Como oficial de un servicio penitenciario comenzó a soñar con traspasar los muros y poder ser “tan solo Leopoldo y Valeria”
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Leopoldo sabe que su historia es peculiar y que puede despertar opiniones ásperas. Aun así, desea compartirla con la esperanza de no ser juzgado, ¿por qué tenemos los seres humanos la tendencia a juzgar, en especial cuando se trata del amor?, suele preguntarse con frecuencia. Para él, los juicios no caben, el amor lo supera todo.
La historia de este hombre divorciado, padre de tres, comenzó un 28 de abril en lo que parece un lejano 2019. Hacía años ya que Leopoldo se desempeñaba como oficial en un servicio penitenciario y aquel día le tocaba comenzar en un nuevo cargo, como jefe de talleres en una cárcel de mujeres. Conocía bien la atmósfera penitenciaria, aunque solo de hombres, un espacio en donde siempre supo preocuparse por mantener un trato muy humano, de mucha escucha, algo que derivaba en buenos vínculos con los internos.
Una sensación extraña y el deber de remover las emociones
Desde el comienzo, en aquel nuevo universo femenino, su comportamiento fue el mismo de siempre, colmado de respeto y con la distancia correspondiente. Sin embargo, cierto día, cuando aún se estaba familiarizando con el personal, las internas y los diversos rincones del lugar, una extraña sensación se apoderó de él. Sucedió cuando la vio a ella, Valeria, una interna que trabajaba en la panadería: “Debo reconocer que me sorprendió su belleza”, admite. “Pero lo que más me sorprendió fue su acento particular y su forma de desenvolverse”.
Leopoldo pronto comprendió que cupido lo había flechado y aquel sentimiento lo puso en alerta: en su trabajo ciertas emociones debían ser removidas. Aun así, allí trabajaba y allí se encontraba también ella; la cercanía con todas las personas de la institución era inevitable, así como las conversaciones que mantenía con Valeria, al igual que sucedía con el resto de las internas. Leopoldo, fiel a su forma de ser, se preocupó por dirigirse siempre con amabilidad, todo sin cruzar ninguna línea indebida.
Un oficial, una interna y un amor que nunca iba a poder ser
Los días pasaron y Leopoldo no tardó en percatar que, en sus charlas con Valeria, había algo diferencial. Sus palabras fluían distinto y ella parecía una mujer diferente, como si no perteneciera a aquel lugar: “Era única, me empezó a deslumbrar su personalidad, su sencillez, su inteligencia, su tranquilidad”, cuenta Leopoldo. “Me contó de su vida, sus hijos, su carrera de sociología, los libros que más disfrutaba leer”.
Él, que se hallaba estudiando abogacía, también disfrutaba de la lectura. En pocas semanas, Leopoldo y Valeria se encontraron intercambiando títulos de sus obras preferidas y pensamientos acerca de sus lecturas y la vida. A ella le fascinaba El principito y él le regaló Mujeres tenían que ser, el libro que recorre las vidas de mujeres que cambiaron la historia: “Realmente me encantaba, pero era una relación que, dentro de ese ámbito, jamás se iba a poder dar por mi función: yo era la autoridad y ella una interna”.
Soñar con traspasar los muros: “Tan ser solo Leopoldo y Valeria”
Nunca hubo siquiera un beso, pero entre ellos surgió un amor que creció fuerte, trascendente. La cárcel impedía su relación, pero soñaban con traspasar aquellos muros, mirarse a los ojos en la dimensión donde tan solo serían Leopoldo y Valeria, dos personas comunes y corrientes, a las que les pasaban muchas cosas, que se habían enamorado.
A pesar de respetar las formas, llegó diciembre y con él los rumores dentro de la unidad: “Corrían los comentarios, entre las internas y también el personal, de que algo había entre nosotros. Yo estaba tranquilo, porque sabía que hacía las cosas bien, no cometí ninguna falta. Sí estaba profundamente enamorado de esta mujer, pero sabía que solo detrás de esas paredes podía accionar, solo fuera de allí podríamos ser felices”.
16 de febrero de 2021 fue la fecha en la que Valeria salió en libertad. Un día extraño que ella guardaba como sorpresa, pero que justo coincidió con la ausencia de él en el trabajo. “Me enteré por el personal a mi cargo no solo de eso, sino de que también tuvo un accidente antes de salir que opacó un poco su alegría, pero juntos pudimos superarlo”.
Envuelto en sensaciones inexplicables, Leopoldo organizó con un amigo para que la busque a la unidad y la aguardó en otro punto de la ciudad. Ahora ambos eran libres, pero él sabía que buscarla personalmente podría traer consecuencias en su trabajo.
“¡Por fin se dio el día tan soñado donde pudimos estar juntos sin preocupaciones, ni prejuicios, tan solo ser Leopoldo y Valeria!”, cuenta el oficial, emocionado. “Pude darle los miles de besos y abrazos que tanto quería y decirle que la amaba con locura”.
El golpe de los rumores y salir adelante contra todos los prejuicios laborales y sociales
Leopoldo siempre supo que, a pesar de que ya nada impedía su amor, se avecinaban tiempos difíciles. Ella debía volver a su provincia, reacomodarse en su vida, y él viajó todas las veces que pudo para compartir tiempo juntos. Los rumores que ahora sí se habían transformado en certezas, como lo sospechaban, habían tenido la suficiente fuerza como para traspasar también muros y, finalmente, a Leopoldo lo removieron de su cargo en aquella unidad penitenciaria y fue trasladado.
“No tenían motivos para sacarme, pero yo sé que les molestaban esos rumores de mi vínculo afectivo con una ex interna; no me importó, me hicieron la vida imposible, pero a mí no me afectó, sabía que era parte del proceso de seguir adelante y no desviarme de mi objetivo, que era estar con Valeria, la distancia dolía y mucho, pero seguíamos adelante. Siempre estuve dispuesto a dejar mi trabajo, mi provincia, para pasar mi vida con ella”, confiesa.
“Siempre supe que las adversidades las íbamos a superar, porque el amor supera todo”, continúa. “No faltaron esas veces que nos reíamos y decíamos que nuestra historia de amor es para una novela o una película porque es de amor puro que salió adelante en contra de todos los prejuicios laborales, sociales y tanto más”.
El amor, esa fuerza poderosa
A pesar de que Leopoldo conoce su verdad y sabe que jamás traspasó ninguna línea hacia el terreno de lo indebido, también reconoce un hecho inevitable: el amor es una fuerza poderosa que emana una energía que no precisa de contacto, besos, abrazos o caricias para hacerse notar. El amor verdadero trasciende distancias, mandatos y culpas.
Hoy, el objetivo del hombre de esta historia es formar su familia. Los hijos fueron introducidos, “los de ella son adorables”, dice Leopoldo, anhelante de encontrar la felicidad y pronto poder compartir con Valeria cada día de su vida.
“Sé que la relación pasó por momentos difíciles, pero realmente sé lo que quiero y no me importan los malos dichos, comentarios o lo que fuere, hoy me encuentro en el proceso de baja voluntaria para poder mudarme a la ciudad de Valeria y continuar con nuestra vida juntos, llenos de proyectos y listos para luchar el día a día”.
“Sé que el amor supera todas las dificultades y problemas. Ella es la mujer de mi vida, la persona con la que quiero pasar el resto de mis días, la amo como jamás amé. Por ello, desde que lo supe, esperé con paciencia el momento para ser tan solo Leopoldo y Valeria”.
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