Decidieron innovar bajo la producción de helado artesanal al estilo de Buenos Aires. Haciéndole honor al club de sus amores dieron vida en Estados Unidos a los sabores típicamente argentinos que extrañaban: dulce de leche, chocolate granizado, sambayón.
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Parece que a Marco Polo le tocó en sus viajes sufrir la experimentación gastronómica bien de cerca. En sus caminos por Oriente se hizo de los fideos y del helado, los llevó a su Venecia natal y los expandió por Italia de tal modo que se transformaron en dos productos falsamente originados allí. Según los antecedentes históricos el estreno del helado data de hace al menos 3.000 años y tuvo lugar en China. De hecho fue allí que los locales preparaban una especia de pasta a partir de leche de arroz mezclada con nieve para su mejor conservación. Los antecedentes marcan a éste como el helado más primitivo.
Luego de sus 20 años por la región, cuando Marco Polo volvió a Italia ya eran finales del siglo XIII. El epicentro italiano del helado era Florencia, cuando el arquitecto Bernardo Buontalenti (1531-1608) inventó el “gelato”, una precuela del helado, dándole un toque diferente al sorbete con el agregado de crema, una delicia que se popularizó en la corte de los Médici.
La primera heladería del mundo
El destino donde se dio la magia fue Sicilia, allí en 1686, cuando Francesco Procopio dei Coltelli abrió el París Café Procope, donde expuso su conocimiento preparando helados con leche, crema, manteca y huevos, todo servido en copas metálicas para conservar la temperatura. Se hizo tan célebre esta fórmula que hasta el rey francés Luis XIV visitó el sitio. Pasaron casi 400 años para que los 40 grados a la sombra de Texas, en Estados Unidos, se disfrutara de esa alquimia, algo que sólo se hizo posible gracias al tesón de dos argentinos.
Sofía Sugasti (46) y Martín Pereyra Olazábal (47) nacieron en la Ciudad de Buenos Aires. El abuelo de Sofia y el padre de Martin eran mejores amigos, y las familias siguen cultivando esa amistad hasta hoy. Ella fue al colegio Michael Ham y él al Newman. Martín estudio Derecho en la Universidad Austral y Sofía Relaciones Publicas en la UADE.
Ella llegó a Estados Unidos en el 2001 con la intención de buscar una experiencia de vida. A base de sacrificio y esfuerzo, conoció una familia y con su visa J1 de work and travel en Colorado, empezó a trabajar. Con ellos sigue hasta hoy, incluso fue esa familia la que se ofreció como sponsor de su visa. Gracias a su licenciatura pudo obtener la visa de trabajo H1B que sólo puede ser renovada una vez, para luego seguir con la Green Card y finalmente la ciudadanía. Le llevó más de 10 años y debió dejar mucho de lado, “pero Estados Unidos es un país de oportunidades -relata Sofía-. Uno puede obtener un montón de beneficios en términos de posibilidades de vida, pero no sin dejarlo todo en el día a día, trabajando los 7 días de la semana”.
Martín, en tanto, llegó en el 2010 a estudiar un posgrado de derecho en Southern Methodist University que, además le permitió trabajar un año después de terminar sus estudios, momento en el que iniciaron con Sofía la compañía de logística 5411 que tienen hasta hoy. Para el nombre eligieron la característica telefónica que se usa para llamar a Argentina. Con su emprendimiento ofrecen servicios principalmente para la industria de la moda, “donde ayudamos a las marcas a entregar sus productos en tiempo y forma en el exigente y demandado mercado de Estados Unidos”, explica Martín.
Sentirte un poco más cerca de casa
Muchos son los sueños que se visualizan en el horizonte cuando se emigra. Una constante de los que atraviesan el proceso es encontrar puentes que los vinculen con su lugar de origen. Algo de esto pasaba con Sofía y Martín. “Desde que vivimos en Dallas -relata él- siempre sentimos que había un hueco por llenar con el helado. Nacimos comiéndolo, como la mayoría de los argentinos, ya sea en familia, con amigos, en asados. Siempre hay una buena excusa para poder comer helado”. “Es sinónimo de unión y momentos alegres -completa Sofía-, y sentimos que estas sensaciones y placeres vinculados al helado no eran posible de encontrar en la cultura de consumo típico de Estados Unidos. El americano esta acostumbrado a comprar helado en el supermercado, y carecen de la experiencia de heladería, no conciben el producto fresco y artesanal”.
No hay nada mejor que recibir una caja de helado recién hecho en la puerta de tu casa en medio del calor sofocante de Texas. En eso se inspiraron ambos para lanzar Gelato La Boca. “La gente siempre asocia el helado con Italia -sigue Martín-, pero queremos mostrarles que también existe una cultura del helado muy rica en Argentina. De hecho, creemos que es uno de los mejores helados del mundo”.
Gelato La Boca, con otro guiño argento, esta vez sobre el club de sus amores, llevó el sabor y la pasión del verdadero helado artesanal argentino a Dallas. Elaborado según los estándares de las heladerías de Buenos Aires, su helado tiene una riqueza y un sabor que no se encuentra en el norte. “Además de nuestro amor por el fútbol, quisimos inspirarnos en el barrio más colorido de Buenos Aires -continúa Sofía-. Es el lugar donde Argentina dio la bienvenida a sus inmigrantes, iniciando un intercambio cultural que nos daría los sabores de helado que tanto amamos. Intentamos encarnar con nuestro producto los colores, sabores y la pasión de este lugar único y maravilloso”.
Una pareja y un chef para lograr el “sabor argentino”
Para dar el toque final al producto recurrieron a un chef argentino, Manuel Torterola. Con él atravesaron un proceso de pruebas hasta que finalmente dieron con el producto que querían. “Llevó su tiempo -dice Martín-. Queríamos salir al mercado con nuestra mejor versión”. El helado tiene una mayor proporción de leche y crema que el convencional, lo que crea un producto más suave y con más cuerpo. “Nuestro helado alcanza el punto justo entre el convencional y el de crema, con un porcentaje de este ingrediente más alto que el típico producto italiano -aporta Sofía-. Esto le da a nuestro helado un cuerpo más completo y mucho más sabor del que se puede esperar de cualquier otro postre de esta clase. Elaboramos lotes pequeños, adaptando la base de crema a cada sabor para garantizar que cada ingrediente destaque”.
Hoy, ya con dos hijas en común, Libertad, de 9 años, y Andina, de cinco, se enfrentaron a los desafíos propios de una start up que debe ir acomodándose al mercado, “pero con la facilidad para maniobrar y cambiar algunas decisiones que ofrece una empresa pequeña y adaptable -dice Martín-. Es una etapa que requiere de mucha atención, ya que la marca se esta formando y está generando una opinión en el consumidor”.
Cambiar la experiencia
No sólo se trató de imponer un producto, sino de cambiar una experiencia. “Aquí, explica Sofía, la gente compra el helado en el supermercado y lo conserva en su freezer para cuando lo necesita. Hay heladerías, pero lejos están de ser como las argentinas. Más allá de que consumen mucho helado, la cultura es diferente a la nuestra y en eso trabajamos para mostrar un opción diferente. Apostamos a puntos que nos unen: el texano es familiero, come mucha carne, tiene la figura del cowboy como nosotros el gaucho y son amantes del deporte, entre otras cosas”.
Ya sedujeron a los locales con el dulce de leche. A las preferencias le siguen cookies and cream y menta granizada. También ofrecen sorbetes de frutilla y mango, aunque la carta de gustos es extensa y crece, con opciones como maracuyá, pistacho, banana split, el helado de rosa y el de café cold brew.
De La Boca a Milei, la mirada argentina
Gelato La Boca, además, empezó a generar una especie de posicionamiento nacional. “Tenían muy asociado el helado a Italia, y no tanto Argentina -explica Martín-, lo cual lleva a que puedas conversar sobre nuestro país. Todos conocen Argentina, pero la mayoría no la visitaron y saben poco, y esto nos da una oportunidad para contarles de la inmigración, las 3 estrellas de los mundiales, el fútbol, Maradona y Messi y también nuestro presidente Milei, que les genera mucho interés”.
Si bien hoy entregan sólo a domicilio y, eventualmente, se ubican con un food track, están a la búsqueda de un local. “Nos lo piden nuestros clientes, y sentimos que estamos listos para poder dar ese salto -se muestra confiada Sofía-. Es un lindo desafío y hay que ir viviendo cada momento de esta experiencia, porque como la vida misma, pasa rápido y un día cuando miremos el camino recorrido, queremos recordar cada instante, tanto los buenos y los malos, y ojalá pueda ser desde un lugar donde hayamos podido trascender nuestros objetivos”.
También tienen otro sueño, uno que no se derrite: “quisiéramos construir una causa social con Argentina -concluye Martín-, tratando de ayudar a chicas y chicos para que puedan tener la posibilidad de acceder a una educación que les permita realizarse en su vida”.
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