Mientras algunos monarcas deciden modificar sus agendas al ritmo del avance del coronavirus, los Orange-Nassau prefirieron seguir adelante prácticamente como si nada. El lunes 9 de marzo, Máxima y Guillermo de Holanda aterrizaron en el aeropuerto de Yakarta (el Rey piloteaba el 737 que estrenaron el año pasado, tal como suele hacer), para dar comienzo a una visita de Estado de cuatro días a Indonesia, la primera a este país desde que fueron proclamados reyes de Holanda, en 2013. Además de la capital, durante la estadía visitaron la ciudad de Yogyakarta en la isla de Java y las islas de Borneo y Sumatra.
Si bien la Casa Real había anunciado, de acuerdo con las autoridades indonesias, que como medida preventiva los reyes de Holanda no saludarían dando la mano, Sus Majestades no pudieron con su genio e hicieron más de una excepción al respecto.
UNA VALIJA COLORIDA Y CARGADA DE ACCESORIOS
La Reina recuperó varios emblemas de su guardarropa, cargó en su valija varias piezas de tendencia (como el vestido a lunares estilo Pretty Woman, otro con cuts-out, y unos cómodos pantacourts) y acompañó cada equipo con poderosos accesorios (pamelas, tocados y joyas significativas) para potenciarlos al máximo.
Si bien la mayoría de los equipos de Máxima incluían guantes, con el correr de las horas se la vio relajada mientras saludaba, comía y bebía sin ellos.
PALACIOS, TEMPLOS Y UN ÁLBUM PINTORESCO
El objetivo principal de la visita oficial de los reyes de Holanda a Indonesia fue afianzar las relaciones bilaterales entre ambas naciones, por lo que estuvieron acompañados por el ministro de Asuntos Exteriores Stef Blok y un importante número de representantes de 130 empresas y organizaciones holandesas de todos los sectores económicos. La maratónica agenda quedó inaugurada con una visita al monumento a las víctimas de las guerras, en especial la Guerra de Independencia (1945-1949), donde depositaron una corona de flores.
Tras el recibimiento que les dio el presidente de Indonesia, Joko Widodo, en el Palacio de Bogor al sur de Yakarta, Guillermo de Holanda sorprendió con un pedido de perdón público por las matanzas por parte del Ejército holandés durante la guerra de independencia de su antigua colonia entre 1945 y 1949. "En consonancia con las declaraciones anteriores de mi Gobierno, me gustaría expresar mi pesar y disculparme por la violencia excesiva por parte de los holandeses en aquellos años", dijo en un comunicado. "Lo hago con la completa conciencia del dolor y la pena que las familias afectadas siguen padeciendo hoy", agregó. La ceremonia de bienvenida terminó con un almuerzo de trabajo, y después la Reina, a pura sonrisa, se sumergió en las tradiciones locales de la mano de Irina, la mujer del Presidente. Más allá de las reuniones formales, hubo tiempo para conocer la belleza y la cultura de este país. En Yogyakarta, adonde se trasladaron el miércoles, el sultán Hamengkubuwono X los recibió con todos los honores en su palacio de Kraton Ngayogyakarta Hadiningrat.
Allí disfrutaron de un almuerzo típico y un espectáculo de danza. Muy relajados, probaron las delicias ofrecidas y se los vio entusiasmados. También visitaron la población de Kampong, cerca del Kraton o Palacio del Sultán, y el templo de Prambanan, el más grande de los templos hinduistas en el país asiático, donde protagonizaron un posado de película. Sin dudas, en su álbum personal, este viaje quedará como uno de los más coloridos y pintorescos.
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