Saber perdonar: consejos para quitarse de encima el peso del rencor
A lo largo de la vida, todos somos heridos, lastimados, traicionados. El perdón puede ser, entonces, una herramienta importante para utilizar, tanto en los dolores pequeños como en los más significativos. Todos anhelamos, aspiramos y deseamos vivir con paz. Esta no es la ausencia de problemas, sino la tranquilidad interior en medio de los problemas. Analicemos algunas ideas sobre el perdón:
- Perdonar no es sinónimo de olvidar —la mente no olvida— ni negar o minimizar lo sucedido. Tampoco sirve otorgar un "perdón ligero", dándonos por vencidos o resignándonos a los que nos ocurrió, pues de este modo nos volveremos susceptibles a sufrir nuevas injusticias. Ciertamente, lo malo que nos han hecho siempre será malo, pero el perdón lo convierte en dos "regalos de paz", uno para quien perdona y otro para quien causó la herida.
- Perdón no significa renunciar al derecho de justicia como si nada hubiese sucedido. Tampoco implica una reconciliación. Perdonar a alguien no significa bajo ningún concepto que permitamos que nos siga maltratando o lastimando. El perdón depende de uno, mientras que la reconciliación necesita de las dos personas.
Como bien dijo el escritor Lewis Smedes: "Perdonar es liberar a un prisionero y descubrir que el prisionero fuiste tú". Si nos hirieron, no minimizamos la herida, pero, mediante el acto voluntario de perdonar, (erradicar de nuestra mente), conseguimos soltar la ira e incluso el odio que nos lleva a "lastimar" a quien nos hizo daño. El resentimiento siempre nos hiere a nosotros mismos, y nadie merece dañarse así.
Algunas metáforas sobre el perdón
Supongamos que tenés una pequeña pesa en tu bolsillo y debés llevarla con vos a todos lados, al trabajo, a la universidad, a la casa de tus seres queridos, a las reuniones con amigos, incluso a la cama cuando te disponés a descansar. No pesa mucho, pero es una especie de recordatorio de que no lográs desprenderte de ella porque la portás a dondequiera que vayas, cada día de tu vida. Así es el resentimiento cuando uno se resiste a perdonar.
Imaginá que alguien irrumpe en tu casa y la usurpa por la fuerza. Perdonar sería sacar a ese individuo de tu propiedad. El perdón no es otra cosa que un acto de fuerza y coraje. Para perdonar se precisa ser valiente, sobre todo, cuando el dolor que nos han causado es grande y profundo. Y aun cuando aquel que causó la herida ya no esté en este mundo, necesita "salir de tu vida" a nivel emocional.
Pensemos en nuestra vida como un edificio en el que hay puertas abiertas por donde entra y sale el amor; pero también hay puertas que han quedado cerradas, y dentro de ellas hay dolor y amargura. El perdón es la llave que abre esas puertas para que pueda salir toda esa tristeza guardada, de manera que vuelva a circular nuevamente la paz y la armonía. Dejar partir al ofensor hace que esa persona ya no tenga poder sobre nuestra vida. Al liberarlo, no solo soltamos a quien nos lastimó, sino, además, todos los sentimientos negativos que lo sucedido nos ha generado. Esa acción de soltar es como una declaración en voz alta de liberación de quien nos causó una ofensa, y pronunciarla permite que nos inundemos de paz.
Perdonar es soltar el dolor emocional y agotarlo por completo. Porque, si decimos que perdonamos, pero no dejamos ir las emociones de ira, rencor, deseo de venganza, tristeza, nunca seremos verdaderamente libres. Como cita un terapeuta: "Sabes que has perdonado a alguien cuando él o ella tiene un paso inofensivo por tu mente".
Perdonar no implica necesariamente reanudar la relación con la persona que nos hirió, sino simplemente soltarla de nuestra vida para que no continúe lastimándonos. Para reconstruir un vínculo después de una herida profunda, ambas partes deben estar de acuerdo, aunque esto no siempre es posible.
Perdonar, que además consiste en tomar la decisión de no recordar, nos hace bien a nosotros mismos. Hoy sabemos desde la ciencia que este acto disminuye la presión arterial, baja los niveles de ansiedad, nos hace menos agresivos, entre otros beneficios. Pero, sobre todas las cosas, nos permite recostar la cabeza sobre la almohada por la noche con total tranquilidad y disfrutar de una vida en paz, aun en medio de las crisis que nos toque atravesar.
En algunas ocasiones, el perdón es un proceso en el que la persona elabora aquellos dolores profundos que siente, expresándolos, trabajándolos, volcándolos en un papel a través de la escritura para luego llegar al perdón, al cierre de la herida. Otras veces, en cambio, el perdón es el comienzo, el punto de partida en el que uno suelta aquel dolor para comenzar a trabajarlo.
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