Sal rosa, mitos y verdades de un producto que llega desde el Himalaya
Los frascos de sal rosa del Himalaya podrían ser un elemento más del universo de las muñecas Barbie ya que son rosas, pintorescos y tienen llamativas etiquetas que despiertan la curiosidad de quienes pasean entre las góndolas del supermercado.
Este producto se popularizó durante la década del noventa de la mano del biofísico Peter Ferreira, quien se encargó de venderlo y de difundir sus supuestos 84 oligoelementos a lo largo y ancho de Alemania.
La sal rosa del Himalaya fue publicitada bajo la promesa que curaría dolencias tan diversas como el insomnio, las várices, la arritmia y la osteoporosis. Tiempo después, varias universidades y organizaciones se encargaron de analizar este producto y desmentir a Ferreira. En primer lugar, la Agencia de Protección del Consumidor de Baviera estudió 15 muestras de esta sal comercializada en Alemania y en los análisis se descubrió que aparecían sólo 10 de los oligoelementos prometidos. Por su parte, la Universidad Técnica de Clausthal también analizó el producto y encontró la misma decena de propiedades.
Otro de sus mitos, afirmaba que esta sal se había formado hacía miles de años en la cima del Himalaya pero lo cierto es que su origen se encuentra en una mina pakistaní llamada Khewra, ubicada a más de mil kilómetros de la montaña más alta del mundo.
"La sal del Himalaya es muy similar químicamente a la sal común. Contiene hasta 98 por ciento de cloruro de sodio y el otro 2 por ciento se compone de otros minerales como potasio, magnesio y calcio", explica la nutricionista María Paula Erroz (matrícula 3878).
"Una de las principales diferencias entre la sal de mesa y la del Himalaya es que la primera está muy procesada y eso hace que se terminen eliminando sus minerales. Por su parte, la segunda mantiene la mayoría de sus propiedades", continúa.
Pero no todo lo que brilla es oro y la nutricionista agrega que este beneficio de la sal rosa es sólo una ilusión: "Las cantidades de minerales que aporta este producto son muy reducidas y no provocan ninguna diferencia positiva en nuestro organismo. De hecho, hasta ahora, no hay ninguna evidencia científica que diga que la sal rosa aporta beneficios para la salud ni tampoco existe una gran diferencia con la sal común".
En la misma línea, la Organización Mundial de la Salud recomienda no superar el consumo de 5 gramos de sal diarios y asegura que no existe diferencia entre el origen de las sales: "No importa si es marina o si viene de una mina. Cualquiera sea el origen de la sal, es el sodio el causante de los problemas de salud como la hipertensión arterial y los accidentes cerebrovasculares".
Si bien hay que utilizar la sal del Himalaya con la misma precaución con la que se utiliza la sal de mesa, lo cierto es que este producto puede resultar muy original a la hora de decorar y presentar los platos ya que aporta texturas y un color diferente.
Además, se ha vuelto muy popular entre los cocineros, quienes la recomiendan para asar carnes, vegetales y pescados en la parrilla. Recientemente, también empezó a comercializarse una plancha hecha enteramente con esta sal que se puede colocar sobre el fuego para cocinar, y a su vez salar, los alimentos.
Por su parte, las chocolaterías también se sumaron a esta nueva tendencia y reconocidas marcas nacionales como "Mamushka" se han animado a lanzar su propia línea de tabletas con un mix de cacao y escamas de sal del Himalaya.
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