La Segunda Escuadrilla Aeronaval de Helicópteros, con base en Comandante Espora, desde hace 50 años tiene el privilegio de volar los helicópteros Sea King
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Más de 41.000 horas de vuelo y 30 campañas antárticas (que suman 2375 días de vuelos en un medio hostil) acompañan -y honran- a la mítica Segunda Escuadrilla Aeronaval de Helicópteros que pertenece a la Aviación Naval Argentina. Hace cuatro meses, el 8 de noviembre último, la unidad conmemoró sus primeros 50 años junto a su fiel animal de batalla, el helicóptero americano pesado Sikorsky Sea King que operó desde su creación.
La escuadrilla posee un historial libre de accidentes. Los Sea King son venerados en la Antártida ya que se convirtieron en el principal transporte de provisiones a las bases argentinas (junto a los C-130 Hércules de la Fuerza Aérea Argentina o los bimotores de otros tiempos como el Twin Otter). Sin embargo, durante sus cinco décadas en la República Argentina, la aeronave cumplió todo tipo de misiones: formó parte de la flota presidencial, es transporte de bomberos a zonas de incendio y realiza rescates de tripulantes en alta mar o personas atrapadas en el frío extremo de la montaña.
Uno de los Sea King de la escuadrilla, matriculado con el número 240 cuando llegó al país, anteriormente sirvió en la marina de los Estados Unidos y tiene en su currículum un trabajo único: efectuó el rescate en el mar de los astronautas de la cápsula del Apolo 14 cuando regresó a la Tierra.
“ES UNA MÁQUINA INCREÍBLE”
El Sea King es único, la Aviación Naval lo sabe. La Base Aeronaval Comandante Espora, en Bahía Blanca, es el hogar de la escuadrilla, formada por pilotos que provienen de distintos puntos del país. Su comandante es el Capitán de Corbeta Juan Antonio Prados (41), oriundo de Mendoza, casado, padre de tres hijos.
Gran parte de la escuadrilla hoy trabaja en la campaña anual antártica de verano. En la segunda quincena de diciembre, dos helicópteros partieron rumbo al sur a bordo del Rompehielos Almirante Irizar, veterano de Malvinas y sobreviviente del famoso incendio que lo mantuvo a flote gracias a la pericia de su entonces comandante, el Capitán Guillermo Tarapow. Las naves fueron acompañadas por un grupo compuesto por veinte personas, entre tripulantes y mecánicos, que pasaron Navidad y Año Nuevo a bordo, lejos de sus hogares. El sacrificio por hacer lo que les gusta, que es volar, y por servir a la patria, es compartido por sus familiares, de quienes permanecen separados durante los cuatro meses que dura la campaña. Se comunican por medio de teléfonos móviles mediante audios, videos o mensajes escritos.
-Capitán Prados, ¿qué transportan a la Antártida?
-De todo. Lo que sea necesario: materiales de construcción, maderas, chapas, vehículos, contenedores, alimentos, tubos de gas, de oxígeno, repuestos, carga general… abastecemos las necesidades de treces bases en la Antártida, Belgrano II, Orcadas, Marambio que es combinado, Petrel, Esperanza, Carlini, Brown, Primavera, Decepción y otras.
-¿Cómo es que un joven de Mendoza llega a volar un Sea King?
-Soy mendocino, viví en General Alvear, y años más tarde nos mudamos con mi familia a Mar del Plata. En ese momento decidí perseguir mi sueño: volar y convertirme en aviador naval. Cursé la Escuela Naval Militar, me recibí de Guardiamarina y luego accedí al curso de aviador naval en Punta Indio. Después fui destinado a Campo de Mayo para realizar el curso de piloto de helicóptero que dicta la aviación del Ejército Argentino en sus Bell UH-1H.
-¿Por qué diría que es especial volar un Sea King?
-Es algo único. En el país somos trece los pilotos capacitados para volar esta máquina increíble. Estamos agradecidos de poder hacerlo, sentimos que formamos parte de un club muy pequeño. siempre junto con el personal de a bordo que nos acompaña, vital para el trabajo que realizamos. Nuestro personal, de ambos sexos, corre con las mismas exigencias que los pilotos, porque todos formamos un equipo, todos somos vitales y trabajamos aspirando a que nuestra labor sea perfecta.
-¿Bajo qué condiciones de clima operan?
-El clima antártico es inhóspito: trae nieve, lluvia y viento. Lo hacemos dentro de los parámetros de seguridad que nos permite el Sea King. Conocemos muy bien a nuestro helicóptero, que ha dado sobradas muestras de su desempeño en lo más variados climas. Al finalizar cada jornada, si el tiempo lo permite, el equipo cumple con su ritual de lavar los helicópteros para alejarlos de la corrosión en el ambiente marino.
En la base Espora el resto de la dotación continúa con su ritmo de trabajo habitual. Como la escuadrilla es Guardia Nacional de Búsqueda y Rescate sobre el Mar Argentino, mantienen otro Sea King en guardia permanente. Tiene que tener capacidad de respuesta para acudir, en un lapso máximo de dos horas, a cualquier punto del Mar Argentino que los solicite.
La escuadrilla, que lleva más de cuarenta rescates realizados, también puede ser convocada a servir en cualquier punto del territorio nacional. Ya brindaron socorro frente a desastres naturales como inundaciones, nevadas o incendios. También trabajaron en la búsqueda de personas que se pierden en el mar, la montaña o en cualquier otro ámbito. Su recate más destacado fue en el marco de la Operación Cruz del Sur, como se llamó al épico salvamento del buque mercante de bandera alemana Magdalena Oldendorff, que quedó atrapado en el hielo antártico y fue socorrido por el Almirante Irízar -con dos Sea King- en el invierno de 2002.
Las funciones de la escuadrilla no se limitan al transporte y al rescate: sus helicópteros Sea King también pueden ser utilizados en combate sobre el mar. A partir del año 2001 transportan y disparan un letal misil utilizado durante el conflicto de Malvinas: se trata del reconocido misil francés AM-39 Exocet que vuela al ras del mar a 1134 kilómetros por hora, que recorre 315 metros por segundo y porta una carga de 165 kilogramos de explosivos con efecto letal sobre el blanco impactado. En 1982 el AM-39 Exocet provocó el hundimiento del destructor británico Sheffield y el buque portacontenedores Atlantic Conveyor.
El Sea King también fue concebido como cazador de submarinos. Realizó este trabajo durante la guerra por las Islas Malvinas. En mayo de 1982, la escuadrilla operó desde el aeródromo de Viedma con tres Sea King, cada uno cargado con dos torpedos Mk 44, y realizaron vuelos antisubmarinos sobre el mar alejados 185 kilómetros de la costa.
CORONADOS DE GLORIA
El Sea King se coronó de gloria durante el conflicto del Atlántico Sur. Fue uno de los dos helicópteros que participó en la Operación Rosario (como se denominó a la reconquista de Malvinas en una operación anfibia e incruenta) y se convirtió en la primera aeronave argentina que aterrizó en el aeropuerto de Puerto Argentino, el 2 de abril de 1982. Sin embargo, su acción más recordada fue la peligrosa misión de rescate a diez mecánicos de la aviación naval en la Isla Borbón.
Dos Sea King participaron de la epopeya. Despegaron sin ningún tipo de armamento defensivo, completamente desprotegidos frente a un eventual ataque enemigo. Podían ser interceptados por Sea Harrier que dominaban el espacio aéreo o alcanzados por misiles lanzados desde un buque enemigo. Como la distancia a recorrer era mayor a la que les permitía su autonomía, transportaron tambores de combustible para poder completar el vuelo. En semejantes condiciones los dos helicópteros arribaron a la isla Borbón, rescataron al personal y luego de siete horas eternas en vuelo sobre el mar regresaron a Río Grande.
En los últimos días del conflicto, los Sea King se adaptaron a labores sanitarias trasladando de heridos a quirófanos a bordo de otros buques. La escuadrilla cumplió 313 horas de vuelo durante la guerra en 93 días de operación, sin registrar ninguna pérdida humana ni de material aéreo.
En 2022, año de sus Bodas de Plata, la escuadrilla recibió dos helicópteros Sea King de modelo avanzado, reacondicionados en Estados Unidos. Las dos máquinas incorporan palas de material compuesto en el rotor principal que mejora el vuelo, además de un nuevo radar meteorológico que dará mayor precisión y seguridad a los vuelos durante las campañas antárticas y modernos equipos de comunicaciones.
Los integrantes de la escuadrilla que montan guardia en Base Espora se hacen eco de lema que los acompaña desde hace medio siglo, al cual hacen honor. Dos palabras que encierran medio siglo de trabajo ininterrumpido, de prestigio y que se encuentran pintadas en la puerta de su hangar. Humildad y Trabajo.
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