El deporte fue un cable a tierra que la ayudó a poner pausa cuando todo alrededor parecía descarrilarse.
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Fue una experiencia aislada pero llena de sentido. Ocurrió cuando tenía tan solo quince años. Sin embargo, durante la práctica, algo en su interior se movilizó de tal forma que la marcó para el resto de sus días. “Mi primera clase de yoga la tomé por invitación de mi madre. En ese momento, no practicaba mucha gente, ni estaba para nada de moda como ahora. Es más, el que hacía yoga era visto como alguien raro. No entendí mucho en ese momento qué me había pasado. Pero sentí algo muy profundo adentro mío que se conectó, algo se encendió”, recuerda Carola Espain.
Criada con su madre, su padre y sus dos hermanos entre pequeñas ciudades de la provincia de Buenos Aires en las que vivió en el campo, en profunda conexión con la naturaleza pura y autóctona, tiene recuerdos imborrables de aquellas épocas. El armado de chozas entre los árboles, las tardes de pesca en el arroyo, los paseos en bicicleta para ir a buscar el diario, su amor por la naturaleza y su profunda necesidad de respirar aire puro y oxigenarse. “Los veranos en Mar del Plata en la casa que allí tenían mis abuelos eran un clásico también. Íbamos todos los años a descansar. Ya en ese momento supe que el mar era y seguiría siendo mi fuente de energía. Amo bañarme todo el año, siento que todas mis preguntas se responden cuando me dejo llevar por las olas, por la quietud y la fuerza a la vez”.
Una intensidad desconocida
Finalizada aquella etapa de crecimiento y descubrimiento, cuando llegó el momento de elegir carrera universitaria, se inclinó por la carrera de Comercialización. Fue el mix perfecto que encontró para su temperamento. Y ya en el segundo año de cursada pudo comenzar a trabajar y conocer el marketing desde dentro de las empresas y no solamente desde los aspectos teóricos que estudiaban en la facultad.
Atrás quedó la tranquilidad de los días de campo y el contacto con la naturaleza. Fueron años con una intensidad desconocida en la rutina diaria: estudiar, trabajar, salir, dormir poco. “Tuve la oportunidad de trabajar en empresas grandes con marcas muy reconocidas, en equipos muy profesionales con estándares de calidad muy altos donde aprendí mucho y a las que les estoy muy agradecida”.
Pero algo comenzaba a hacer ruido en su interior y lo advertía cada vez que tomaba sus clases de yoga -práctica que había mantenido desde sus quince años-. Como aquella primera vez que había acompañado a su madre, cada vez que entraba con conciencia plena en alguna postura sentía los beneficios a nivel mental, lograba espacios de calma y quietud, además de lo que implicaba a nivel corporal concretamente.
El deporte había sido un cable a tierra también desde su infancia. Sus padres le habían inculcado desde pequeña la importancia de el deporte como estilo de vida. “Recuerdo que había fines de semana que tenía pereza en levantarme temprano para ir a entrenar o para ir a jugar el partido de hockey de los domingos a la mañana. Mi madre me despertaba y me decía es el compromiso con el equipo. De esos años, lo que más me gustaba era el tercer tiempo de hockey que compartíamos al final de cada partido, los viajes con el club a otras ciudades que te alojaban en casas de otras familias. Era una sorpresa dónde te tocaba dormir. En general nos alojaban de a dos o tres. Esa noche casi no dormías, nos la pasábamos hablando, jugando, nos divertíamos mucho con programas muy simples. También de chica empecé a jugar al tenis, deporte que me encanta y que aún hoy sigo practicando”.
“Necesitaba salirme de lo automático”
Aunque disfrutaba de su trabajo y la carrera que estaba llevando adelante, cada tanto sentía que necesitaba resetear su mente y darle aire fresco. Correr la ayudó a liberar el estrés y pasar tiempo al aire libre. De aquellas salidas para mover las piernas a anotarse en carreras de trail hubo un solo paso. Comenzó como un juego, tenía amigos que participaban y la invitaron a sumarse. Allí descubrió que le encantaba compartir tiempo en la naturaleza con amigos, divertirse, viajar y tener la posibilidad de entrar en lugares inhóspitos vírgenes, a los que solo se llega corriendo. “Es una sensación única para mí, lo pequeños que somos ante la inmensidad de la naturaleza. En lo personal era salirme del automático, de lo conocido, de mi zona de confort, la aventura de vivir un juego de superación y desafío a mí misma”.
Pero con el paso de los años, el deporte quizás no fue suficiente para poner un corte. Y decidió que era necesario salir de viaje. Aunque antes, renunció en la empresa donde trabajaba y se dispuso a disfrutar de la experiencia. De regreso en Buenos Aires e inspirada por lo que había visto, creó una marca de accesorios y souvenirs de viaje para turistas. El éxito no tardó en llegar y pronto, en un momento donde todavía no se hablaba de emprendedurismo en la Argentina, fue convocada para dar charlas, brindar asesoramiento y capacitaciones a los que buscaban seguir el mismo camino.
En forma paralela comenzó a profundizar en técnicas de respiración del linaje del budista y le resultó un aprendizaje fue muy potente. “Poder parar y reconocer el ruido mental, fue maravilloso. Ahí es donde el trabajo con el cuerpo juega un papel primordial. Pude empezar a parar mi cabeza usando el cuerpo y eso fue revelador. En las competencias el yoga es vital para evitar lesiones, manejar la energía y que la cabeza no te juegue una mala pasada. Hoy la práctica de yoga y respiración es parte de mi rutina diaria, y en tiempos desafiantes es cuando más necesitamos el anclaje que te brinda la práctica para poder hacer una pausa, respirar y centrarnos”.
“Sé el vértigo que da parar cuando uno está en la vorágine”
Con esos nuevos recursos, cada vez que la convocaban para facilitar programas para emprendedores, le resultó natural compartir su experiencia y cada pequeño paso vinculado al bienestar que había dado a lo largo de los años. “Sin pensarlo, de manera simple y concreta empecé a integrar las herramientas de bienestar, todo lo que me había dado tan buen resultado a mí misma. También daba clases de yoga en un estudio, y sentí que mi misión era llevar bienestar a otros mundos (más allá del salón de práctica y la clase tradicional) esa intersección de conocimientos entre el marketing y el trabajo con el cuerpo y la respiración. Sentía que las técnicas de bienestar les harían muy bien a las personas que estaban en las corporaciones, horas frente a la pantalla, estrés, presión. Yo había estado en ese lugar y conocía los beneficios que estas prácticas habían hecho tanto bien en mí. Luego, desde mi propia experiencia, diseñé los programas de bienestar. Todo lo que enseño lo estudié, lo practiqué millones de veces, me lo corrigieron muchísimas veces y lo enseñé otras tantas. Lo pasé por el cuerpo infinidad de veces”.
Lo que propone Carola es tan simple como desafiante para la vorágine actual. Se trata de una invitación a habitar el cuerpo, flexibilizarse, observarse, hacer espacio en el cuerpo y en la mente, salir del ruido mental, hacer para ser. Conectarse con la intuición, los sentidos, con vivir más libres, con menos prejuicios, y disfrutar más. En lo práctico, ella sabe que hacer estas pausas, regenera la energía, despeja la mente, oxigena el cerebro, y ser más productivos.
“Valoro y me llena de felicidad a las personas que se hacen el tiempo para dedicarse a sí mismos, que se animan a sentir el cuerpo. Sé el vértigo que da parar cuando uno está en la vorágine. Mi propósito es guiar a las personas a través del uso de su cuerpo y la respiración a que puedan encontrar puentes para liberarse de la tensión, de lo que les pesa, de lo que los tiene atrapados, prisioneros y puedan desde su propio descubrimiento desplegar su talento, encontrar su libertad en su movilidad. Y, desde ahí, tomar decisiones alineadas con sus propósitos, tener claridad y mejor calidad de energía. Confío en un mundo más humano y con mayor empatía. Creo, así como lo viví, en la búsqueda incansable, de encontrar disfrute en lo que hacemos y que nuestro trabajo tiene que llenarnos de sentido, propósito y satisfacción. Tengo la convicción que todos podemos encontrar un camino en el cual desarrollemos nuestro potencial y que en la búsqueda debemos desafiar miedos, vencer obstáculos, juicios, aprender de los errores, reírnos, transformarnos y reinventarnos todas las veces que sintamos”.
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