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Era un poco tímida, aunque decidida y llena de alegría. Mientras paseaba por el refugio local y admiraba el trabajo con tantos animales, la personalidad de la perrita fue lo que la convenció a adoptar a esa cachorra de ojos grandes que la miraba desde el canil donde entonces se alojaba. “No tenía idea de que estaba abriendo una gran caja de Pandora cuando adopté a Ginger. De inmediato vi lo dulce que era y tuve que traerla a casa”, recuerda Kassidi Jones.
No estaba equivocada sobre su sospecha. Y pronto descubriría que tenían más en común de lo que jamás hubiera imaginado. Jones y Ginger se volvieron inseparables. Jugaban juntas todos los días, ya sea en casa o en el parque. Daban paseos por el vecindario y luego se acurrucaban en el sofá. Pero a medida que Ginger pasó de ser un cachorro a una perra adulta, Jones notó un cambio en la forma en que la gente con la que se cruzaba la trataba.
Ginger había sido encontrada en un parque industrial en el estado de Florida y junto a sus hermanos: todos parvovirus positivos. La información disponible en el refugio que la rescató decía que es de raza desconocida o Black Mouth Cur (originario de Estados Unidos), aunque sus rasgos indicaron desde temprana edad que tenía mucho de pitbull en su sangre.
“Cruzaban la calle cuando nos veían”
“A medida que se hizo más alta y más musculosa... comenzamos a advertir que algunas personas cruzaban la calle cuando nos veían, se iban del parque cuando llegábamos o hacían comentarios acerca de que ella era una asesina”. Históricamente, alrededor del mundo y especialmente en Estados Unidos, la raza pitbull ha estado catalogada como una raza peligrosa y agresiva.
Sin embargo, para Jones, la raza de Ginger nunca fue un tema a considerar ni mucho menos algo que se presentara como un obstáculo al momento de adoptarla. Simplemente se había enamorado de la asombrosa personalidad de Ginger y eso era todo lo que importaba. Pero le rompió el corazón descubrir que la gente a su alrededor no tenía la misma percepción.
“Cuando caminamos por la calle, es posible que algunas personas curcen la calle. Entiendo que hay muchas razones por las que alguien podría no confiar en un perro. También creo que podría haber patrones subyacentes que tienen que ver con cómo se ve ella y cómo me veo yo”. Como mujer negra, Jones reconoció muy bien las reacciones de la gente hacia Ginger. Sabía exactamente lo que se sentía al ser tratada de manera diferente según su apariencia. Y se dio cuenta de que, cuando estaban juntas, la discriminación que experimentaban se agravaba.
“Somos un problema para algunas personas”
“Sé lo que es ser etiquetado como intimidante o agresivo sólo por la apariencia. Y, desde los años 80 y 90, algunas personas han asociado a los pitbulls con el crimen y la violencia... por lo que nosotras dos juntas significamos un verdadero problema para algunas personas”.
Jones se dio cuenta de que los comentarios o la evasión de los vecinos también afectaba el estado de ánimo de Ginger. “Ginger lleva sus emociones en su rostro. Después de tener interacciones como esa, puedo ver un cambio en su estado de ánimo. Me siento triste por ella cuando la excluyen debido a su apariencia y al estereotipo de una raza como los pitbulls”.
Debido a sus experiencias, Jones decidió empezar a educar al público sobre el racismo en el mundo de los perros de razas catalogadas como peligrosas. “Hay un patrón, pero eso significa que todos podemos trabajar juntos para cambiar la narrativa y animarnos unos a otros”.
No es una tarea fácil, pero Jones está comprometida a generar un impacto positivo. Además de crear contenido antirracista en defensa de los animales, Jones ha encontrado un nuevo sentido de comunidad a través de grupos como Black Women Love Dogs, donde conoció a otros dueños de mascotas negros que comprenden sus luchas a nivel personal.
Si bien educar sobre el racismo en el mundo de los perros es un asunto serio, Jones y Ginger todavía pasan días llenos de diversión juntas. “Ginger es realmente fácil de amar. Y no tengo miedo en decir en voz alta que la amo al 100%. Nuestro lazo es un regalo que nunca hubiera anticipado en septiembre de 2020, cuando entré al refugio solo para mirar y salí con más que un cachorro: ella es mi propósito, un nuevo camino y mi mejor amiga. No podría imaginar la vida sin ella”.
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