Rutinas de juego, claves para calmar a los más chicos
"¿Y ahora qué?", pregunta Emilia, la más chica, mientras atraviesa el tercer día de cuarentena sin ir al jardín ni salir de su casa. La mamá la mira y le hace una propuesta que en tiempos de tablets, consolas y conectividad, parece propia de la Edad Media: "¿Y si jugamos un juego de mesa?", pregunta mientras Emilia la mira entre extrañada y resignada. Los juegos analógicos son prácticamente la última de las actividades indoors que los chicos eligen para entretenerse en casa, pero al mismo tiempo, son considerados la mejor opción para los padres, que buscan desesperadamente bajar el nivel de exposición a las pantallas, que en países como España o Italia aumentó un 50% entre los menores desde que se agravó la crisis del coronavirus.
El tema también pasa por quéjuego elegir. Porque la mayoría es puro entretenimiento y sirve para divertirse y pasar un buen rato –lo cual está muy bien–, pero hay otros que también enseñan a pensar y sirven como apoyo escolar en tiempos de aulas vacías. Es el caso de Atir Aprender Jugando, que tiene una línea educativa que propone, mediante cartas, hacer cálculos matemáticos y armar palabras teniendo en cuenta su acentuación. "Los juegos, en general, ofrecen distintas propuestas y plantean diversos desafíos. Aprender es uno de ellos", dice Rita Marini, la docente de educación primaria y psicopedagoga con un posgrado en neuropsicología infantil del aprendizaje creadora de Atir. "Con los juegos está bueno que los chicos no solo se diviertan sino que aprendan. Los que diseñé se trata de juegos cortos, dinámicos y ágiles de no más de 15 minutos. Esto tiene que ver con la dinámica de los chicos de hoy, de tratar de que las propuestas analógicas estén en sintonía con las digitales", plantea.
Pero para que jugar esta clase de juegos no sea una actividad aislada o que se elija por descarte, los especialistas plantean armar una especie de plan en el que estos juegos aparezcan siempre formando parte de una grilla de actividades. Por ejemplo, ponerse a jugar en la hora en la que el niño tiene matemática, haciendo cálculos o juegos de razonamiento acordes a la edad. Y la misma lógica seguirla con el resto de las materias: en lengua desempolvar el Scrable o elegir un cuento para leer, en plástica dibujar algo relacionado con ese cuento o la parte que más les gustó de la historia o hacer manualidades que impliquen el uso de la motricidad fina y cuando sea la hora de gimnasia, ponerse en movimiento bailando o imitando una coreografía para compartirla luego entre los contactos más cercanos. Lo mismo cuando toque música, inglés o geografía (la excusa perfecta para los nostálgicos y armar una partida de TEG). Buscar actividades en sintonía con cada área del conocimiento ayuda también a organizar los largos días en casa.
"Hay muchas cosas para hacer. En estos momentos la creatividad se abre y puede ser una oportunidad para hacer cosas nuevas. Muchos niños experimentan cierta euforia por no ir al colegio, pero muchos también están preocupados por la situación. Estaría bueno que lo verbalicen y lo manifiesten, puede ser escribiendo un cuento o poesía o dibujando", propone Marini, que también hace hincapié en que la tecnología esté en equilibrio con las actividades analógicas ya que en este contexto no se puede prescindir de ella.
Establecer rutinas de juego también es algo que recomienda la neuropsicóloga pediátrica Carina Castro Fumero. "Los importante es lograr establecer una estructura día a día. Las rutinas los hacen sentir seguros y tranquilos, más en esta situación de tanta incertidumbre –destaca-. El no saber qué hacer, genera ansiedad. Ellos necesitan estructuras, por eso es importante hacer una planificación que tenga cierta flexibilidad que hasta se puede pegar en la heladera y que ellos puedan ver qué es lo que van a hacer. Una posibilidad es después de desayunar, hacer cosas que impliquen movimientos. Poner música y que colaboren limpiando y en las tareas del hogar. Lo importante es el movimiento. Después de eso empalmar con una actividad manual o que haya mandado la escuela. Luego del almuerzo, optar por un tiempo de juego libre en el que cada uno haga lo que quiera (los más grandes pueden usar un poco de tecnología) y más tarde hacer una actividad familiar, como jugar un juego de mesa. El arte y la música despiertan sentimientos de felicidad, por lo tanto es importante incorporarlas. Y también hacerse un tiempo para tener contacto a la distancia con familiares a través de videollamadas para no sentir tanto el aislamiento", recomienda la especialista, que suma otros ingrediente fundamental para pasar la cuarentena: ejercicios de mindfulness y respiración para niños y adultos. "En Youtube hay muchos ejercicios guiados. Sirve para tener un manejo positivo de la situación y para enfocarse en el aquí y ahora, además de que mantiene en equilibrio la salud mental", plantea.
Preservar la calma y la armonía también es uno de los objetivos que se propuso Victoria Villalba, editora de Campamento Editorial (publican libros "mágicos" y ofrecen talleres itinerantes, hoy suspendidos, con diversas propuestas educativas). Hace un tiempo, Villalba, junto con un socio, el artista visual Facundo Cousillas, lanzó El juego de la Paz, que trabaja las emociones y propone, mediante 14 tarjetas, hacer 14 actividades diferentes dentro de casa y en familia. "Algunas tienen que ver con el reciclaje, con hacer música a partir de objetos no tradicionales como cajas, a interpretar sonidos de animales, hacer máscaras… Todas son actividades colaborativas para hacer puertas adentro", describe Villalba. "El juego de la paz surgió porque notamos que en las juguetería había o juegos de guerra o de competencia. Queríamos algo distinto, diferente, que sea colaborativo y empezamos a pensar en esta propuesta diferenciadora que busca dejar del lado el celular y las pantallas y centrarnos en el hacer, más ahora, que la rutina ha cambiado tanto y toda esta situación que se presenta como un verdadero desafío para el núcleo familiar", sostiene Villaba.
Por su parte, Mariana Trocca, coordinadora nacional de salud mental de Medifé, asegura que esta situación de excepción puede ser una oportunidad para los niños. "Los chicos están acostumbrados a una cultura del estímulo, y cuando llegan momentos de paréntesis como estos los padres se angustian porque no saben qué hacer. En primer lugar, los padres no son ni maestros ni entretenedores. En ellos recae la responsabilidad de cuidado, pero no de payasos o de docentes. Por eso es una oportunidad de hacerlos responsables de la parte que les toca a ellos. No están de vacaciones, la escolaridad continúa y esa es su responsabilidad. Y por otro lado, también es importante trasmitirles que este estado de excepción es una posibilidad de inventarse nuevos juegos, de crear, de investigar. De hacer todo eso que no hacen por falta de tiempo", sostiene Trocca.
La apuesta al juego simbólico –dice la especialista– es siempre importante en momentos donde existe temor. "Una abuela me contó que su nieto, en medio del aeropuerto de Ezeiza, en vez de asustarse por los pasajeros con barbijo y los controles sanitarios empezó a jugar a que estaban en medio de una invasión extraterrestre. Para los adultos fue un impacto ver a las personas así y estaban preocupados por proteger al niño, pero enseguida él convirtió la situación en una posibilidad del juego simbólico, que es un recurso que los más pequeños tienen incorporado –comenta Trocca–. Hay quienes me cuentan que se disfrazan con la ropa de mamá y papá y otros que compraron rompecabezas de 5000 piezas para ir armándolo, de a poco, durante cuarentena, entre todos. Apostar a este tipo de cosas es una forma de transitar este tiempo, como también recuperar los juegos de la infancia de los que hoy son padres. Las pantallas nos han quitado esta posibilidad, por eso, que ahora estamos más tiempo en casa, es interesante pensar este momento como una especie de contracultura".
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