Según los expertos, estas peleas pueden enseñar a los niños a relacionarse mejor, pero se vuelven un problema cuando continúan a lo largo de los años
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Cuando Roseanne era pequeña cuenta que habían muchos conflictos entre ella y sus hermanos gemelos, casi 3 años más jóvenes. “Eran una pareja, un equipo, así que siempre eran dos contra uno”, asegura la mujer, quien tiene 46 años, es madre y vive en Nueva Jersey, EE.UU.
Según ella, parte de ese conflicto perdura incluso ahora y ocasionalmente puede parecer que nada ha cambiado desde la infancia. “Éramos muy diferentes. Simplemente parecía que estábamos en mundos distintos y creo que eso es parte del problema con mis dos [hijos] ahora”.
Roseanne tiene un hijo de 16 años y una hija de 14 que no se llevan bien desde que estaban en la guardería. “La disputa es agotadora. Durante mucho tiempo, hemos evitado hacer cosas juntos como familia porque simplemente no queremos escucharlos. No podemos sentarnos a la mesa durante 10 minutos [sin que se agredan]. Cada uno está constantemente pendiente del otro, haciendo comentarios y presionándolo“, describe.
Los hermanos pelean. Y como sabe casi cualquier persona que tenga un hermano, es común algún tipo de rivalidad. “Los niños tienen mucha menos capacidad que los adultos para reflexionar sobre lo que les molesta o para controlar sus impulsos. Entonces, como todos sabemos, pelean mucho”, asegura el doctor Raymond Raad, cofundador de Rivia Mind, un centro de salud mental en la ciudad de Nueva York.
En muchas familias, las peleas entre hermanos son educativas. Ayudan a los niños a aprender a manejar los conflictos y les permite interactuar mejor con los demás.
Para algunos, la rivalidad disminuye en la edad adulta y se convierte en algo de lo que reírse en las fiestas familiares. Pero para otros, permanece.
Una encuesta de 2000 adultos en Reino Unido, en el marco de una promoción para el programa de televisión Succession (en el que se muestra una rivalidad constante entre hermanos), mostró que más de la mitad de los consultados todavía siente que está compitiendo con sus hermanos.
El 51% de estos adultos dice tener una relación competitiva con sus hermanos que perdura en el tiempo. Y esa competencia es prácticamente por todo, desde la propiedad de la vivienda hasta quién es el anfitrión de las reuniones familiares. Algunos expertos coinciden en que estos conflictos se prolongan.
La rivalidad entre hermanos parece no sorprender durante la infancia. Pero muchos, como Roseanne, todavía experimentan el conflicto, incluso después de que todos los hermanos se mudaran del hogar que compartían. ¿Por qué se mantiene esta competencia? ¿Podremos superarla alguna vez?
Comparación y conflicto
“Como seres humanos, estamos orientados a la comparación”, explica Shawn D. Whitehead, profesor de desarrollo humano y estudios familiares en la Universidad Estatal de Utah, en EE.UU.
“Los hermanos proporcionan un punto de comparación natural. Están en tu hogar, creciendo con vos, generalmente tienen una edad parecida. Están en el mismo entorno y en la misma casa, por lo que nos proporcionan una buena medida comparativa”, describe.
Por ejemplo, es fácil para los hermanos comparar su éxito académico o atlético, o disputar quién es el niño “favorito”, ya que a menudo tienen experiencias similares (como asistir a las mismas escuelas). Y cuanto más cerca están las edades de los niños, más intensa puede ser la rivalidad.
Esta inclinación natural a compararnos con otras personas puede ser un gran impulsor de la competencia entre hermanos, especialmente porque ellos tienden a ser las personas con las que pasamos más tiempo durante la infancia y, posteriormente, las que más conocemos, dice Raad.
Puede parecer “natural” que hermanos en los mismos entornos con pasatiempos similares se enfrenten. Sin embargo, los hermanos que no compiten en las mismas actividades también encuentran formas de competir.
Whitehead dice que algunos hermanos tratan de diferenciarse en un esfuerzo por reducir la competencia, especialmente si tienen una edad similar a la de sus hermanos. “Eso, en teoría, reduciría la rivalidad. Pero la investigación arroja resultados mixtos“, dice Whitehead.
Eso concuerda con la experiencia de Roseanne, tanto con sus propios hermanos como con sus hijos. Ella dice que ser diferentes es un factor importante del conflicto.
La hija de Roseanne tiene talento atlético, mientras que su hijo es dotado académicamente. La mujer asegura que, dado que su hija debe esforzarse mucho más para tener buenas calificaciones, sus diferencias se han convertido en un constante punto de discordia entre los hermanos.
“Muchos maestros e incluso algunos miembros de la familia siempre comentan lo inteligente que es mi hijo. Sé que es un punto de presión para mi hija“, cuenta Roseanne.
También es común que la competición se intensifique en la adolescencia, opina Raad, ya que “los padres o los entornos escolares o deportivos crean la expectativa de que todo es una competencia”.
Pero incluso cuando los hermanos desarrollan identidades independientes más tarde en la vida, las diferencias pueden continuar generando competencia y conflicto, especialmente con hermanos y hermanas que se criaron en el mismo hogar, pero terminaron siendo muy diferentes entre sí.
Incluso si sus caminos se bifurcan, afirma Raad, “eso no significa que no pelearán por cosas más adelante en la vida”.
El factor de equidad
Otro factor importante de la rivalidad entre hermanos es la equidad, una idea que, según Whitehead, es muy importante para los niños.
“Es más probable que los padres otorguen privilegios a los niños más pequeños antes de haberlo hecho con los niños mayores”, añade.
“Como padre, cuando le decís a un niño de 12 años, ‘podés quedarte despierto hasta los 22′, es probable que el otro niño de 10 años también lo haga, porque [los padres] no quieren pelear”.
Cuando los niños más pequeños obtienen el permiso antes que un hermano mayor, “eso puede hacer que el mayor sienta que las cosas no son justas. Eso crea conflicto”, agrega Whitehead.
Y resulta que los hermanos no necesariamente “superan” ese deseo de justicia y eso sigue siendo uno de los factores que pueden llevar la rivalidad entre hermanos a la edad adulta, dice Raad.
“Entre las personas que tienen conflictos, parece haber un pensamiento implícito de que venimos del mismo lugar, de la misma familia, por lo que es justo que seamos similares, pares”, afirma.
“Los problemas surgen cuando uno de los hermanos siente que algo es injusto en su vida. Existe la percepción de que uno de ellos es más bonito, más inteligente, más exitoso, y le da al otro la sensación de que la genética se distribuyó de manera desigual”, detalla.
En la edad adulta, la cuestión de la equidad entre hermanos se aplica a cosas como el éxito profesional, qué tan felices son las personas en sus matrimonios, etc., añade Raad.
“A diferencia de los amigos, donde podés decir, ‘oh, somos tan diferentes, venimos de lugares tan distintos’, existe la idea de que como los hermanos tienen el mismo origen, deberían estar en el mismo lugar”, analiza.
Una suave motivación
Sin embargo, cierta rivalidad entre hermanos adultos no es necesariamente del todo mala. Más de una cuarta parte de los encuestados de OnePoll dice que compite con sus hermanos y hermanas por sus objetivos profesionales y para el 15%, la rivalidad los motivó en sus carreras.
Para casi dos de cada 10 adultos existe una fuerte creencia de que la rivalidad entre hermanos los llevó a lograr más en sus vidas. Entonces, una cierta rivalidad puede ser saludable y simplemente natural.
Pero no es un hecho que todos los grupos de hermanos compitan por el resto de sus vidas. Para muchos, la lucha se desvanece a medida que se vuelven adultos.
Los expertos coinciden en que no hay ninguna razón por la que la rivalidad entre hermanos desaparece en algunas familias y persiste en otras. “El mejor predictor de tu relación adulta es la infancia, pero también hay espacio para el cambio”, cree Whitehead.
La intensidad de una rivalidad puede desvanecerse con el tiempo y la distancia, por lo que los hermanos que terminan viviendo lejos geográficamente o que no se ven con tanta frecuencia, naturalmente pueden chocar menos, opina.
La cantidad de cambios que experimenta una familia también puede afectar las rivalidades, agrega. “Vemos cambios en torno a los grandes eventos como cuando alguien se casa, tiene un hijo, pierde a un padre. Todos ellos pueden ayudar a reorientar las relaciones”, enumera.
Cuando grupos de hermanos son protagonistas, esos grandes momentos pueden unirlos y ayudar a derribar las barreras.
Pero, en última instancia, dice Whitehead, el factor determinante por el cual las familias superan la rivalidad es la personalidad.
“La relación entre hermanos es única y multifacética, y a menudo hay tantas diferencias dentro de las familias como entre ellas“, describe.
Sin embargo, los expertos sugieren que los padres pueden ayudar a los niños pequeños a reducir la rivalidad natural y protegerlos de enfrentamientos más graves en el futuro. “Los padres deben modelar las habilidades sociales y de resolución de problemas”, asegura Raad.
“Podés tener un conflicto en tu casa, eso es saludable, pero ser capaz de modelar cómo abordar ese conflicto sin que se intensifique ayudará a tus hijos en el futuro”, puntualiza.
Alentar a los hermanos a formar relaciones cercanas en la edad adulta, incluso si eso significa una discusión ocasional, puede marcar una diferencia significativa.
“Esas relaciones realmente duran toda la vida”, dice Whitehead. Y cuando nos volvemos adultos mayores “nuestros hermanos se vuelven aún más importantes para nosotros. Cuando nuestros padres se van, son la última conexión que tenemos con nuestra familia de origen”.
“Había mucha tensión entre mis hermanos y yo en nuestra casa mientras crecíamos. Pero ahora, estamos juntos, enviamos mensajes de texto y charlamos sobre mi madre, ese tipo de cosas, y me acerqué a al menos uno de ellos, aunque me tomó mucho tiempo”, recuerda Roseanne.
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