Ricardo López Murphy: "No soy el candidato del establishment"
Con esta entrega, la Revista inicia la serie Los candidatos, un ciclo de reportajes con vistas a las elecciones legislativas de octubre. En esta entrevista, el líder de Recrear habla de su proyecto político y de cómo la actividad partidaria cambió su vida personal
Cuando concertamos la entrevista pensé que sería en su casa, en Adrogué, donde vive con su familia. Me sorprendió que me diera la dirección del departamento de un amigo en Barrio Norte. Las explicaciones: que en la casa había un desorden colosal, que no se hacía de tiempo para ordenar libros y papeles. Encendió, además, una señal de alarma: algo estaba siendo disfuncional en su vida personal. El tema era una interna, no política, sino conyugal: "Digamos que mi familia no es muy afecta a la actividad cívica que yo hago. Todo esto ha sido costosísimo para ellos, económica y afectivamente".
Es que antes de dedicarse a la política este señor tenía una vida muy ordenada, con una buena profesión, una actividad académica muy atractiva e ingresos muy altos. Ahora, el candidato a senador por la provincia de Buenos Aires en las elecciones de octubre próximo no se detiene.
–¿Por qué se decidió por la provincia de Buenos Aires si usted es el candidato natural de la Capital Federal?
–Porque vivo en la provincia de Buenos Aires. Toda mi vida voté allí, toda mi carrera pública la hice allí. ¿Por qué inventar una trashumancia? Además, es imprescindible hacer pie en la provincia.
–¿Es cierto que muchas veces llega a pueblos en los que no lo espera nadie?
–No, eso no es verdad. Lo que sucede es que nos apoyan los sectores que trabajan, que no son prebendarios del gobierno ni tienen curros en el aparato de paniaguado que tiene el Gobierno.
–Me lo imagino estresado comiendo choripanes, asado, papas fritas, en parrillas solitarias.
–(Se ríe.) Quisiera que usted me acompañara, para que viera. El otro día comí en Cañuelas y hubiera visto las expresiones de afecto de los parroquianos…
–A usted le gustan las causas perdidas: es un poco quijotesco.
–Es verdad que tengo el desprendimiento de asumir causas que suelen evaluarse como dificultosas. Admiro a Sajarov y a Solzhenitsyn; admiro a Adenauer. Si usted lo mira a Adenauer soportando el nazismo, o los mira a Solzhenistsyn y a Sajarov sufriendo indeciblemente durante el estalinismo, ésos sí son héroes. No hay nada que me produzca más repulsa que el totalitarismo y las veleidades autoritarias.
–¡No exageremos! ¡No es el caso de la Argentina en este momento! Pero hablando de nuestro país, ¿a Perón le reconoce algo?
–Usted sabe que hago actos con los retratos de Perón incluidos. Respeto dos cosas que creo que el ex presidente reflejó perfectamente: en primer lugar, la demanda enorme que esta sociedad tenía de justicia social y de igualdad; en segundo lugar, el formidable llamado a la concordia, cuando en la Argentina comenzaba a desatarse una guerra terrible entre los argentinos. En esto nos diferenciamos mucho con el Presidente (Kirchner). A él no le gusta nada el Perón de la concordia; le gusta el Perón del antagonismo.
–Según la diputada Margarita Stolbizer, usted les paga a algunos punteros peronistas para que vayan a aplaudirlo a los actos.
–Eso no es verdad; pero va a haber bajezas de todo tipo en esta campaña. Si algo se sabe, es que nosotros tenemos un problema económico muy complicado.
–¿Cómo se acerca a la gente del conurbano? Su forma de hablar pone distancia, marca una diferencia cultural muy importante.
–Obviamente, el fraseo que yo uso allí es menos amplio. Es un lenguaje más parabólico. Lo hago con ejemplos muy sencillos, pero el discurso es exactamente el mismo. Hablamos de la cultura del trabajo; hablamos de que ganar el pan con el sudor de la frente devuelve la autoestima. Hablamos de la necesidad de hacer calles... ¿Me sigue?
–Perfectamente. ¿Está de acuerdo con la idea de Luis Patti de volver al Servicio Militar Obligatorio?
–(Le molesta la interrupción.) No, porque creo que las Fuerzas Armadas son una cosa muy seria, y el sistema de armamentos requiere un soldado profesional. No es algo de la Argentina, es así en el mundo. Le voy a contar otra cosa, para hacerlo más simple. En todos esos lugares por los que voy digo que mi sueño es que sus hijos tengan un e-mail. El mensaje es tan simple como eso. La civilización en que vivimos es una civilización digital. Puede que no lo tengan ni sepan cómo acceder, pero sus hijos y sus nietos deben tenerlo. Si no, no van a poder formar parte de esta sociedad.
–¿En qué cambió usted yendo a estos barrios humildes, marginales?
–Aprendí a revalorizar a la familia cuando entré en contacto con esas mujeres jóvenes, de 35, 36 años, desdentadas, con 7 u 8 hijos de padres distintos, sin futuro...
–Quizá la clave sea la educación, la sexual y la de todo tipo.
–Antes de entrar en esa cuestión hay que rejerarquizar el valor de la familia. En algunos lugares lo digo con toda claridad: cásense. Según el rito que ustedes quieran, pero construyan una familia. No hagan de la promiscuidad y del irresponsable comportamiento sexual una bandera.
–¡Pero López Murphy! La gente pobre no hace de la promiscuidad una bandera. Es fruto de diversos factores, del hacinamiento, de la falta de educación… Frente a una violación, ¿contempla la posibilidad de despenalizar el aborto, como propuso el ministro de Salud?
–Soy muy refractario a cualquier consideración que afecte la vida. Reconozco que hay casos que son muy chocantes. Me parece que la cuestión crucial allí es de bioética.
–Me gustaría una respuesta concreta, porque mientras los políticos piensan la respuesta, en la Argentina hay más trescientos mil abortos por año.
–Usted me está pidiendo que yo opine sobre una cuestión que es...
–... cotidiana.
–No sólo eso, sino que es una cuestión que afecta profundamente mis valores. Yo reconozco que ése es un caso que me choca profundamente, y me angustia.
–¿Qué pongo?
–Que yo preservo la vida.
–Es interesante cómo se han acercado a usted intelectuales como Sebreli, Kovadloff, Aguinis. ¿Por qué cree usted que los atrae?
–Ellos ven en mí un esfuerzo sincero de construir una institucionalidad moderna. Y además, en los temas sobre los que seguramente discreparíamos, como el del aborto, ellos comprenden mi dolor y ven mi tensión.
Cuando habla se apasiona. Se concentra. Transpira. No pierde el hilo de la conversación. Se lo puede ver reflexionando. No parece haber en su vida actual espacio para el ocio, para desenchufar el disco rígido. Parte de los conflictos con su mujer tienen que ver con su imposibilidad de cuidar más su salud física y mental. A veces anda un poco en bicicleta, después del almuerzo del sábado. Pero son más las veces que acuerda con un dirigente de Adrogué para ir a nadar juntos y que no puede cumplir el pacto. Es fanático de San Lorenzo de Almagro. Tiene una gran simpatía por Gastón Gaudio, que iba a su casa a jugar al tenis con su hijo mayor. Es probable que a López Murphy ese estilo tan artesanal, el de poner el cuerpo en todo lo que hace, muchas veces le juegue en contra.
–¿Cómo es ahora la relación con Mauricio Macri, después de tantas idas y vueltas?
–No hay idas y vueltas. Vamos a ser claros en eso. Venimos de historias muy diferentes, y hemos tenido afinidades y afectos muy diferentes.
–Es más, hubo una época en que usted fue crítico de los Macri respecto de su relación con el Estado.
–Soy muy obsesivo respecto de asegurar las condiciones de competencia, y asegurar que exista la mayor eficacia. Eso es verdad, y no hay nada que ocultar. Había problemas en el discurso y en la visión, y eso lo fuimos dialogando.
–Dicen que la diferencia entre Macri y usted es que Mauricio piensa la política para los próximos diez años, y usted tiene un planteo político más largoplacista. ¿Es cierto?
–Es verdad que estoy trabajando para construir una alternativa, y mi obsesión no es tanto obtener resultados personales, sino construir una alternativa de país que se parezca a los desarrollados del mundo. Mi obsesión, como la de Alberdi y la de Sarmiento, es convertir a la Argentina en uno de los países más desarrollados del mundo, y para eso es verdad que mis horizontes son muy largos.
–¿Y lo mismo le pasa con Sobisch?
–No, ahí hay otras diferencias, que vienen de muchos años atrás. El gobernador de Neuquén tiene una personalidad distinta. Por muchos años, en su provincia han estado gastándose los recursos, no los intereses. Esta es la primera observación que le hago. Como usted verá, no es una discusión liviana, y viene de hace muchos años. En segundo lugar, creo que es vital en la República Argentina asegurar la división de poderes. Y tengo serias observaciones sobre cómo se maneja en Neuquén el sistema judicial. En tercer lugar, creo que es crucial en las sociedades libres la libertad de prensa.
–¿Estamos hablando de pautas publicitarias de Neuquén?
–Exactamente. Estamos hablando de que, en un país donde el Gobierno tiene un poder enorme, manipular la publicidad oficial afecta la libertad de prensa. Y yo en eso discrepo del gobernador. Entonces, mis discrepancias con él no son personales.
–Cambiemos de tema. Hábleme de Cristina de Kirchner como candidata a senadora por Buenos Aires. ¿Qué le reconoce y qué le critica?
–Reconozco que es una mujer que ha transitado muchos años en la vida pública y que es una persona muy estructurada en la defensa de las posiciones de lo que yo llamo el otro proyecto. Más diría: hay veces en que sospecho que es la eminencia gris del otro proyecto. Además, tiene la característica de poder mantenerse en silencio en los debates públicos. No le ha dado una entrevista a un medio de prensa argentino, cosa que a la prensa le da mucha rabia; ella le da entrevistas a El País, de Madrid. Pero creo que eso obedece a una estrategia cuidadosamente elaborada. Tratan de preservarla del fragor de la pelea interna. Excepción hecha del Senado de la Nación, pero como yo leo los Diarios de Sesiones, veo que no está libre de las pullas que corresponden.
–¿En algún momento usted dijo que estaba más para el shopping que para la campaña?
–No. Ahora vamos a explicar con cuidado lo que dije. ¿Cuáles son las debilidades? Son bien sencillas de dilucidar. Ella ha sido durante muchos años senadora por Santa Cruz, una de las provincias más ricas de la Argentina. El ingreso per cápita de la provincia de Buenos Aires está por debajo del promedio nacional. Sin embargo, teniendo el 40% de la población, recibe el 25% de los recursos. Los victimarios no pueden ser los representantes de las víctimas. Los que han producido ese Hood Robin –no Robin Hood–, es decir, sacarles a los más pobres para darles a los más ricos, no pueden ser los representantes de la provincia de Buenos Aires. Sus intereses están en Río Gallegos, no aquí. La idea de que se pueda ser trashumante en la representación da una idea de la crisis del federalismo que tenemos. Más aún, en el análisis de sus intervenciones no he podido encontrar –y eso que las hemos revisado con cuidado– una opinión sobre los problemas de la provincia de Buenos Aires en seguridad, en educación, en salud, en saneamiento urbano, en contaminación, en infraestructura, en producción. Esta persona es totalmente ajena: es una paracaidista. Nadie la ha visto caminar por los barriales del Gran Buenos Aires, por los lugares más dolidos de nuestra geografía, sino que la hemos visto hacer shopping. Yo sé que ella hace shopping intensamente en Miami, en la Quinta Avenida, y lo digo con toda claridad. Nunca he visto una foto de ella haciendo shopping, pero sé cuánto shopping hace.
–¿Chiche Duhalde?
–En este caso, no se puede decir que no ha recorrido el Gran Buenos Aires. Es más, yo diría que es hija del Gran Buenos Aires, lo conoce profundamente y lo ha visitado con una enorme asiduidad y con sensibilidad. Lo que pienso es que el programa que le han dado al país, el de las manzaneras, el del asistencialismo, el de no invertir en aguas corrientes ni cloacas, el de no intentar una serie de ordenamientos urbanos, el de un sistema de educación que contiene y no que instruye; en síntesis, el proyecto de Duhalde, para mí, es un horror.
–¿Carrió?
–La doctora Carrió es una persona inteligente, con la que he tenido intercambios muchas veces en mi vida, y yo le tengo respeto y consideración. Usted habrá visto que en general nunca me refiero a ella. No es hoy mi problema central.
–¿Margarita Stolbizer?
–A Margarita la conozco hace muchos años, desde que yo hacía militancia en la provincia de Buenos Aires y exponía ideas. Ella tiene, hoy por hoy, el enorme desafío de que no la bajen. Creo que ése es el problema, y no Ricardo López Murphy. Su problema es el aparato interno.
–Dicen que algunos miembros muy poderosos del establishment que lo han apoyado durante mucho tiempo, ahora están temerosos porque están haciendo buenos negocios con el Gobierno y tienen miedo de las represalias.
–Si usted dice que tenemos dificultades para financiar nuestra campaña, sí: inmensas.
–En otras campañas eran sectores que lo apoyaban.
–Es verdad que pudimos juntar una cifra que nos permitió hacer una campaña económica, pero digna. Esta vez tenemos dificultades que son inmensas.
–Está confirmando mis sospechas.
–Póngalo en estos términos: me parece que mucha gente cree que ayudarnos los puede perjudicar en su relación con el Gobierno. Y, además, tenga en cuenta que el grado de recelo y de temor por las libertades en la Argentina de hoy no es el de los últimos veinte años. Hoy la gente tiene miedo.
–Usted, que conoce tanto al radicalismo, ¿qué papel considera que ha tenido Enrique Coti Nosiglia?
–No creo que las influencias sean de la magnitud que se le atribuyen. Obviamente, en el gobierno del presidente Alfonsín fue ministro del Interior, y fue un ministro muy poderoso. De eso no hay duda. Y era, además, el jefe de una fracción muy grande, que gobernaba la Capital Federal. En ese momento tenía un poder inmenso. Pero el poder no era el de un monje negro: era el poder de un jefe político.
–Usted, que estuvo en la gestión de De la Rúa, ¿sabe si había sobresueldos?
–No.
–¿Gastos de representación?, ¿cómo los llamamos?
–Ahí quiero que algo quede claro. Cuando yo llegué al Ministerio de Defensa, los sueldos de los ministros eran de $ 10.000. Puesto en términos actuales, serían aproximadamente $ 16.000. Lo que en alguna época generaba situaciones límite no existían en el gobierno de De la Rúa.
–¿Entonces usted afirma que en la época de De la Rúa no había sobresueldos?
–No, en la medida en que yo lo sé.
–Analizando los episodios de entonces, ¿usted cree que, cualquiera que hubiese sido su propuesta como ministro de Economía, habría tenido que renunciar de todos modos porque la figura pensada era Cavallo?
–No lo sé. Yo tengo la sensación de que fue un momento muy crítico cuando se percibió que, después de haber recibido un blindaje de 40.000 millones, el último acto de ayuda del presidente norteamericano Bill Clinton, el proyecto de ayuda más impresionante que conoció la historia, el primer trimestre teníamos voladas las metas de una manera extraordinaria. Creo que no había conciencia en la sociedad, pero tampoco había conciencia en la coalición de gobierno, ni en la coalición parlamentaria ni en el gabinete nacional. Mientras yo estaba hablando renunciaban los ministros. Entonces, creo que no había disposición para respetar lo que se sabía que yo iba a hacer.
–Por eso digo: ¿estaba ya in mente Cavallo?
–No. Creo que en ese momento había una gran crisis, y la decisión fue buscar otro camino.
–¿A Cavallo lo respeta?
–Lo respeto personalmente y como economista. Esto no significa que no crea que tuvo errores profundos durante la década del noventa.
–¿Usted cree que Roberto Lavagna tiene futuro político?
–Sin duda. Y para eso trabaja.
–Usted sabe que, para las parejas, la política implica un costo afectivo muy alto.
–Sí. Pero nosotros, con mi mujer, nos llevamos bien.
–Pero, después de tres años de campaña, es difícil.
–Eso es cierto. Ha sido duro, y mi señora fue muy sacrificada. Puedo darle un ejemplo, porque, la verdad, a veces me duele que ella tenga que hacer esas cosas. Mi mamá tiene 86 años. El domingo fue a visitarla ella porque yo estaba en campaña. Hacía dos semanas que no iba a ver a mi mamá, y alguien tiene que ir a verla.
–Dígame López Murphy, ¿usted es el candidato del establishment argentino?
–Para nada. Nuestro establishment es muy prebendario y yo soy genuinamente liberal.
Para saber más:
www.recrearargentina.org/
López Murphy express
- Nació el 10 de agosto de 1951, en la Capital Federal. Vive en su casa en Adrogué desde hace veinte años. Lleva más de treinta años casado con Norma Ruiz Huidobro.
- Tiene tres hijos: Pablo, de 30; Analía, de 28, y Ezequiel, de 20. Los dos mayores son economistas y viven en Estados Unidos. Su hija "es una mujer muy sofisticada en materia financiera". El menor, Ezequiel, es el que tiene más vocación política.
- Su hobby: leer historia argentina.
- Un recuerdo: "Mi abuelo irlandés ".
- Deportes: natación en pileta y a mar abierto. "Me gustan mucho los deportes en general", asegura.