella: “También fue como si los conociera de siempre, a mi exsuegra la adoro al igual que mis excuñados, era como si fueran mi familia, de hecho, descubrí gracias a ellos que había más coincidencias entre ambos, y cuando estábamos comiendo un día en la casa de su mamá, nos dimos cuenta de que hacíamos los mismos movimientos en el espejo, los mismos gestos, nos parábamos uno frente a otro y éramos iguales”, asegura.
La magia parecía rodearlos, Samira jamás se había sentido tan bien con alguien, no discutían ni emergían malos entendidos. Si en el aire parecía flotar alguna rareza, no dudaban en conversarlo con mates o un vino de por medio: “Igual estaba más bueno lo segundo”, agrega Sami entre risas.
Y así transcurrieron los siguientes años, él escribía y ella pintaba o dibujaba; se sentaban juntos a leer en silencio o dejaban que las horas abracen la madrugada, perdidos en charlas filosóficas, escuchando a Sabina y soñando despiertos: “Llegamos a convivir un año. Viajamos juntos, salíamos a bailar, o a cenar. Nuestras familias nos querían a ambos, mis hijos lo adoraban, y yo a los suyos aunque no pude compartir mucho, puedo decir que son chicos maravillosos. Tienen una mamá que los acompañó muy bien también”.
El fin del idilio y el comienzo de un amor más profundo: “Por un año me dediqué a viajar sola, a conocer lugares, salir a cenar sola”
Pero ante tanta perfección no todo siempre es color de rosa. A veces hay heridas que quedan del pasado y los viejos patrones resurgen y bloquean el camino. A veces, suele decir Sami, queremos cosas diferentes y eso tampoco está mal, lo importante es ser fiel a uno mismo.
Cuando la tormenta se instaló, no hubo manera de salir de ella, tan solo quedó aprender junto a su final anunciado. A Samira le costó irse, le dolió en lo más profundo, pero esta vez, a diferencia de aquellos catorce años de su pasado, eligió el contacto cero para poder sanar sin interferencias mentales.
“Hice mi primer viaje sola, necesitaba encontrarme y sabía que así podría lograrlo o al menos necesitaba intentarlo, no volví a saber de él hasta cinco meses después, nos reencontramos pero yo ya no soy la misma que cuando nos dejamos y seguramente él tampoco, como dice Sabina: al lugar donde fuiste feliz no debieras tratar de volver”.
“Fue una experiencia muy especial. Hoy me siento más conectada conmigo misma, descubrí un mundo nuevo donde aprendí a amarme y a amar mi propia compañía, por un año me dediqué a viajar sola, a conocer lugares, salir a cenar sola, merendar, visitar lugares que siempre quise sin la necesidad de tener a alguien al lado, lo que me llevo a cuidar más de mi energía, este año me anime a abrirme camino dentro de una de las cosas que amo, que es el arte, me anime a mostrar más de lo que hago, abrí mi estudio donde doy cerámica. Me convertí en coach en arteterapia y trato de dejar una pequeña huella en quienes llegan a mi vida. Realmente estoy viviendo una vida maravillosa donde día a día aprendo más de mí, del amor propio, de este mundo material y del espiritual”.
“Conocer una llama gemela no quiere decir que estarás con esa persona definitivamente, podría decir que no hay que dar nada por sentado al 100%. Pero sí que es un antes y después en nuestras vidas. Te ayuda a reflexionar y te muestra cosas que antes no supiste ver. Es un impacto que es imposible que no provoque cambios en tu vida, como toda persona, vienen a enseñarnos algo. Mi llama me enseñó a poner límites, a tenerme como prioridad y sobre todo a amarme”.
“Como un humilde consejo, hay que animarse a vivir, amar, dejar que nos rompan el corazón, sentir el dolor y la tristeza también es parte de la vida. Siempre hay que fortalecernos de cada experiencia, existe una sola vida, y nadie la puede vivir por vos… haz lo que sientas y te apetezca: ahí está la verdadera felicidad”.
Si querés contarle tu historia a la Señorita Heart, escribile a corazones@lanacion.com.ar
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