Roberto Burle Marx, autor de la instalación de arte “mais grande do mundo”, tiene su propia casa museo en la afueras de la ciudad carioca con más de 3500 plantas vivas nativas
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Uno de los íconos de Rio de Janeiro es sin dudas la vereda de Copacabana: 4 km de mosaicos que dibujan ondas blancas y negras. Muchos consideran esta intervención en el paisaje a gran escala, la mayor obra de arte urbano. Los primeros mosaicos se colocaron a comienzos de los años veinte, siguiendo la tradición portuguesa, pero fue Roberto Burle Marx quien a fines de los 60, le dio la fisonomía definitiva colocando un enorme cantero central con palmeras en armonía con el ondulado de la vereda.
Esta fue una de las tantas obras de Burle Marx, paulista de nacimiento, carioca por adopción, egresado de la Ecole de Belas Artes de Rio, y amante de las plantas desde muy chico, cuando ayudaba a su madre en el cultivo de rosas de su jardín. Sus obras no están solo en numerosos edificios y parques de Río de Janeiro, sus tres mil proyectos paisajísticos están en más de treinta ciudades, desde Kuala Lumpur a Caracas, París, Austria, Asunción y Berlín.
La que fuera su casa en la afueras de Río, desde 1949 hasta su muerte a los 85 años, en 1994, es hoy el Sitio Burle Marx. Está a 56 kilómetros del centro de la ciudad, en la localidad de Guaratiba, y se la puede visitar con cita previa. Está rodeada por más de 350.000 metros cuadrados de impresionantes jardines. Difícil encasillar a Burle Marx en paisajista, porque era pintor, diseñador, escultor, creador de joyas, cocinero y cantante de ópera. El jardín, con sus estanques y fuentes, senderos, volúmenes, donde están la casa, el atelier, la capilla y dos espacios abiertos donde recibía amigos, fue concebido como una única gran obra, una pintura tropical donde plantas, piedra y agua fueron los materiales.
En la visita guiada es posible enterarse de que Burle Marx era hijo de alemanes y que en una larga estadía en Alemania en 1928, vio con asombro que en un invernadero del jardín botánico de Berlín se cultivaban plantas brasileñas. En aquella época, los jardines en su país desdeñaban las plantas nativas y utilizaban exclusivamente plantas europeas. El viaje también marcó su encuentro con el arte y fue en Berlín donde empezó a pintar.
A su vuelta, Burle Marx comenzó una renovación total del paisajismo brasileño utilizando siempre ejemplares autóctonos. Esto lo llevó a emprender viajes por Brasil y clasificar más de cien plantas que esperaban su nombre. De aquellos viajes se traía ejemplares y por eso compró los primeros terrenos en Guaratiba para poder reunirlos y experimentar con ellos en el paisajismo. Hoy, el sitio contiene una colección de 3500 plantas vivas nativas, considerada una de las mayores colecciones del mundo.
Algunas llevan su apellido, como la heliconia Burle Marx, que es también el logo del sitio. Todos los recuerdan como un hombre alegre, curioso, con gran sentido del humor, que cuando no conocía una planta, decía que era una “jenesepassia”.
Con los años, plantó en su jardín ejemplares exóticos de otras latitudes como la palmera azul de Madagascar, el eucaliptus arco iris de Indonesia, con su tronco con varios colores, y la palmera Corypha, también de Indonesia, que florece una sola vez en la vida, entre los 50 y 70 años de edad, y después muere. Estas exóticas conviven con un sinfín de palmeras nativas, bromelias y helechos gigantes.
La Casa-Museo cuenta con una galería exterior conocida como Varanda da Frente, decorada con mascarones de proa y conchas marinas. Da al jardín principal y un estanque con nenúfares y peces, cerrado por un muro de piedras de demolición. La entrada a la casa está enmarcada por una gran puerta de dos hojas que pertenecieron a una iglesia nordestina del siglo XVIII. En la primera de las cinco salas se exhibe su colección de cerámicas, piezas que traía de sus viajes por Brasil. En las otras salas se puede ver el piano de cola de su madre donde Burle Marx cantaba óperas, la larga mesa con su colección de cristales, una biblioteca con más de 2500 volúmenes y obras de arte entre las que hay grabados de Le Corbusier y pinturas de la escuela cuzqueña.
Cerca de la casa, construyó un taller abierto donde pintaba. Un espacio con paredes de azulejos azules pintados por él de donde caían chorros de agua para dar frescura. La gran mesa de trabajo se transformaba en el centro de comidas para sus amigos. No sólo cocinaba, sino que pintaba los manteles, armaba los arreglos florales y hasta el “playlist” del almuerzo. Arquitectos, entre ellos Le Corbusier y Lucio Costa, artistas e intelectuales se mezclaban con vecinos ya que su casa estaba abierta a todos.
Años más tarde, quiso construir lo que llamó El Atelier, obra que encargó a dos célebres arquitectos que aprovecharon la fachada de la antigua rede O Globo. No sólo fue su atelier personal, sino un espacio para enseñar arquitectura paisajística, floricultura y botánica. El arte no falta aquí ya que hay esculturas de artistas brasileños y un mural diseñado por él con cerámicos, y grandes óleos que decoran la sala.
Para dar grandes fiestas, ideó otra área que llamó “Cocina de piedra”, donde se destacan anchas columnas de piedras de demolición encastradas, paredes de concreto, un mural de azulejos en colores naranja, amarillo y negro, y todo el espacio abierto al jardín, donde una pérgola proyecta sombras geométricas. Este espacio ganó numerosos premios de arquitectura paisajística.
Y en contraste a este espacio ultra moderno, está la capilla Santo Antonio da Bica, de 1681, que estaba en ruinas cuando la compró y él mandó restaurar. Allí celebraban casamientos y bautismos los vecinos, y también la fiesta del patrono. Algún amigo ilustre le hizo saber que le gustaba ir a su casa pero no que mezclara tanta gente, a lo que Burle Marx respondió, “que los incomodados no regresen”.
En 1985, nueve años antes de su muerte, donó su casa y jardines al estado, deseoso de que el visitante pudiese ver “el país fabuloso que es Brasil, por lo menos desde el punto de vista botánico, dueño de la flora más rica del mundo.”
Estrada Roberto Burle Marx, 2019 – Barra de Guaratiba, Río de Janeiro Visitas guiadas martes a sábado a las 09.30 y 13.30. Imprescindible agendar la vista por mail a visitas.srbm@iphan.gov.br o al teléfono +55 (21) 2410 1412. Entrada 10 reales (2 dólares). Menores de 5 años sin cargo. sitioburlemarx.blogspot.com.es/
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