Romina Paula: "Era más nostálgica de niña que ahora"
Lejos quedaron las palabras El tiempo todo entero, esa máxima absoluta desbordada de juventud con la que nombró su obra teatral de 2009 la dramaturga, novelista, actriz, guionista y ahora además directora de cine Romina Paula. Aquel título, de alguna manera, auguraba para Romina la tranquilidad de disponer de todo el tiempo del mundo para crear de ahí en más. Ya había escrito dos obras teatrales para ese entonces (El silencio y Algo de ruido hace) y sus primeras dos novelas (¿Vos me querés a mí? y Agosto) es cierto, pero el futuro aun estaba impecable, todo dispuesto para ella. Luego llegó el momento de estar Acá todavía y así entonces tituló su tercera novela, publicada en 2016, donde narraba la peregrinación de su padre hacia la muerte.
Ese asumirse adulto, la sensación del estar todavía vivo pero ya con el tiempo de descuento en marcha sirvió como puente para su último trabajo, De nuevo otra vez, la ópera prima que estrenó hace dos meses y en la que narra en una especie de autoficción la crisis existencial de una mujer (llamada Romina y actuada por ella misma) próxima a cumplir 40 años (aunque el personaje rechace fuertemente cualquier intento de sentido común y cliché) que vuelve con su hijo (interpretado por Ramón, el propio hijo de Romina) a la casa materna (actuada por su propia madre, Mónica Rank) en un impasse con su pareja. Una madre que le habla en alemán desde niña y ahora lo hace también con su hijo; una vida adulta que se presenta algo esquiva e incierta y una maternidad que reclama tiempo completo fueron los disparadores para este film que además de escribir, dirige y protagoniza.
"Partí de hechos de mi vida, pero la película no tiene una voluntad documental, para nada, es una ficción. Es una suerte de retrato de una mujer como yo y de una mujer como mi mamá y son cosas que podrían sucederme, pero no fue mi intención registrar mi vida, aunque sea yo con mi nombre en el film", cuenta la autora. "Hay un desplazamiento por medio del cual todo es verosímil y eso es lo único que importa en este caso".
–Actuás, dirigís teatro y ahora cine, escribís obras teatrales, narrativa, guiones para tele y cine, sos docente, parece que cuanto más avanzás más te diversificás, ¿te importa definirte? ¿Podrías hacerlo?
–Es que no diría que soy ninguna de esas cosas, diría que las hago, o que las hice, nunca todas al mismo tiempo. En general no puedo estar en más de un proceso creativo a la vez, es decir, en el mismo momento del proceso creativo. Así que diría que casi siempre estoy con una sola cosa por vez.
–Cuando comienza tu película, el personaje que interpretás se pregunta si el sentido común la habrá fagocitado, "con todo lo que le temía de chica", dice. ¿Quién te imaginabas ser cuando eras adolescente?
–Cuando era adolescente creo que quería hacer carrera académica en Letras, porque me gustaba leer, escribir y estudiar, y tenía la fantasía de la carrera universitaria. Y de chica decía que quería ser escritora y vivir en las montañas, porque tenía fascinación por la sierra cordobesa. Así que diría que no me alejé tanto… No sé si eso es necesariamente bueno.
–¿Qué fue la maternidad para vos que se filtra tantísimo en tu obra? De alguna manera, los hijos informan sobre el paso del tiempo, ¿te volviste más nostálgica como madre?
–Yo cumplí 40 este año y mi hijo 4. Y diría que me volví menos nostálgica como madre y como persona de 40 años, no tengo mucho tiempo para la nostalgia y no me interesa volver atrás. Por más contradictorio que parezca, era más nostálgica de niña que ahora, algo de la nostalgia de la vida por venir, de la ansiedad por que suceda, la vida adulta. Es como si hubiese vivido la infancia ya acompañada de su propia nostalgia, así que es como si hubieran terminado juntas.
–Dentro del sinfín de temas que aparecieron estos últimos años con la mirada de la mujer como narradora aparece el cuestionamiento absoluto a la idealización de la maternidad. ¿Qué pensás de eso?
–Pienso que no hay un modo de vivir la maternidad así como no hay un modo de contarla, que el problema es querer estandarizarla: nadie sabe maternar a priori, es un vínculo que se construye, con todas las complejidades de un vínculo en el que una de las partes tiene tanta responsabilidad sobre la otra.
–En tu debut cinematográfico la ficción parece entremezclarse mucho con tu biografía, sumás como actores a tu madre y a tu hijo, ¿cuál fue la idea disparadora para la creación de esta película?
–En realidad son dos las ideas o imágenes disparadoras: por un lado quería filmar a mi mamá en su casa, y algo de su relación con el idioma alemán, y la otra imagen es la de una mujer de mediana edad que vuelve a la casa de su madre con un hijo chico, a instalarse en su habitación de adolescente, sin mucha idea de cómo ser una adulta o una madre.
–¿En qué estás ahora?
–Ahora empezamos los ensayos de Los reinos, una obra que escribí junto a Margarita Molfino y Agustina Muñoz y que vamos a dirigir también, para estrenar en octubre en la sala Sarmiento del Complejo Teatral de Buenos Aires, con curaduría de Vivi Tellas. El punto de partida de la obra fue el diario íntimo de la abuela de Margarita, que encontraron después de su muerte.
–En varias oportunidades dijiste que te interesan los temas amor, muerte y vínculos, ¿hay acaso algunos otros?
–Esos son los grandes temas, claro, pero tienen muchos submotivos. Lo más interesante a esta altura del partido es preguntarse más por el cómo que por el qué, los temas son siempre los mismos, en definitiva.
-Hace dos años participaste de la autoría del guion de la serie televisiva El maestro con Gonzalo Demaría, que protagonizó Julio Chavez. ¿Cómo fue el proceso de trabajar en equipo? ¿Volverías a hacerlo?
-Sí, creo que volvería a escribir un guion de televisión y creo también que volvería a hacerlo a cuatro o más manos, me parece que es buenísimo escribir televisión de a varios.
–Nombrás en la película en varias oportunidades cómo condiciona la mirada ajena, el tener testigos, ¿se agudizó eso con la maternidad? Sentir que de alguna manera estás decidiendo la vida de otro y que entonces el mundo puede juzgarte. Pero ¿no te expone más el film a ese prejuicio social?
–Siempre me pregunto acerca de la adecuación, de qué es lo adecuado para cada uno, que me parece que es lo más difícil de dilucidar, sometido a tantas leyes que nos son impuestas desde afuera. Y a la hora de ser madre pasás a ser la ley vos, para ese otro, aunque sea por un par de años, y eso me parece tremendo. Y en cuanto al film, no, no siento que me exponga más, no es mi vida lo que filmé, es un relato sobre alguien como yo, pero es una ficción.
–¿Te sigue abrumando el full time de la maternidad, "el absoluto" como dice tu personaje, solo elegir entre culpas?
–La verdad que ya no tanto, Ramón ahora tiene 4 y va al jardín y tiene su propia vida. No es que me pase exactamente todo lo que cuento en la película. Son sensaciones que puedo haber tenido, pero no significa que me acompañen todo el tiempo.
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