Salida laboral
La revista mensual Soldados, publicación de la fundación creada en 1995 dentro del Ejército, incluye cada tanto informes sobre los niveles de reclutamiento que registran el Colegio Militar y la Escuela de Suboficiales Sargento Cabral. Los artículos y las estadísticas reflejan un alto número de postulantes para cada vacante.
En la controversia interminable que seguimos protagonizando los argentinos es apropiado tener en cuenta que, aun cuando continúe el debate político en torno del pasado cercano (que de reciente tiene cada vez menos porque ya hay una generación que no lo conoce), tenemos que respetar, como realidad de una sociedad abierta, que las fuerzas armadas son vistas como salida laboral y que hay un importante sector de nuestra comunidad que desea ingresar en la vida militar como profesión. Hay que incluir a las fuerzas armadas en la consideración de carreras para jóvenes y superar la actitud instalada en muchos de excluirlas como destino aceptable para una parte de la clase media debido a disputas políticas que quedan cada vez más lejos, y a veces sin resolver, en el pasado.
Digo esto sin dudarlo, dado que tengo aún mis antiguos desacuerdos con algunos jerarcas, hoy retirados de la institución, que hace algunas décadas reconocieron haberme deseado un pasar bastante desagradable. Eran épocas en que había que cuadrarse hasta frente al ascensorista, porque usaba uniforme.
Lo que aquí influye es la fuerza de las cifras (más que las cifras de la fuerza), como que en un informe de abril de 2003 hubo 14.877 hombres y mujeres jóvenes que se presentaron para cubrir 3662 vacantes como soldados voluntarios. El treinta por ciento de los que se postularon tenían estudios secundarios completos. Claro, son cifras que se produjeron durante una profunda crisis económica. Para vacantes de oficiales se incorporaron casi 600 cadetes al Colegio Militar y hubo 1300 vacantes en la Escuela de Suboficiales (más de mil varones y casi 300 mujeres). Un informe de 2004 señalaba la escuela Sargento Cabral como "una salida laboral firme", que ofrecía 650 vacantes para las que competían 2200 jóvenes. Se estima que se mantendrá el nivel de postulantes.
Ahora bien, dada la complejidad de la política de seguridad necesaria en el contexto internacional, quizá no debamos seguir invocando divisiones del pasado para pelear el presente y, con urgencia, logremos aceptar opiniones diferentes en la interpretación de lo acontecido. Para alcanzar esto es primordial que las fuerzas armadas demuestren claramente cuál es la función que cumplen dentro de la sociedad civil y como parte de ella.
Se requiere un esfuerzo desde la institución militar, también desde la civilidad, que tendrá que dejar de atribuir a un ejército en proceso de modernización los pecados de antiguos jefes. El peligro es vilipendiar a la fuerza para quienes quieran ingresar en ella hoy, gente joven a la que no le importan las estructuras de hace tres décadas.
El autor es periodista y escritor