Quedándose con 65 billones (o 65.000 de millones) dólares de diferentes inversores, Bernie Madoff es considerado el estafador financiero más importante de la historia y un hito dentro de lo que se conoce como las estafas Ponzi.
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Con el desarrollo de la tecnología y la inteligencia artificial, cada vez son más los casos de estafas que escuchamos y que construyen la sensación de que uno realmente no puede bajar la guardia. Pero mientras que algunos operan sobre la distracción, el desconocimiento o hasta la inocencia de sus víctimas, otros son complejos entramados de acciones, ejecutadas a lo largo de los años y años con un arte digno de un guion de Hollywood. Entre los casos más notables de este grupo se encuentra el de Bernard Lawrence “Bernie” Madoff, considerado el estafador financiero más grande de la historia y un hito dentro del mundo de las estafas Ponzi.
Quién era Bernie Madoff
Bernie Madoff nació el 29 de abril de 1938 en Queens (Nueva York) en el seno de una familia trabajadora. Su padre, Ralph Madoff, era plomero, aunque más tarde incursionó en el mundo de las inversiones junto con su esposa Sylvia. Bernie estudió abogacía en la Universidad de Hofstra, pero desde muy joven mostró interés en los mercados financieros. En 1960, fundó Bernard L. Madoff Investment Securities LLC con el dinero que había ganado trabajando como salvavidas y pintor de casas, y con el apoyo de su esposa, Ruth Alpern, quien también provenía de una familia adinerada.
Inicialmente, Madoff trabajaba en Wall Street, manejando pequeñas operaciones de compra y venta de acciones. Su enfoque personalizado y accesible para los pequeños inversionistas lo ayudó a ganar confianza en un mercado altamente competitivo. Sin embargo, el punto de inflexión llegó más tarde, cuando Madoff y su hermano Peter comenzaron a desarrollar sistemas de e-trading, revolucionando la forma en que se compraban y vendían activos financieros. Esta innovación lo convirtió en pionero y atrajo la atención de grandes inversionistas institucionales. Gracias a su capacidad de anticiparse a las tendencias, la empresa ganó un lugar destacado en los mercados internacionales.
Su éxito lo llevó a presidir la junta directiva de Nasdaq en varias ocasiones, consolidando su reputación como un líder respetado en la industria financiera. Aquí la parte más irónica del caso: Madoff lideró un negocio exitoso que —de acuerdo a sus propias declaraciones— no necesitaba en lo absoluto convertirse en una estafa: “Tenía dinero más que suficiente para mantener mi estilo de vida y el de mi familia. No necesitaba hacer esto por eso”. Sin embargo, la avaricia, el hambre de poder y la oportunidad lo empujaron a cometer crímenes financieros desde principios de los 90 y que durarían más de 17 años.
“Al menos el 10% del dinero defraudado provenía de ONGs”
Tras construir una reputación intachable, dentro del mundo de las inversiones Madoff era realmente una persona de confianza y que daba gran seguridad en un mercado en donde las sorpresas pueden ser muchas (al igual que las pérdidas). Sin embargo, sus métodos podrían ser considerados hasta perversos: en lugar de aceptar a cualquier cliente, Bernie solía rechazar inversiones, lo que creaba una percepción de rareza y prestigio. Esto provocaba que los inversionistas estuvieran dispuestos a hacer casi cualquier cosa por acceder a su fondo. Además, Madoff prometía rendimientos anuales elevados y consistentes, de entre un 10% y un 20%, algo casi imposible en los mercados reales. Utilizando un lenguaje técnico y asegurando trabajar solo con acciones de empresas consolidadas (conocidas como blue-chip stocks) y estrategias conservadoras como el “collar” (una combinación de estrategias de compra cubierta y venta protectora), Madoff daba la apariencia de operar de forma segura y efectiva.
Un aspecto clave en su éxito inicial fue la confianza que generaba al trabajar con organizaciones sin fines de lucro y grandes fundaciones filantrópicas. Estos clientes no solo reforzaban su reputación, sino que también actuaban como “garantes” involuntarios ante otros inversionistas. Según el New York State Attorney General’s Office, al menos el 10% del dinero defraudado provenía de ONGs.
Sin embargo, detrás de esta fachada no existía ninguna inversión real. El sistema se mantenía únicamente gracias al flujo constante de dinero nuevo. Pero, como ocurre con todas las estafas Ponzi, el esquema era insostenible a largo plazo, ya que dependía de un crecimiento perpetuo de clientes, algo imposible de mantener.
¿Qué y por qué se las conocen como estafas Ponzi?
Si conocieron el caso del estafador de Tinder (sobre el cual hay un documental disponible en Netflix), recordarán el modus operandi de Shimon Hayut: conquistaba a su nueva víctima ofreciéndole lujos y experiencias únicas que, en realidad, estaban siendo financiadas por su víctima anterior a quien engañaba con mentiras sobre supuestos secuestros o situaciones extremas para las que necesitaba dinero. Aquella dinámica de financiamiento entre los nuevos y viejos estafados es lo que se conoce como Ponzi Scheme, término que se aplica específicamente a las estafas financieras. Las estafas Ponzi —también conocidas como “Roberla Pedro para pagarle a Pablo”— reciben su nombre de Charles Ponzi, un inmigrante italiano que operó en Estados Unidos y Canadá a principios del siglo XX. Ponzi prometía a sus clientes retornos masivos a corto plazo invirtiendo en cupones de respuesta internacional. Sin embargo, al igual que Madoff, en realidad utilizaba el dinero de los nuevos inversionistas para pagar a los antiguos, sin realizar ninguna inversión legítima.
El rol clave que cumplieron sus hijos para atraparlo
Si bien la Comisión de Bolsa y Valores (conocida como SEC) inició y frenó investigaciones a Berni Madoff desde principios de los 90 y recibió varios reclamos de diferentes inversionistas que pedían que se auditara a la empresa, fue recién en 2005 que el caso tomó tintes más serios ya que Bernard L. Madoff Investment Securities LLC casi se va a la bancarrota frente a una ola de reembolsos.
Considerada “una estafa demasiado grande para ser real” en el momento en que se empezó a investigar y accionar, era imposible no ver la situación y la estafa construida. Sin embargo, el verdadero antes y después del caso se dio en 2008 cuando, de acuerdo a los registros públicos de la estafa, Berni Madoff le contó a sus hijos —Mark y Andy, quienes también trabajaban en la empresa— qué era lo que había hecho y fueron ellos quienes, después de hablar con sus abogados, lo entregaron a la justicia.
La condena: ¿qué pasó con Bernie Madoff?
Con más de 40.000 víctimas y pérdidas que alcanzaron los 65 billones de dólares (un dato importante es que recién en 2022 cerca de 4.22 millones de dólares fueron devueltos a las personas y empresas que habían perdido su dinero debido el accionar de Bennie), en 2009 Madoff se declaró culpable de 11 delitos federales, entre los que está el fraude de valores, fraude electrónico, fraude postal, perjurio y lavado de dinero. Su sentencia fue de 150 años a prisión y el confiscamiento de $170 mil millones en activos.
Pero fue a partir de que su gran estafa saliera a la luz que la vida de Bernie Madoff sufrió una serie de desgracias personales que muchos consideraron como el verdadero pago de sus crímenes: en 2020, exactamente dos años después de su arresto, su hijo Mark fue encontrado muerto en su departamento de Nueva York. El médico forense que trabajó en el caso lo catalogó como: “ suicidio por ahorcamiento”. En 2022, su hermana Sondra Weiner (87) y su esposo, Marvin (90), fueron encontrados muertos en su casa de Boynton Beach (Florida) y presentaban heridas de arma de fuego. En su momento la policía etiquetó estas muertes como un posible asesinato-suicidio.
Enviado a Butner Federal Correctional Institution in North Carolina, el propio Bernie sufrió varios problemas graves de salud que tuvieron como consecuencia su muerte en 2021 a la edad de 82 años por hipertensión, enfermedad cardiovascular aterosclerótica y enfermedad renal crónica.
Convirtiéndose en un ícono de las estafas (no solo por su accionar, sino por la pobre reacción de las oficinas gobernamentales que deberían prevenir estas situaciones), son varias las películas, documentales y libros que se escribieron de este caso. Entre las producciones más conocidas está el film de 2017 The Wizard of Lies, protagonizado por Robert De Niro y Michelle Pfeiffer.
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