Durante 14 años vivió en un matrimonio tormentoso que le costaba terminar, luego tuvo que enfrentar la culpa por el tiempo perdido, pero encontró el camino para perdonarse y volver a amar.
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Hubo un tiempo en la vida de Laura donde los días pesaban, signados por la angustia y la opresión en el pecho que la perseguían y encontraban, a pesar de sus intentos por esconderse del dolor.
Ella no puede explicar qué cambió, pero una mañana despertó diferente. Aquel día decidió que era tiempo de vencer sus peores temores y decirle a su entonces marido que se había acabado, que aquello que sostenían no era amor ni vida.
Romper las cadenas: “Fui reconociendo mi baja autoestima”
Durante años, Laura había intentado liberarse de la prisión a la que sentía que había ingresado, pero el miedo la detenía. También el tiempo o más bien el tiempo acumulado, que comenzó a pesar como si llevara un bolsón de rocas a cuestas. Los tantos años invertidos en una relación y la idealización del romance la incitaban a seguir: “Él fue mi primer amor en todos los sentidos, mi primer todo”, cuenta. “Pensé que me había casado para toda la vida, pero no fue así. Me di cuenta de que él no me amaba por la suma de sus acciones, que tanto me dolían”.
En aquella pareja faltaban tres ingredientes que Laura descubrió vitales: respeto, confianza y ganas de proyectar de a dos. El respeto, sin embargo, era lo que más pesaba. La mujer, oriunda de Misiones, sin darse cuenta había naturalizado los insultos, las manipulaciones y los pensamientos machistas, a la par de tolerar que no le contestara sus mensajes, que no accediera a hacer paseos, y que se espaciara la intimidad sexual.
“También era indiferente a mis logros personales, no proyectábamos nada juntos, no le gustaba mostrarse conmigo, ni compartir con mi familia”, continúa. “Fui reconociendo mi baja autoestima, donde durante catorce años me conformé con migajas”.
El día que Laura tomó coraje y rompió las cadenas entró en una sucesión de batallas propias no menos difíciles: la de perdonarse por no haber accionado antes y haber perdido tanto tiempo, y la de reconstruir su identidad y la confianza en el amor.
Aquellas luchas fueron duras, pero, finalmente, Laura comprendió que había sido más valiente de lo que creía, que el tiempo pasado era ínfimo en comparación al horizonte que se había abierto ante ella y que, al fin y al cabo, el único tiempo válido lleva el nombre de hoy. Y fue allí, con la lenta asimilación de aquellas certezas, que le dio comienzo a su verdadera historia de amor.
La llegada de un amor distinto: “Comenzamos con esta historia sabiendo nuestros defectos antes que nuestras virtudes”
A Laura le tomó tres años superar las tormentas que había atravesado y hacer el duelo tras un divorcio muy complicado. Durante aquella época creyó con todo su ser que el amor no estaba en su destino y que solo un milagro la llevaría a involucrar una vez más a su corazón.
Cierto día, sin embargo, apareció una solicitud en Facebook de alguien cuya mirada la cautivó: “Me dio sensación de transparencia”. La mujer aceptó y casi de inmediato inició con aquel hombre, Carlos, una conversación que fluyó con una naturalidad y dejó impactados a ambos: “Lo más loco fue que vivíamos muy cerca y cuando salía del colegio en mi adolescencia siempre pasaba frente a su casa pero nunca nos cruzamos”.
La primera cita no tardó en llegar y fue allí, aquel 2 de marzo de 2022 y mientras caminaban por la costanera en Misiones, que Laura supo que su corazón quería volver a confiar: “Me gustó desde el primer momento en que lo vi”, confiesa hoy al recordar aquel día.
“Hablamos mucho. Hablamos de nuestros errores, no tanto de lo bonito que tenemos, porque queríamos empezar una relación sincera y sin vueltas”, continúa. “Mostrarnos transparentes significó aceptarnos con nuestros defectos, lo lindo o agradable era todo nuestro futuro y lo íbamos a disfrutar con intensidad”.
“Esa fue nuestra carta de presentación: comenzamos con esta historia sabiendo nuestros defectos antes que nuestras virtudes. Ambos veníamos de matrimonios frustrados y tomamos la decisión de construir juntos un amor saludable”.
Proyectar juntos en el amor: “Estoy experimentando un amor libre, sin prejuicios y sin dejar nuestras individualidades”
A partir de aquel primer encuentro, Carlos y Laura se volvieron inseparables. Luego de confesar sus miedos, defectos y penas, comenzaron a construir. En las redes ya habían descubierto su pasión coincidente por la música electrónica y juntos decidieron hacer un programa relacionado, que los llevó a compartir más tiempo y conocerse cada día más.
Con el amor revelado, la pareja decidió ir por más. Crearon su nido de amor y supieron que iban a ser padres primerizos, el mejor regalo y el mayor reto de sus vidas.
“Hoy tenemos una niña y es el proyecto más desafiante, del que estamos aprendiendo y el cual estamos disfrutando”, cuenta Laura, conmovida. “Carlos vino a cambiar todo, Con él estoy experimentando un amor libre, sin prejuicios y sin dejar nuestras individualidades. Amar sin dejar de ser uno mismo. Puedo decir que sí existe un amor bonito que te ayuda a mejorar cada día”, concluye.
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