Río. La arquitecta que cambió el estrés de CABA por tatuar cerca de la playa
Cata despliega sus instrumentos sobre el escritorio. Hay un vaso diminuto con tinta negra, vaselina y alcohol, una afeitadora descartable, agujas, un dispositivo que muestra el voltaje que varía en función del tipo de línea o punto que va a hacer. Se mueve segura y entusiasmada, porque sabe lo que hace y porque le encanta. Hace tiempo que tatúa sus propios dibujos, su estilo, todo lo lindo que juntó en sus 33 años y que ahora sabe plasmar en la piel. Su lienzo. Se pone cómoda, unas calzas negras, una musculosa, los pies descalzos, y me pregunta: ¿Vamos?
Catalina D´Alessandro se recibió de arquitecta en la UBA, es profesora de yoga, creó la marca de muebles Moana y es budista. Surfea, ama el mar, y eso la trajo con 27 años y sin escalas hasta Río de Janeiro: "Vine con el título, 500 dólares, y nada más, tenía que salir de casa, de Buenos Aires, llevaba una rutina muy estresante, vivía para el trabajo. Soñaba con Australia, pero me alcanzaba para un pasaje a Brasil y el primer mes de alquiler". Desde entonces trabajó en un estudio de arquitectura carioca y sustentable, como instructora de yoga, hizo flyers, almohadones y páginas web. Hasta que una serie de coincidencias la hicieron descubrir el mundo del tattoo.
"¿Qué hacía cuando era chiquita?, le pregunté un día a mi mamá. Estaba en crisis, el estudio donde trabajaba había cerrado y no quería volver al Autocad, tenía esta necesitad imperiosa de crear, de hacer con las manos. Entonces mamá me dijo que de nena me la pasaba pintando". Cata me muestra fotos con la evidencia, tiene un cuaderno donde se lee, entre líneas, la búsqueda personal y profesional que hizo en estos últimos años. Con la respuesta que llegó de Beccar, donde todavía viven sus papás, consiguió una beca para estudiar Arte Educación, una disciplina que busca síntomas y los trata a través de la expresión artística. Con eso trabajó un tiempo en la favela de Santo Cristo.
"En su momento, el test vocacional me dio igual para Arquitectura y para Bellas Artes, pero con 18 años ni me imaginaba que se podía vivir del arte. Igual no regaño, la carrera me sirvió y mucho, creo que la formación de arquitecta hace a una gran parte de lo que ofrezco". Sus tatuajes respetan la armonía, el equilibrio, la simetría, tienen líneas claras. La otra parte también es evidente, con las líneas redondas, orgánicas, que le encantan de la naturaleza exuberante de Brasil, los mandalas y símbolos del yoga y la meditación, y los ornamentos que le fascinaron de su viaje por Cambodia, Tailandia y Vietnam. "Viajé a Asia en el 2017, recién empezaba a tatuar y me marcó muchísimo, me traje un registro fotográfico increíble de la arquitectura de esos lugares. Se que voy a volver".
Cata tiene ojos verdes, es flaca y fuerte, usa flequillo, colores y un collar con un caracol que le mandó hacer a un orfebre. Tiene varios tatuajes. El primero se lo hizo con 15 años, un dragón sobre el omóplato derecho, su papá se lo permitió con la condición de acompañarla y tatuarse él también, otro dragón dibujado por su hija. "No se si me lo haría ahora, pero creo que los tatuajes tienen una permanencia con la que hay que saber lidiar, soltar, al fin y al cabo es piel. Del dragón me gusta haberme animado a un diseño propio, fue el primero". Hoy Cata tatúa un proyecto por día en King7, uno de los estudios más prestigiosos de Río de Janeiro, en Copacabana.
Se despierta a las 7:30, sin alarma, toma agua con limón y se acuesta en el yogamat para estirar el cuerpo, meditar, rezar sus intenciones. Tiene una dieta vegetariana, desayuna y cocina para llevarse comida sana al estudio. Hace varios días viene pensando en el tatuaje que va a hacer a la tarde, así que cuando se sienta a diseñar es sólo cuestión de bajarlo al iPad. Sí, al iPad, no dibuja en papel ni tatúa a mano alzada, Cata es una chica moderna y sabe aprovechar las herramientas que existen: iPad para diseñar, impresora de sténcil, máquinas rotativas. Surfea una vez por semana, cuando las olas no son tan grandes, y vive en una cobertura, que es un departamento en el último piso, con terraza, cerca del Jardín Botánico. "Me encantaría tener un estudio propio, un espacio donde articular el tattoo con el yoga, la cocina natural, la meditación. Pero todavía no defino dónde podría ser, no se si Rio, tengo una relación de amor-odio con esta ciudad".
Estaba atravesando su búsqueda intensiva de vocación, acompañada a la distancia por su coach Marcela Santana, cuando una amiga argentina le presentó a su entonces novio y tatuador, Marcelo Zissu. "Lo fui a ver a King7, un ambiente bastante hostil que hasta entonces no tenía nada que ver conmigo. Vio mi portfolio y me preguntó si quería esto para mi vida. Le respondí con sinceridad, no tenía idea, pero quería probar". Después de seis meses como aprendiz Cata ya estaba trabajando a full y hoy día reparte su agenda entre Buenos Aires, San Diego (California), y Río de Janeiro.
El tatuaje se aprende trabajando, es un oficio, un conocimiento que pasa de persona a persona. Y cada tattoo implica una responsabilidad inmensa, al menos para Cata, porque el cliente se lleva un pedazo de ella de por vida. "Por esta razón con el tiempo decidí hacer sólo diseños propios, con los que me siento cómoda, representada, ya no hago comerciales. Alguien me recomendó ponerle nombre a mi estilo y apareció el hashtag #dharmaornaments, porque dharma en el budismo tiene que ver con la verdad de la vida, lo elevado, el auto estudio".
Tiene un equipo súper moderno que casi no hace ruido, y eso ayuda a no entrar en pánico. Y su actitud también ayuda, porque para ella cada trabajo es un compromiso, una responsabilidad, y cuando te ponés en sus manos ya te conoce, hablaste un montón, ya sabe lo que querés, incluso mejor que vos. Te muestra el dibujo, lo imprime en varios tamaños hasta que te sentís a gusto, lo prueba en el lugar elegido, te saca fotos, espera tu total aprobación y recién ahí pasa el sténcil a la piel, como una calco Y te pregunta: "¿Arrancamos?"
Catalina D´Alessandro viaja regularmente y abre su agenda en Buenos Aires. Seguila por www.instagram.com/cata.dalessandro
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