Una historia que comenzó casi sin saberlo los protagonistas, entre chupetines de la infancia y programas de Disney Verónica y Denis tuvieron su historia de amor, ¿duraría?
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Verónica y Denis se conocen desde que tienen uso de razón, comparten la religión porque ambos son miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días ( comúnmente conocida como mormones), y su religión atraviesa toda su historia.
El primer encuentro fue cuando ella tenía cinco años y él siete. Mientras sus madres charlaban Denis le convidó un poco del chupetín Crazy Pop, aquel famoso que tenía polvito que hacía explosiones en la boca, y en ese compartir se iba plantando una semilla del amor que ambos ignoraban y que tardarían algunos años en admitir.
Para cuando Denis tenía catorce años y Verónica doce, sus padres empezaron a desarrollar una linda amistad porque empezaron a trabajar dentro de la iglesia con los adolescentes. Esa amistad llevó a reuniones familiares y tiempo compartido que hizo que sus hijos también se hicieran amigos. Físicamente Denis no le llamaba la atención a Verónica, pero su personalidad tan graciosa, divertida y compradora fue lo que hizo que se enamorara desde tan temprana edad: “Recuerdo que la primera vez que hablamos fue en su casa en una de las visitas con mi familia. Fuimos con mis hermanas a su habitación y nos mostró un mini televisor que había traído de Estados Unidos y nos pusimos a ver dibujitos de Disney. Recuerdo que ese día hablé un montón y volví a mi casa en el auto muy enamorada”, cuenta Verónica que a partir de ese momento en todas las actividades de la Iglesia estaba detrás de él pero que Denis ni la miraba.
Fueron creciendo y Verónica cumplió el rol de amiga, en el medio pasaron todas las historias de amores adolescentes: a ella le gustaron otros chicos del colegio o vecino pero Denis siempre era su prioridad, se hizo fanática de River para tener ese tema en común, una historia entre su mejor amiga y Denis le rompió el corazón, “Denis a los 16 años pega el estirón y pasa a ser un fachero total con todas las pibas detrás de él. Se hacían muchos bailes en la iglesia y si bien me chamuyaba bastante no hacía nada. Yo jugaba el rol de amiga confiada de que en algún momento él iba a caer”, cuenta Verónica, que para aquel corazón adolescente que sufre por amor, tenía la suerte de que las primas de Denis eran sus mejores amigas y ella se enteraba de toda la vida amorosa de él.
“Me dijo que le pasaban cosas conmigo pero se fue dos años”
Pero a quien escribe no le gustan las historias de amor fáciles, y algo tenía que suceder: la iglesia a la que pertenecen los chicos les da la opción de que los hombres a los 19 años se vayan a misionar por dos años a algún lugar del mundo que les es asignado por azar. Denis se apuntó y le tocó ir a Santiago de Chile, allí no podía tener contacto con su familia y seres queridos más que por carta.
Con Denis de 19 años y Verónica de 16, el acercamiento empezó pero nunca avanzó. Cuando Denis se estaba por ir le confesó que le pasaban cosas pero se tenía que ir por dos años y no tenía sentido que ella lo esperara, no podía pedírselo.
“A mi me bastó con que me dijera eso para decidir que lo quería esperar. Durante esos dos años nos mandamos cartas, yo estaba en quinto año del colegio e iba a la librería a comprar papeles de carta, biromes y stickers. Cuando algún chico me gustaba de repente me llegaba una carta de Denis que era una luz de esperanza, a mí me conmovía toda su parte misionera, yo estaba muerta de amor pero lo cierto es que no éramos novios y si bien él me tiraba toda la onda por carta yo no sabía qué iba a pasar”, se ríe Verónica al recordar. Decidió jugársela y esperarlo.
“Nos dimos un beso y no nos volvimos a ver”
Cuando volvió hablaron por teléfono y Denis le dijo que se debían una charla, y eso mismo le dijo otras veces que se vieron, hasta que Verónica le propuso concretar esa conversación pendiente.
Tuvieron su primera cita en un restaurante en Puerto Madero, hablaron sin parar, se dijeron lo que sentían pero no pasó nada, Denis quería ir lento, el amor que sentía merecía ser cuidado. “¿Qué onda este pibe?”, se preguntó sorprendida Verónica al volver.
A la semana ella hizo una reunión en su casa a la que Denis asistió, al finalizar la acompañó caminando hasta el club porque ella tenía un partido de hockey, y allí, en la puerta de una verdulería y en el sitio que consideraron menos romántico se dieron su primer beso. Pero aquel fue el último día que se vieron porque ambos se iban al día siguiente de vacaciones con sus familias: ella a San Bernardo, él a Villa Gesell.
Se fueron con el beso guardado en el corazón pero sin ninguna formalidad en la relación. “Yo hinchaba a mi viejo para que hable con su viejo y organicen para vernos. No había celular, mi papá tenía que ir a un teléfono público, no sé ni como lograron concretar la visita”, se ríe Verónica. Pudieron verse y ahora sí, con el mar como telón de fondo se dieron su segundo beso.
Al volver a Buenos Aires ella decidió que era tiempo de definir que tipo de relación tenían: “Yo quiero que seamos novios”, respondió él.
Verónica con 19 años, Denis con 21, vivieron un noviazgo que duró dos años y medio aunque Denis quería que durara dos meses. Se casaron un 14 de enero de 19 años atrás, tienen cuatro hijos y desde hace cinco años que su amor comparte el emprendimiento laboral Denisland donde organizan, entre otras cosas, viajes a Disney, aquel mundo que vieron juntos en un pequeño televisor cuando eran chicos y nació el amor.
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