No se trataba simplemente de su presencia, había algo en su personalidad de carácter apacible, que lo envolvió en una sensación que hacía mucho no sentía: paz
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“Cupido mete mano y hace de las suyas”, asegura Hugo con una gran sonrisa. Su historia es de amor y, aun así, a veces confiesa que le avergüenza la manera en que se presentaron los hechos.
Se enamoró de la mujer de su vida, un milagro que pocos tienen la fortuna de vivir. Sin embargo, no siempre el verdadero amor arriba en el tiempo y espacio correctos, en ciertas ocasiones llega desfasado, insolente, cuando quiere y como puede. Y eso hizo Hugo con lo inevitable: lo que pudo.
Cuestiones de tiempo, espacio y reputación: “Vivo en una comunidad pequeña en la que nos conocemos todos”
A Nancy la conoció cuando tenía veinticinco años, estaba casado y tenía tres hijos. Hugo, un hombre correcto, quiso ignorar el sentimiento que invadió todo su ser cuando la vio. No se trataba simplemente de su presencia, había algo en su personalidad de carácter apacible, que lo envolvió en una sensación que hacía mucho no sentía: paz.
¡Qué extraña emoción y qué inoportuno sentirla!: “Enseguida me di cuenta de que ella hubiera sido mi correcta media naranja”, asegura hoy al recordar su historia.
Durante los siguientes días, Hugo lamentó la imposibilidad de decir o hacer nada, consecuencia de los destiempos de la vida, y de su inexperiencia en las cuestiones profundas del verdadero amor.
Y así, sabiendo que cupido le había provocado una dulce herida, decidió seguir cabizbajo con su rutina, sin que Nancy supiera su sentir y dispuesto a retornar cada día a su hogar, a una relación inestable y turbulenta, que hacía mucho se había deteriorado: “Me costaba terminar ese vínculo, porque pensaba en el bienestar de mis pequeños hijos”, confiesa. “Además, vivo en una comunidad chica en la que nos conocemos todos. Creía que, si dejaba a mi esposa, eso afectaría la reputación de la ‘dueña’ de mi corazón”.
Corría el año 85, Hugo acalló sus sentimientos, nunca dijo ni le insinuó nada, y su relación con Nancy quedó en una buena amistad.
El fin de un matrimonio destinado a fracasar
Pero en cuestiones del amor, hay destinos que son inevitables. Por más esfuerzos que hicieran, Hugo y su mujer de aquel entonces no eran el uno para el otro y ya no había aire para insistir. 1992 llegó con vientos de cambio y una aceptación: el matrimonio había fracasado. Decidieron separarse.
Tiempo y espacio, sin embargo, se resistían a alinearse. Hacía mucho ya que había perdido contacto con Nancy y, peor aún, en el afán de preservar su matrimonio, hacía años que Hugo había tomado la decisión de enterrar sus sentimientos al punto de creerlos olvidados.
“Así que, en el 94, dos años después de separarme, conocí a otra mujer, comencé una relación que tampoco estaba destinada a funcionar, por lo que terminó en el 2002″, revela.
“A veces creo que hay una mano invisible metiéndose en nuestras vidas”
Fue por aquellas épocas, en los primeros años del nuevo milenio, que Hugo aceptó una invitación de un grupo de amigos que hacía tiempo no veía, y cuyos integrantes incluían a Nancy.
Tantos años transcurridos, tantas experiencias vividas, ¿podría ser posible que tiempo y espacio estuvieran finalmente decididos a coincidir? Ella nada sabía de los sentimientos de su antiguo enamorado, pero él llegó al encuentro con la memoria recuperada: sabía que ella era su alma gemela.
“Fue solo verla y volver a tratarla para que todos mis sentimientos por ella renacieran con ímpetu”, cuenta Hugo con el rostro iluminado. “Un día le hablé de todo lo que había sentido por ella y cómo se habían dado las cosas para que ahora estuviera ‘libre’ para intentar una vida juntos”.
Hugo no se había equivocado, ella no tardó en despertar con la misma certeza que su amado llevaba consigo desde siempre: estaban destinados. Por fin había llegado ese instante en que tiempo y espacio coincidieron, tal vez porque, como suele decir Hugo: “A veces creo que hay una mano invisible metiéndose en nuestras vidas”.
“Estamos casados desde el 2005 y por nadie ni nada del mundo dejaría de estar al lado suyo. No tenemos hijos, a veces nos preguntamos qué hubiera pasado si nos encontrábamos antes, pero está bien así, estar juntos es todo lo que queremos”, concluye emocionado.
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