La casa de un diseñador de moda es otra plataforma en la que expresa su profesión. Es natural que quien tiene a mano los géneros más lindos para concretar sus fantasías, se alimenta a diario de imágenes de la vanguardia estética y está enfocado en satisfacer (o hasta inventar) la experiencia del otro, logre en su hábitat exactamente lo que se propone. En su residencia veraniega en Sóller, Mallorca, Damián Sánchez-histórico creativo de la firma española Mango- se atreve a los colores intensos respetando una arquitectura hermanada con la tierra. Un traje perfecto para la ocasión.
Quería una caja muy neutra donde después divertirme con los colores y los estampados que me hacen más feliz. Los del Mediterráneo, los de mis viajes por Turquía, los de Mallorca
"Junto a la chimenea, un living de invierno; el otro [que se ve abajo] es más de verano, más de tertulia. Ambos se vinculan por medio de los candelabros franceses, que irradian un clima como de velas con su luz indirecta", dice Sánchez.
"Mezclar todo, al final, funciona. Sin los almohadones, esto no sería esto".
"Me gusta todo lo que respire naturalidad. Mis amigos me dicen que cómo dejo los almohadones afuera. Y yo les contesto que me gusta que las cosas envejezcan conmigo. Me resultaría chocante declinar y que las cosas siguieran siempre como nuevas".
La convivencia de hallazgos vintage y diseños más modernos se apacigua sobre el piso de piedra de Santanyí, trabajada con bujarda para hacerlo más rugoso y mate.
Este es el único ambiente con la misma piedra que reviste la construcción. Para equilibrar, la síntesis de una obra enmarcada con vidrio, que proyecta a todo su modernidad y reflejo.
"El cañizo lo hizo el payés", dice Sánchez sobre la pérgola de cañas hecha por un campesino de la zona. "La cultura de siglos te demuestra lo que es mejor".
"En la pileta, quería la sensación de estar nadando en el mar, por eso pintamos el fondo con una mezcla de beiges. Mira tú el poder del color. Otro tono y podrías sentirte en un río, en un estanque o en un
En una planta sin divisiones, el dormitorio toma el último piso en su totalidad. "La lámpara colgante de latón, que encontré en un mercado de pulgas en París, es un auténtico candelabro. Es para velas, para dar ambiente. Y su luz todo lo tiñe".
"Pinté las vigas porque el suelo mandaba mucho. Para que no hubiera muchos tonos ni tipos de madera, algo que siempre estropea el resultado final, decidí que se viera solamente en el suelo y en la puerta".
"La bañera [exenta de Kos] es enorme, pero no es pesada. Su particular estructura permite que sigas viendo el piso, en lugar de plantarse como un bloque frío y cortar la sensación rústica que comunica este tipo de madera así tratada".
"Cómo me gusta esta casa de ‘medio campo’, la franca torre cuadrada con techo de teja que parece una piedra más del paisaje".
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